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Campeones locales

Más de 400 personas se reunieron en el Centro Navarro para festejar el título mundial de España en Sudáfrica.

Todo preparado. Clima de final. Ansiedad, nervios y buena compañía. Todo esto se podía observar en el Centro Navarro (Entre Ríos 248) donde españoles y descendientes llegaron con la ilusión de ver a España campeón del mundo por primera vez en la historia.

Claro que antes del partido también se siguió con mucha atención el quinto encierro de San Fermín, que año tras año convoca a miles de personas.

Para acompañar semejante evento, antes de comenzar el partido, las mesas de ocho personas cada una estuvieron muy bien servidas con vino y gaseosas. Y para almorzar, carne y guarnición. Claro que a esa altura a más de uno le costó digerirla debido a los nervios reinantes.

Gente mayor, familias, niños. Nadie se quiso perder el partido y todos querían estar cerca de la pantalla gigante que estaba colocada sobre el escenario.

“Ojalá que podamos festejar, es un muy buen equipo y tenemos muchas ilusiones”, manifestó un hombre de más de 50, que estaba acompañado por su señora.

Con el comienzo del encuentro se hizo un silencio masivo. Nadie quería perderse detalles de la transmisión.

A medida que el equipo de Vicente del Bosque se iba soltando, los hinchas en el Centro Navarro también.

Por eso aparecieron los primeros gritos y lamentos por alguna oportunidad desperdiciada ante el arco holandés.

Así fueron pasando los minutos, los comentarios eran pocos. Los más ruidosos y los jóvenes estaban en el fondo del salón y con bombos y redoblantes empezaron a levantar a la gente.

Así, el clima se fue transformando en una fiesta como lo merecía la gran final y no se detuvo más.

Cada acción, cada llegada de España era un grito de esperanza para poder conseguir el ansiado gol del campeonato.

Pero los minutos fueron pasando y el encuentro se cerró 0-0. A suplementario y seguir sufriendo.

“Lamentablemente no se nos dio en los noventa, pero seguimos muy confiados para poder levantar la Copa”, comentó un fanático español.

Con el gol de Iniesta, se desató la locura. Ninguno se quedó en sus sillas y el escenario se transformó en un desfile de personas con banderas españolas. Llantos, abrazos eternos y recuerdos de los más grandes que dejaron salir ese grito contenido durante tanto tiempo. Sí, finalmente, España fue campeón del mundo y en el Centro Navarro los festejos parecían no terminar jamás.

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