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Boulogne-sur-Mer honró la figura del general San Martín

La ciudad donde vivió sus últimos años manifiesta un especial respeto por la trayectoria del Libertador.

En Boulogne-sur-Mer el de ayer no fue un día cualquiera. Engalanada como en pocas oportunidades, esta ciudad de 50 mil habitantes –que con los que residen en el conglomerado alcanzan a 180.000– conmemoró ayer con especial respeto el aniversario del fallecimiento del general José de San Martín, uno de sus más ilustres huéspedes, libertador de tres países y venerado como uno de los más esclarecidos luchadores por la emancipación de la América del Sur.

Potenciado por la evocación del Bicentenario de la Revolución de Mayo, para consolidar la cual abandonó su brillante carrera militar en España, el aniversario hizo lucir embanderadas con blasones de Francia, la Argentina y el municipio local la Grande Rue donde se encuentra la casa-museo que acogió los últimos años del Padre de la Patria, la avenida costanera donde está emplazada la estatua ecuestre que el año pasado cumplió cien años, la peatonal de la ciudad y varias calles que confluyen al centro histórico de Boulogne.

San Martín se mudó a Boulogne, sobre el paso de Calais que separa a Francia de Inglaterra, en aquellos agitados días de la caída de Luis Felipe arrastrado por los alzamientos populares que llevaron a la instauración de la II República. Era 1848 y el general, por razones todavía imprecisas, recaló en esta ciudad costera que acababa de inaugurar su conexión ferroviaria con París, donde San Martín había estado sobrellevando su honroso retiro.

Alquiló para vivir junto a su hija Mercedes y su yerno Mariano Balcarce el segundo piso de la casona recién inaugurada que había hecho levantar Adolphe Gerard, abogado, periodista, director de la biblioteca de la ciudad y personalidad destacada de la villa.

La casa, de cinco pisos, adquirida por el Estado Argentino en 1926 a los herederos de Gerard, atesora desde entonces el ámbito donde el Libertador pasó sus últimos dos años. Sede del Consulado argentino desde 1928, comenzó a funcionar como museo en 1934 y desde 1968 cumple exclusivamente ese papel bajo la dependencia de la Sección Cultural de la Embajada argentina en Francia.

Recibe a unos cuatro mil visitantes por año, en su mayoría argentinos, latinoamericanos y también europeos y está actualmente a cargo de Marco Tapia Parra, un curador de museo que ganó el cargo por concurso y completará su gestión  a fin de año.

Ayer, vestido con el uniforme histórico del Regimiento de Granaderos a Caballo –es suboficial mayor del Ejército en el arma de Comunicaciones– Tapia Parra formó parte del grupo de casi un centenar de personas que animó los actos evocativos de la figura de San Martín.

Éstos se cumplieron frente a la estatua ecuestre del Padre de la Patria y en la Casa Museo, encabezados por el cónsul argentino en Francia, Miguel Hillmann; el embajador argentino ante la Unesco, Miguel Ángel Estrella; la secretaria de Cultura de la legación argentina en París, María Paula Mac Loughlin, y representantes de las Fuerzas Armadas de la Nación destacados en Francia.

Al lado de las autoridades argentinas estuvieron el intendente de Boulogne-sur-Mer, reciente visitante en la ciudad de La Plata –hermanada con la localidad francesa– para los actos del Día de la Independencia, y representantes del Círculo Histórico Sanmartiniano de la ciudad que sesiona semanalmente en la casa-museo encabezados por su presidente Luc Tassar, y de las Damas Patricias Argentinas, cuya vicepresidenta es la francesa Janinne Gómez. 

Los actos se complementaron con un oficio celebrado en la iglesia San Nicolás, donde se cantó la Misa Criolla, y una muestra de pinturas de Antonio Seguí en la cripta de la catedral de la ciudad, donde los restos de San Martín permanecieron sepultados durante once años después de su muerte y antes de su traslado a París hasta su repatriación en 1880.

“No se sabe por qué San Martín eligió este lugar para pasar sus últimos años, especialmente teniendo en cuenta que el clima aquí no es el más recomendable para una persona con la salud quebrantada como él la tenía entonces”, indicó Tapia Parra en comunicación con El Ciudadano. Ayer, en línea con esta descripción, los actos transcurrieron en una jornada con fuerte viento, alta humedad, chaparrones y unos 14 grados de temperatura, nada de lo cual deslució el respeto con que Boulogne-sur-Mer recordó al hombre que allí, el 17 de agosto de 1850, a las tres de la tarde, con el último aliento, musitó a Mercedes: “Hija, ésta es la fatiga de la muerte”. Y expiró, luego de haberle confiado a su yerno que anhelaba que su corazón reposara en su amada patria.

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