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Brasilia: la ciudad está militarizada para el recambio presidencial

La capital brasileña parece estar preparada para una guerra. Con un operativo de seguridad sin precedentes con 3.500 hombres de las tres fuerzas armadas, misiles antiaéreos y edificios gubernamentales rodeados de alambre de púas, el ex capitán del Ejército asumirá el 1° de enero


Brasilia, la capital brasileña concebida en los años 50 como una ciudad del futuro, parece prepararse para una guerra, con alambres de púas rodeando los ministerios, misiles antiáereos y miles de policías y militares para custodiar la asunción de Jair Bolsonaro, que el 1° de enero se convertirá en el 38° presidente de Brasil.

La capital brasileña fue diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer, fallecido en 2012 a quien sus compatriotas llamaban “el último comunista puro”, el extremo contrario a las posiciones ultraderechistas de Bolsonaro.

El presidente electo de Brasil, ex capitán del Ejército brasileño, hizo del anticomunismo uno de los ejes de su campaña.

Será la primera vez en la historia de Brasil que habrá un operativo de seguridad de semejante tamaño, inspirado en el que se montó para los Juegos Olímpicos Río 2016.

Para la investidura de Bolsonaro se movilizarán a unos 3.500 hombres de las tres fuerzas armadas, policía federal y la de Brasilia.

El operativo de prensa también será inédito, ya que no se podrá cubrir toda la ceremonia de asunción.

Los cronistas deberán elegir un sólo sitio de cobertura, entre el Congreso, el Palacio del Planalto, sede del Gobierno, o Itamaraty, como se llama al edificio que ocupa la Cancillería.

El presidente brasileño, Michel Temer, firmó este viernes un decreto que autoriza a la Fuerza Aérea a derribar aeronaves que entren sin autorización en el espacio aéreo de Brasilia durante el 1° de enero.

El paisaje contrasta con la expectativa de que la asunción sea una fiesta para la que el gobierno de Michel Temer espera entre 250.000 y 500.000 simpatizantes de “El Mito”, como le dicen a Bolsonaro, diputado desde 1991 y ganador de las últimas elecciones presidenciales, en la que quebró el sistema tradicional de partidos vigente desde la Constitución Nacional de 1988.

Bolsonaro aumentó sus medidas de seguridad desde que el 6 de setiembre fue acuchillado en el estómago durante una caminata por Juiz de Fora, en el estado de Minas Gerais, episodio que lo alejó de los debates de campaña, pero le dio un espaldarazo de popularidad hasta la victoria en las elecciones de octubre.

Brasilia aparece militarizada, ya que en torno a la Explanada de los Ministerios, cerrada desde este sábado, el Ejército colocó alambres de púa contra cualquier desborde de manifestantes, tanto a favor como en contra.

La única duda, por temor a otro atentado, es si Bolsonaro desfilará a bordo del Rolls Royce descapotable usado en todas las ceremonias de traspaso del mando presidencial.

En el acto de asunción, no estarán los opositores Partido de los Trabajadores del ex presidente Luiz Inácio Lula da SIlva y los izquierdistas Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Partido Comunista do Brasil (PCdoB), que argumentan que Bolsonaro hizo campaña reclamando la “destrucción” de esas fuerzas.

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