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Reflexiones

Botín, el banquero más poderoso de España

Un Botín: expandió a imperio el legado de su abuelo, se codeó con artes y deportes, hizo fortuna y zafó de varias causas judiciales.


Emilio Botín, presidente del Banco Santander, convirtió una entidad familiar en uno de los bancos más importantes del sistema financiero internacional gracias a su política expansiva en América latina y Europa.

Bisnieto, nieto e hijo de banqueros, Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos falleció ayer a los 79 años de un infarto en Madrid.

Nacido el 1º de octubre de 1934 en una familia de abolengo en Santander, norte de España, tuvo seis hijos con la vasca Paloma Oshea Artiñano: Ana Patricia –favorita para su sucesión en la presidencia del banco–, Carolina, Paloma, Carmen, Emilio y Francisco Javier.

Toda su carrera transcurrió en esta entidad bancaria fundada en 1857 por su bisabuelo, a la que ingresó en 1958, al terminar sus estudios de Derecho y Economía, y de la que se convirtió en presidente en 1986.

Bajo su presidencia, el Santander no ha parado de crecer en España, pero sobre todo en el extranjero, pese a su inglés dubitativo, con un fuerte acento, del que él mismo se mofaba en las presentaciones de resultados ante periodistas extranjeros.

Apasionado por el manual de estrategia militar escrito hace más de 2.500 años por el filósofo y guerrero chino Sun Tzu, “El arte de la guerra”, convirtió la entidad familiar en el primer grupo bancario de la zona euro y entre los más importantes en países como Brasil, Chile, México o Argentina.

En España, entre sus grandes operaciones destacan la compra del banco español Banesto en 1993 y la absorción del Banco Central Hispano en 1999.

Desde que la entidad anunció la noticia de su muerte a primera hora de ayer, no han parado de llegar mensajes y homenajes del mundo económico y político.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, dijo de él que fue “un gran embajador de la marca España” en el mundo.

Todo terreno

Su fuerte personalidad predomina en la sede del banco, un campus inmenso instalado en Boadilla del Monte, en las afueras de Madrid, rodeado de una imponente colección de olivos centenarios, piezas artísticas e incluso un campo de golf, deporte que le apasionaba. Fue suegro del mejor golfista de la historia de España, Severiano Ballesteros, que estuvo casado con su hija Carmen.

De aspecto jovial, calvo y casi siempre luciendo una corbata roja, cuando no una chaqueta del color corporativo del Santander, Botín, al que todos se referían como “el presidente”, se había convertido en uno de los hombres más poderosos del país y en una de sus principales fortunas.

Amante de la investigación y las ciencias, lideraba la fundación Marcelino Botín, dedicada a la investigación científica y en su ciudad natal preparaba la apertura del Centro Botín, dedicado a la cultura, en un edificio construido por el arquitecto italiano Renzo Piano. Se trata de la mayor inversión privada en una infraestructura cultural en España.

No era raro verlo tampoco asistiendo a las carreras de Fórmula 1, para animar a su protegido, el bicampeón mundial español Fernando Alonso, a cuyo equipo, Ferrari, también patrocinaba.

Escape de la burbuja

La estricta política de gestión del grupo y sus fondos internacionales permitieron al Santander escapar del naufragio del sector bancario español tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008, aunque su imagen no ha estado exenta de polémica.

Durante la crisis económica, Botín fue uno de los blancos predilectos de los manifestantes que lo consideraban uno de los principales responsables de la debacle del sector financiero.

Varios puntos oscuros

Pero su carrera de éxitos no estuvo exenta de polémicas. En mayo de 2013 tuvo que declarar como testigo ante la Justicia por el papel jugado por el Santander durante la entrada a bolsa de Bankia en 2011. Sólo un año más tarde, esta última entidad, muy afectada por el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008, se hundió precipitando un rescate estatal.

En 2005 fue absuelto por un tribunal de Madrid de los delitos de “apropiación indebida” y administración desleal” por el pago de unas indemnizaciones de jubilación millonarias y en 2012 la Justicia española también archivó una investigación por fraude fiscal tras aparecer en una lista de 659 contribuyentes españoles que poseían cuentas en Suiza con fondos no declarados entre 2005 y 2009.

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