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Cambio de sedes, posible suspensión, modificaciones de reglamento: comienza la Copa América

Con los partidos entre Brasil vs. Venezuela y Colombia vs. Ecuador, la edición 47 del torneo de selecciones se pondrá en marcha este domingo sin público en Brasil, una sede designada de urgencia y confirmada definitivamente hace apenas unas horas


Con los partidos entre Brasil vs. Venezuela y Colombia vs. Ecuador, la edición 47 de la Copa América se pondrá en marcha este domingo sin público en Brasil, una sede designada de urgencia y confirmada definitivamente hace apenas unas horas luego de un debate nacional del que participaron sectores del ámbito deportivo, político, social y judicial.

El torneo de selecciones más antiguo del mundo se jugará en un país que ocupa el segundo lugar a nivel mundial en número de víctimas por Covid-19 (casi medio millón de fallecidos), el tercero en contagios (17,3 millones) y que, según su observatorio sanitario oficial, espera una tercera ola del virus durante la fecha de la competencia.

Será la segunda vez que la Copa América repita su sede de la edición anterior desde que Uruguay la albergó consecutivamente en 1923 y 1924, a menos de una década de su nacimiento (NdR: 1916), cuando apenas participaban cuatro equipos nacionales.

Brasil asumió su organización hace menos de dos semanas, amparado en la infraestructura y la capacidad operativa que dispone desde la celebración del Mundial FIFA 2014 y la propia Copa América en 2019. El Gobierno de Jair Bolsonaro, cuestionado desde muchos sectores de la población brasileña, salió al rescate de la Conmebol el pasado lunes 31 de mayo después la baja de las dos sedes originales: Colombia, envuelta en un conflicto social, y Argentina, golpeada por la segunda ola de coronavirus.

A partir de entonces la organización del torneo se convirtió en un tema de la agenda sociopolítica brasileña. Muchos estados se opusieron a recibir partidos por la gravedad de la situación sanitaria. Plazas de tradición futbolística como Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba, Salvador, Recife o Fortaleza, todas sedes del Mundial hace siete años, no abrieron sus puertas a la Copa América, por lo que el mapa quedó reducido a cuatro ciudades, justamente alineadas con Bolsonaro: Río de Janeiro, Brasilia, y el cinturón sojero compuesto por Goiania, capital de Goiás, y Cuiabá, capital de Mato Grosso.

A la disidencia política se le sumó luego la polémica dentro del seleccionado brasileño, cuya participación recién fue confirmada el martes pasado con un manifiesto difundido tras el partido con Paraguay por las Eliminatorias Sudamericanas para Qatar 2022.

Pero no fueron los únicos que reconocieron lo problemático que era jugarlo en tierras abatidas por Covid. El entrenador de la selección argentina, Lionel Scaloni, reconoció que Brasil no era “el lugar ideal” para jugar; Sergio “Kun” Agüero coincidió al marcar que en ese país “está complicado” por la pandemia; el uruguayo Luis Suárez admitió su sorpresa por el cambio y su compatriota Edinson Cavani cuestionó la falta de “voz y voto” de los jugadores en las decisiones de la Conmebol.

En simultáneo, fuertes patrocinadores de la competencia como la multinacional británica de bebidas destiladas Diageo, dueña del whisky Johnnie Walker, el vodka Smirnoff y el gin Tanqueray; el gigante mundial de cervezas Ambev y la tarjeta de crédito Mastercard retiraron su apoyo en respeto a la emergencia sanitaria.

El jueves, a 72 horas del partido inaugural entre Brasil y Venezuela, el Supremo Tribunal Federal, máxima corte de Brasil compuesta por 11 integrantes, autorizó por mayoría la realización de la Copa y el escenario quedó allanado para que la pelota comience a rodar.

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