En charla informal, un jugador de Liga A resumió en una frase la que quizás sea la esencia de los torneos provinciales: “Es un torneo en el que un pibe de una liga local le puede pintar la cara a un jugador reconocido a nivel nacional”.
La sentencia es perfecta y refleja una de las tantas características que hacen únicos a los torneos de selecciones de Santa Fe, en las que cada una de las asociaciones reúne a sus promesas y figuras locales, las refuerza con los valores que trascendieron a nivel nacional y busca el título tan esperado. Una gran dosis de amateurismo, pertenencia y amor por el deporte se pone en juego, arriesgando mucho más de lo que se puede ganar y dejando la vida en un torneo extremadamente exigente y en el que nadie juega por jugar, como quedó claro en la inmensa mayoría de duelos picantes que tuvo este Rafaela 2018.
Y si de encontrar un ejemplo se trataba, Cañada lo dio. Hace rato apostó a jugar con gente de la cantera, que le dio alegría en las menores e incluso contra la gran cantidad de bajas (los que no vinieron al torneo y los que se lesionaron, como Avenali), jugó un torneo increíble, hizo historia y se quedó con su tercer título bajando en semifinales al campeón y candidato Rosario y luego en la final al temible Santa Fe.
Fue un equipo intenso, rápido y explosivo, que manejó las variantes defensivas y supo ganar jugando a goleo alto pero también a marcadores bajos. Uriel Pascualetto dominó a cuanto pivot se le puso enfrente y dejó en evidencia su enorme futuro (MVP del torneo), mientras que el vértigo fue aliado de Torresi una vez más y Montani Wortel aportó coraje.
Con respecto a Rosario, está claro que cuando la apuesta tiene a jugadores importantes de Liga, la exigencia siempre es el título, y también fue evidente que la pésima mañana ante Cañada lo condenó. El equipo nunca terminó de hallar una identidad y consistencia defensiva, pero es el mismo cuerpo técnico y base de plantel que un año atrás desbancó a Santa Fe como visitante y mostró solidez en ambos costados. Entonces, habrá que entender que simplemente no se dio porque no parecen existir factores externos condicionantes ni errores en la construcción del equipo.
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