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BRASIL: El gobierno decide responder las acusaciones opositoras

El presidente Luiz Inacio Lula da Silva resolvió asumir desde el gobierno la respuesta a las acusaciones opositoras por el quiebre del secreto fiscal y de supuesta corrupción en la Casa Civil, para evitar que afecten la candidatura presidencial de Dilma Rousseff, quien sigue liderando ampliamente las encuestas.

Luiz Inacio Lula Da Silva
Pte. Lula Da Silva

El mandatario reunió esta mañana en el Palacio del Planalto a varios de sus ministros para discutir el impacto de las recientes denuncias que el opositor PSDB esgrime en su intento de contener el avance de la candidata del PT en las encuestas.

Un relevamiento del Instituto Sensus difundido este mediodía ratificó que Rousseff se mantiene al frente de las encuestas de opinión, al difundir un nuevo relevamiento que le da una intención de voto del 50,5 por ciento sobre el 26,1 del opositor José Serra.

En la reunión de gabinete se decidió que el ministro de Hacienda, Guido Mantega, sea el encargado de aclarar públicamente la postura oficial sobre la denuncia por el vaciamiento de datos fiscales en perjuicio de Verónica Serra, hija del candidato tucano, y de dirigentes del PSDB.

El ministro de Justicia, Luiz Paulo Barreto, será quien tendrá la responsabilidad de abordar la reciente denuncia por el tráfico de influencia que afecta a la ministra jefa de la Casa Civil, Erenice Guerra y a su hijo, informaron los medios locales Folha y Estado.

Del encuentro participó la ministra Guerra, Mantega y Barreto y sus pares de Planeamiento, Paulo Bernardo; de la Controladuría Geeneral de la Unión, Jorge Hage; de la Secretaria de Comunicación Social, Franklin Martins; de Relaciones Institucionaeles, Alexandre Padilha; de la Secretaria General de la Presidencia, Luiz Dulci; y el abogado general de la Unión, Luis Inácio Adams.

Hoy se informó que la Policía Federal brasileña abrirá una investigación sobre el presunto caso de tráfico de influencias y sobornos en el que se menciona como involucrada a la ministra de  Guerra y a su hijo Israel Guerra.

Lula decidió mantener a la ministra en su cargo a pesar de las denuncias y de la renuncia de uno de los asesores de Guerra, pero le demandó que presente respuestas y pruebas lo más rápido posible.

La idea responde a la estrategia ya planteada en el seno del Partido de los Trabajadores de que sea el presidente Da Silva el que asuma el costo de enfrentar las acusaciones opositoras, basado en su alta popularidad, y resguardar de esta manera a la candidata oficialista del desgaste proselitista.

De esta manera, Lula da Silva reafirma su activa participación en la campaña con la participación en la propaganda televisiva y sobre todo en los actos de campaña por todo el país para acompañar a su ex ministra y a los candidatos a caros legislativos y ejecutivos en los 27 estados brasileños.

Anoche, en su décimo quinto acto conjunto, el mandatario dijo en el Estado de Santa Catarina que hay que “extirpar” al partido Demócratas de la política brasileña, al que acusó de “alimentar el odio” en el país.

El Demócratas es considerado hoy un partido de centro derecha refundado en 2007 en sustitución del Partido da Frente Liberal (PFL), que a su vez fue la renovación del Partido Arena, el sustento político más importante de la última dictadura militar.

Este partido es el principal aliado del PSDB, que candidatea a Serra a la presidencia y que lleva como compañero de fórmula al legislador de los Demócratas Indio da Costa.

Lula también cuestionó a la “derecha rabiosa” que “llevó a Getulio Vargas a darse un tiro en el corazón” y también impulsó la dictadura militar en el país.

“Esa misma derecha intentó hacer lo mismo conmigo en 2005, y no pudo porque tenía un ingrediente más. Yo los tenía a ustedes y ellos nunca pudieron lidiar con un presidente nacido de la clase obrera de este país”, enfatizó el mandatario.

Ante el embate presidencial, la oposición brasileña acusó a Lula da Silva de comportarse como un “dictador”.

Paulo Bornhausen, jefe del bloque de diputados de Demócratas, afirmó que el mandatario es un “prototipo de dictador” que no tolera la existencia de fuerzas opositoras y demostró en esta campaña que se comporta como un “nazi fascista”.

Por su parte, el presidente nacional del DEM, Rodrigo Maia, dijo que las declaraciones de Lula demuestran el “desequilibrio del presidente por los últimos episodios” denunciados por la oposición, y que “se aprovecha de su popularidad para intentar pisar a sus adversarios”.

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