Economía

Panorama económico

Cambia el gabinete, sigue el modelo económico

La economía argentina sigue sumida en el fracaso que dejó el gobierno anterior, mostrando las debilidades estructurales propias que le impiden cursar un sendero de crecimiento y desarrollo con justicia social, advierte el autor del análisis


Esteban Guida

 

Fundación Pueblos del Sur (*)

 

Especial para El Ciudadano

En menos de un mes, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, cambio dos veces de ministro de economía y realizó varias modificaciones más en su gabinete y organismos del Estado nacional. También realizó cambios en la estructura del Poder Ejecutivo, concentrando el poder y la capacidad de gestión en manos del ministro de Economía, cargo que ahora pasará a ocupar el diputado nacional Sergio Massa.

Estos cambios se dan en un contexto económico muy turbulento. Sobre los problemas que se arrastran de hace tiempo, las medidas que implementó el Banco Central (BCRA) para restringir el acceso al Mercado Único de Cambios generaron mayor incertidumbre respecto al futuro de la operatoria cambiaria, afectando seriamente la dinámica del comercio exterior y obstruyendo la compra de bienes e insumos para el proceso productivo local. La cirugía se hizo a serrucho, y el mensaje de terminar con el “festival de importaciones” terminó afectando trasversalmente a todas las empresas, sin discriminación alguna entre las que buscan producir, y las que quieren especular.

Si el mercado de bienes ya venía registrando tensiones, las medidas obstruyeron aún más la dinámica económica, dando lugar a los movimientos especulativos que operan sobre el dólar paralelo e invitando a las empresas con poder de mercado para que apliquen más aumentos, suspendan las ventas o comercialicen con listas de precios abiertas.

Los apostadores seriales contra el peso aprovecharon el momento y jugaron nuevamente con la brecha cambiaria para “fogonear” la devaluación, dando por cierto que la cotización del dólar ilegal es la variable que debe regular la política cambiaria nacional.

El panorama económico se vio complejizado por la exteriorización de las disputas internas del Frente de Todos. La propia Cristina Fernández, jefa y responsable de la coalición gobernante, se encargó de hacer público su disgusto con el presidente y sus ministros, como si la Casa de Gobierno no fuera lugar suficiente para dirimir las lógicas diferencias dentro de un frente que carece de unidad de concepción, pero comparte la ambición de ocupar las estructuras del Estado. Luego de haber logrado la renuncia de Martín Guzmán, prefirió no dar ninguna señal de apoyo a la ministra Silvina Batakis, quien se fue a Estados Unidos con los equipos de Massa preparando el desembarco por detrás.

Mientras tanto, la economía argentina sigue sumida en el fracaso que dejó el gobierno anterior, mostrando las debilidades estructurales propias que le impiden cursar un sendero de crecimiento y desarrollo con justicia social. El nivel de desorden al que se ha llegado alcanza a todos los sectores; como siempre, algunos pueden y saben aprovecharse de cada crisis, mientras la gran mayoría se empobrece y la Nación se debilita cada vez más en su intento por administrar su riqueza de manera soberana y en orden al interés nacional.

“Mucho ruido y pocas nueces”, dice el dicho; es que los cambios que se vienen dando en el gobierno no tienen por fin modificar sustancialmente esta realidad. Con más o menos intervención estatal, el actual gobierno se negó a realizar los cambios necesarios para cambiar la situación, y entregó la decisión política sobre la económica en pos de los términos y condiciones del FMI. Para quienes abandonaron la aspiración de una Patria justa, libre y soberana (o nunca la tuvieron), se trata del mejor acuerdo posible, o del mejor acuerdo que se podría lograr. No debe extrañar entonces que las medidas económicas que se han implementado y se vayan a implementar en este marco, dejen sin resolución los problemas económicos estructurales de la Argentina y den por “nueva normalidad” los inadmisibles niveles de injusticia social.

La llegada del ministro “market friendly” al nuevo Ministerio de Economía deja en claro qué quiere cada uno y qué objetivos tiene este gobierno. La Embajada no tardó en saludar la nueva designación; se sabe de los vínculos de Massa con los intereses estadounidenses. Los mercados aflojaron la tensión y se frena la embestida. Según dicen algunos oficialistas, Sergio es la solución que deja conformes a todos en el Frente de Todos (será tal vez porque cuenta con el apoyo del poder real que tiene los resortes para garantizar que el gobierno finalice su mandato…).

Ha quedado totalmente claro que este gobierno puede ser cualquier cosa, menos un gobierno justicialista.

¿Qué se puede esperar entonces para la gestión de Massa y lo que resta del gobierno de Alberto Fernández? Si bien las medidas serán anunciadas en lo próximo, no hay motivos para pensar que habrá un cambio de modelo, más allá de lo acordado entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional. No hay razón alguna para pensar que Sergio Massa cuestionará los lazos de dominación que sujetan al país a los poderes económicos locales y foráneos, ya que son ellos quienes han levantado el pulgar ante su designación. No faltaron gestos ni señales para ganarse tal reputación; los favores que no ha dudado en ofrecer a sus empresarios amigos pintan acabadamente su ubicación en el tablero del poder.

No hay fundamento alguno para pensar que Serio Massa abordará los temas estratégicos del país, de frente al pueblo argentino y priorizando el interés nacional. ¿Con qué objetivo político serán tratados los temas más importantes del quehacer económico nacional? ¿A qué interés responderá la decisión que recomiende el nuevo ministro y finalmente tome el gobierno nacional? La decisión sobre las centrales hidroeléctricas, cuya concesión vence el año que viene; la gestión del tránsito fluvial del río Paraná; el análisis de los costos (y por lo tanto de los precios) de las empresas proveedores de bienes y servicios públicos; las concesiones más importantes del país; la desarticulación de los oligopolios que se apropian abusivamente de la renta nacional; la definición de la política industrial; la administración del comercio exterior y el control del movimiento de mercaderías; la gestión del ahorro nacional; las regulaciones sobre el sistema financiero y la fuga de capitales, entre tantos otros temas clave del país, serán más que un botón como muestra de ello.

Si los sectores que nada tienen que ver con la felicidad el pueblo y la grandeza de la patria, aplauden el nuevo gabinete, será entonces que se vienen tiempos duros. Para ellos la estabilidad, o sea, mantener el stau quo, es una apuesta por la que vale aquietar los ánimos y permitir que el gobierno termine su periodo en la paz de los cementerios…

 

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

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