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Caída que no ensucia

La derrota, previsible, no empaña la buena campaña que redondeó el equipo de Sensini en la temporada.

mateo

Derrota previsible, despedida sin reproches. Newell’s cayó 2-1 ante San Lorenzo en un partido donde cualquier análisis exhaustivo que se intente hacer, choca contra el carácter casi informal de un cotejo donde ambos equipos jugaban por nada.

 Con la clasificación a la Sudamericana abrochada y con muchos jugadores ausentes física y mentalmente, Sensini buscó darle al partido una suerte de prueba para algunos juveniles o para aquellos futbolistas que aún no saben bien cuál será su destino a partir de julio. Y a la luz de los resultados, el técnico se llevó más de una decepción.

Si algo quedó claro es que Newell’s hoy no tiene dos futbolistas que puedan suplir las ausencias de Formica y Achucarro. Sin ellos, el equipo no tuvo conductor y así generar riesgo fue imposible. Y para peor, Sperduti, el único que al menos podía inquietar con sus desbordes, sufrió un violento golpe que lo mandó al hospital.

La primera parte fue para el bostezo. Ninguno de los dos pudo hilvanar alguna acción emotiva. El pibe Dening demostró que todavía está verde. En el roce físico, perdió por paliza. Y Diego Torres, que ingresó por Sperduti, se pasó la tarde hamacando la cintura y no cerró bien ni una sola jugada. Para peor, la pelota pasó demasiado tiempo por los pies de Roselli y no hace falta decir cuál fue el destino final.

En la segunda parte una pifia de Schiavi le permitió a Romeo anotar bien temprano. El gol sacudió la modorra del partido. Y el empate llegó por un grosero error de Palomino, que cometió un torpe penal llevándose puesto a Núñez en una acción que traía riesgo cero. Schiavi se sacó la mufa y con jerarquía puso el 1-1.

En un partido tan malo, que los goles surgieran de errores defensivos era una clara señal. Y por eso no extrañó que Benítez anticipara a un dormido Roselli y anotara de cabeza en medio de las torres rojinegras.

Pudo empatarlo Núñez, pero su cabezazo pegó en el palo. Y el árbitro Toia quiso estar acorde al partido y se comió un penal de Benítez a Boghossian.

Al fin y al cabo el empate no iba a cambiar nada, y un partido desteñido de ninguna manera puede ensuciar la buena campaña del equipo de Sensini, que tal vez tenga como única mancha la ausencia de un título, pero que logró un colchón de puntos que le permitirá mirar el futuro y dormir tranquilo.

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