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HISTORIAS PERDIDAS

Cajaraville: pasaje que homenajea a dos soldados

Los homenajeados Cajaraville son Juan Eusebio y Miguel de los Santos, guerreros de la independencia. El primero, soldado de Belgrano, fue desde 1851 vecino de Rosario, donde falleció en 1868 y sus cenizas se encuentran en un nicho del cementerio El Salvador.


Primera parte

El coqueto pasaje Cajaraville identifica al barrio Martin, el del balcón al río que ofrecen las emblemáticas barrancas al Paraná. Esta nota debería haber sido publicada en fecha oportuna de biografía o acontecimiento, pero una conversación de jóvenes escuchada en el transporte urbano, en la que uno de ellos, señalando ser vecino del pasaje, manifestaba no saber quién era Cajaraville, fue el motivo de lanzarla. El desconocimiento del nombre se debe a que no hay placa recordatoria de los homenajeados. El título de la nota adelanta una respuesta: no hay un homenajeado, sino más de uno, en este caso dos personas con el mismo apellido, que no son hermanos y, hasta este nivel de investigación, no tienen parentesco. La ampliación de la información es también aclaración a la imaginaria popular y hasta alguna publicación donde se lee sobre la hermandad sin ningún dato biográfico.

Los homenajeados Cajaraville son Juan Eusebio y Miguel de los Santos, guerreros de la independencia. El primero, soldado de Belgrano, fue desde 1851 vecino de Rosario, donde falleció en 1868 y sus cenizas se encuentran en un nicho del cementerio El Salvador.

Miguel de los Santos, granadero de San Martín, no tuvo relación con Rosario, pero este nombre fue incluido en el decreto de asignación de Cajaraville a una arteria de la ciudad a propuesta de Wladimir Mikielievich, fundador de la Junta de Historia de Rosario, que venía promoviendo el homenaje a Juan Eusebio.

La razón de la extensión del homenaje surge de la historia militar del “guapo Cajaraville”. En efecto, así lo llamó San Martín, como ejemplo, en la arenga previa a la batalla de Maipú (5 de abril de 1818) por actos de arrojo y valentía. Previo al cruce de los Andes, ya venía con marca de guerra del combate de Sipe-Sipe, en el Alto Perú, donde San Martín dejó un escuadrón de su regimiento en apoyo del Ejército del Norte, que después de ese combate lo reclamó. Esta contribución la realizó en su casi fugaz comando de ese ejército. Reintegrado a su regimiento natural, luchó en Chacabuco y se destacó en la retirada del desastre de Cancha Rayada. Después de Maipú, siguió combatiendo en la campaña del sur de Chile, donde se acantonó el Ejército español y se mantuvo por varios años. Por las secuelas de esta lucha muy dura por la geografía del territorio, no pudo acompañar a San Martín al Perú. Antes de volver a sus pagos de Magdalena, en la provincia de Buenos Aires, y a pesar de sus heridas, no dejó de guerrear en luchas civiles y contra los indios. Hay un libro de pequeña tirada, El guapo de San Martín, de Carlos Díaz Risso (2012). Los comentarios periodísticos sobre el mismo lo difundieron y renovaron la fama de valiente guerrero del protagonista.

Hasta su caballo “decano” fue famoso. Miguel se había alistado en el cuerpo de Granaderos en 1813, poco después del combate de San Lorenzo. Llegó con el uniforme y dos caballos, cargos para ingresar a ese regimiento, y regresó a sus pagos con el mismo noble animal, ya ciego. Con el grado de teniente coronel, Miguel de los Santos Cajaraville falleció un 12 de diciembre de 1851. La incorporación en el homenaje fue oportuna por el apellido, pero muy merecida por su valentía jugando su vida por la patria.

De Juan Eusebio no tenemos información sobre sus actuaciones en el ejército, pero no caben las comparaciones, porque el solo hecho de ser soldado en plena guerra por la independencia es mérito suficiente el poner en juego su vida por la patria. Por otra parte, más allá de las actuaciones personales destacadas, los Granaderos a Caballo de San Martín gozaron y gozan en nuestro país de un halo de prestigio podría decirse especial, pero no deja ser proyección de la imagen histórica que los soldados de caballería han tenido. Prestigio que viene, en el mundo occidental, de los equites romanos, pasando por las edades Media y Moderna con el nobiliario título de caballero, que ha quedado como nota distintiva dada a los llamados hombres de bien.

Aclarado este punto, vamos a lo que sabemos de Juan Eusebio. Formó parte del cuerpo de ejército al mando del coronel Domingo French que participó del sitio y rendición de Montevideo bajo la comandancia de Alvear en junio de 1814. Debe desecharse cierta información sobre su participación en los triunfos de Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta, en septiembre de 1812 y febrero de 1813, deducción errónea a partir del dato cierto de haber sido soldado de Belgrano. Lo fue, pero varios años después, situación a la que se llega como resultado de dos procesos de hecho paralelos: el de Belgrano y el del cuerpo de ejército al que estuvo enrolado Juan Eusebio. Los procesos de hechos paralelos se conocerán en la segunda parte.

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