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Frustado golpe institucional

Bolsonaro intentó sin éxito destituir con militares a la Corte Suprema, reveló una revista

Según la publicación, el plan era que el Ejército ocupara el Supremo Tribunal Federal y cumplir con una supuesta orden del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el propio presidente Bolsonaro, de abandonar sus cargos. La excusa era que el TSF emitía "órdenes ridículas", difíciles de cumplir


El presidente Jair Bolsonaro intentó sin éxito destituir a los 11 ministros del Supremo Tribunal Federal mediante una intervención de las Fuerzas Armadas en la alta corte en mayo pasado, pero el plan no pasó de un nuevo capítulo más de la disputa con los otros poderes, reveló este miércoles la revista brasileña Piauí.

Mediante la cita de cuatro fuentes del Gabinete que participaron de una reunión realizada en mayo en el Palacio del Planalto, la revista adjudica a Bolsonaro la idea de intervenir militarmente en la Corte Suprema

“Voy a intervenir”, les dijo Bolsonaro a sus ministros en una reunión realizada el viernes 22 de mayo en el Palacio del Planalto, según Piauí.

Según el plan, militares del Ejército debían ocupar el Supremo Tribunal Federal (STF) y cumplir con una supuesta orden del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el propio presidente Bolsonaro, de abandonar sus cargos.

“Los sustitutos, militares o civiles, serían entonces nombrados por el presidente hasta que todo vuelve a tener orden”, dice Piauí sobre los dichos del mandatario.

La idea fue neutralizada, de acuerdo con las fuentes, por el general retirado Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, encargado de lanzar un comunicado oficial horas después amenazando al Supremo Tribunal Federal de que no se cumplen “órdenes ridículas”.

Ese día, el ministro de la Corte Celso de Mello había enviado al fiscal general un pedido de un denunciante para confiscar el teléfono celular del presidente, un rito de rutina que fue descartado, pero que Bolsonaro consideró humillante.

Ese mismo día Mello autorizó la divulgación del video de una reunión de Gabinete del 22 de abril en la cual Bolsonaro le pide al entonces ministro de Justicia, Sérgio Moro, que lo deje intervenir en la Policía Federal para detectar si existen investigaciones contra sus hijos y amigos.

Es esta causa de obstrucción de la justicia contra Bolsonaro que provocó la amenaza de intervención del mandatario, una acción que según Piauí no tuvo eco sobre todo porque nunca se había intervenido apenas un poder a la luz del día, sin argumentos legales.

El gobierno había acudido a juristas aliados para diseminar en los días siguientes la ejecución del artículo 142 de la Constitución, que según una parte de los militares bolsonaristas tornan a las Fuerzas Armadas moderadoras en caso de una crisis de poderes.

Esta interpretación fue rechazada por los miembros del Superior Tribunal Federal y gran parte de los partidos políticos, incluso los que forman parte de la base parlamentaria de Bolsonaro.

Los fallos de la Corte continuaron a tal punto que amigos y aliados de Bolsonaro fueron detenidos y están investigados por financiar y montar una red de fake news e incitación al odio contra rivales políticos.

Sobre todo porque parte de ese entramado tuvo origen en computadoras de despachos oficiales del Palacio del Planalto o del despacho parlamentario del diputado Eduardo Bolsonaro, uno de los hijos del presidente, según reveló TV Globo este domingo en el programa Fantástico.

El presidente estaba en plena ebullición política a raíz del avance de la pandemia y su negacionismo contra el distanciamiento social, al punto que participó de manifestaciones por el cierre del Congreso y del Supremo Tribunal Federal.

Un fallo de la Corte que irritó a Bolsonaro fue aquel de marzo en el cual le prohibió al Poder Ejecutivo eliminar las cuarentenas dictadas por gobernadores e intendentes ante el avance de la pandemia.

Días más tarde de ese episodio, Bolsonaro públicamente dijo la frase “¡Se terminó, mierda!”, al repudiar una acción contra sus aliados por diseminar campañas virtuales de odio y golpismo.

Ese pico de tensión se fue reduciendo hasta que Bolsonaro comenzó a reconstruir su poder de base parlamentaria, haciendo acuerdos con la “vieja política” de la derecha tradicional en el Congreso y bajando los decibeles de la disputa política hasta la actualidad.

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