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Bonfatti: “Santa Fe no precisa un delegado de la Nación”

Por: Daniel Zecca.- El candidato a gobernador del Frente Progresista hizo un balance de la interna y apuntó fuerte al 24 de julio.

De la mano de Hermes Binner, Antonio Bonfatti acaba de dar el paso más importante de su carrera política. El hombre que empezó a militar en los 70, convencido de que la medicina no le alcanzaba para dar “un abordaje colectivo a los problemas de las personas”, acaba de ser elegido como candidato a gobernador del Frente Progresista, en una histórica elección donde el socialismo desnudó una contradicción interna que llevaba más de una década, y en la que el radicalismo volvió a tallar fuerte por primera vez después de la crisis del gobierno de Fernando de La Rúa, de la mano del intendente santafesino Mario Barletta.
Casi 300 mil votos conseguidos en la elección del 22 de mayo lo transformaron en un ganador claro, pero él sabe que tendrá que armar un rompecabezas complejo para ser elegido gobernador en la noche del 24 de julio, donde intervendrán factores que van desde el desacuerdo con la UCR a nivel nacional y la proyección de Binner, hasta la nacionalización de la campaña, de la mano de la presidenta Cristina Fernández con el apoyo a su candidato, Agustín Rossi.
En un extenso diálogo con El Ciudadano, el hombre de “los mates” en el socialismo, una especie de Tata Martino de la política –según la comparación que él mismo eligió– aclaró que no le tiene miedo a las visitas de la presidenta para hacer campaña por el kirchnerista Agustín Rossi, aseguró que el voto radical lo va a acompañar en la provincia, y que va a ganar la elección del 24 de julio aunque sea por un voto, aunque no se animó a pronosticar el futuro de Binner.
—¿Siente que logró transmitir en la campaña la impronta de Antonio Bonfatti o todavía sigue siendo sólo el elegido del gobernador?
—Yo creo que se logró en la última etapa de la campaña. Porque nosotros insistimos en el proyecto, en el equipo, pero también se va estableciendo una especie de “feeling” personal con la gente. Y yo lo notaba en la calle. Lo notaba recorriendo barrios, ciudades, la peatonal, en los paseos de los domingos. Indudablemente se va generando un vínculo y ese vínculo se va fortaleciendo con el tiempo.
—¿Qué cree que la gente percibe de usted como rasgo distintivo?
—Varias veces me transmitieron a través de terceras personas que inspiraba confianza. Pero a lo mejor son parientes míos (se ríe)…
—Fuera de la política, ¿qué lo distrae?
—El fútbol.
—¿Hincha de?
—Toda mi familia es de Central, pero a mí un vecino me hizo hincha de Newell’s.
—Si tuviera que elegir un jugador que lo represente en su manera de hacer política, ¿a quién elige?
—Al Tata Martino. Sería un cinco, que va distribuyendo juego y armando.
—¿Ese es su perfil?, el consenso, “los mates”, el armado de las estrategias.
—Y sí. Uno aprende a trabajar en base al juego. Y yo tuve la gran suerte de nacer en un barrio, donde mi padre tenía una carpintería con un terreno enorme. Vivía en Salta entre Crespo y Vera Mujica. Y ahí teníamos un club. Y aprendí a jugar organizando el juego, porque había que marcar la cancha con la cal y la regadora, tejer la red, coser la pelota cuando se pinchaba, y a mí me gustaba hacer todo eso, lo que me dio una perspectiva de armonización y de coordinación.
—Pasada la elección, ¿no fue positivo haber saldado una discusión histórica en el socialismo?
—No, para mí no, porque el Frente Progresista es muy nuevo y todavía le falta madurar muchas cosas. Ni siquiera está institucionalizado con un estatuto, con una carta orgánica, al estilo de Uruguay o Chile. Entonces puede quedar alguna rencilla. A lo mejor no en los dirigentes, pero usted vaya a los pequeños pueblos, donde tuvo que dirimir Juan contra Pedro, que viven separados por dos cuadras. Y quedan esos chispazos. Porque los seres humanos tenemos estas cosas.
—¿Que va a pasar ahora con esos chispazos?
—Se irán zanjando con el tiempo.
—¿Cómo lo vio a Giustiniani en la reunión de la semana pasada, con todos los precandidatos a gobernador?
—Muy bien. Rubén se puso a disposición para recorrer la provincia cuando lo consideremos oportuno y para seguir trabajando juntos.
—¿Imagina jugando fuerte a la presidenta en la provincia?
—Me han dicho que va a venir cinco veces. Bueno, que venga. Nosotros no precisamos un delegado de la Nación, sea quien fuere el presidente. Precisamos un gobernador que tenga capacidad para resolver los problemas, porque del dicho al hecho hay un trecho muy grande. Y en el cómo está la diferencia. Cómo hacemos para instrumentar un modelo de salud, cómo hacemos para implementar un modelo de educación, cómo hacemos para llevar una propuesta de diálogo con el sector de la producción, para generar más inclusión y empleo. Este es el cómo y ahí marcamos la diferencia. Con los delegados de la presidenta no solucionamos los problemas.
—Sin embargo, esto de la sintonía con la presidenta funcionó en otras provincias.
—Sí, pero con el mismo criterio le diría que en el 2007 Binner no podría haber sido gobernador de esta provincia. O desde el año 89 no podríamos estar gobernando la ciudad de Rosario, porque tendría que ser todo del mismo color.
—Además, ustedes no se llevan tan mal con Cristina. ¿O sí?
—No, primero le tenemos un gran respeto a la figura presidencial, y segundo hemos sido críticos cuando lo creímos oportuno, pero siempre con una propuesta alternativa. Cuando coincidimos también lo expresamos.
—¿Cuáles son las diferencias más grandes?
—Yo creo que la economía va a pasar en muy corto tiempo por un proceso muy complejo. La inflación va a ser un cuello de botella, la balanza comercial no cierra, la forma y el estilo de construir sin diálogo, tampoco, porque eso no genera confianza, y cuando no hay confianza nadie invierte pensando a largo plazo.
—¿Con cuantos votos se gana la elección del 24 de julio?
—No hice números, pero se gana con un solo voto más que el segundo.

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