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Birmania liberó disidente

La Junta Militar que gobierna el país asiático puso fin al cautiverio de siete años de la premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, quien pasó 15 de los últimos 21 años bajo detención en su propia casa.

La disidente birmana Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz 1991, fue liberada ayer después de siete años de arresto domiciliario y ante miles de sus simpatizantes reunidos en la puerta de su casa en la capital, Rangún, e hizo un llamado a la unidad para lograr el objetivo de una Birmania democrática.

Suu Kyi apareció conmovida ante la puerta de su residencia-prisión de la University Avenue, en Rangún, mientras miles de personas la aguardaban para saludarla. Poco antes, un grupo de funcionarios de la dictadura militar que gobierna el país le había anunciado el fin de su cautiverio.

“Debemos trabajar juntos, al unísono, para alcanzar nuestro objetivo”, dijo la dirigente opositora a sus simpatizantes, a quienes les prometió que hoy dará un discurso en la sede de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (Lnd), el primero después de su liberación.

“Hay un tiempo para el silencio y un tiempo para hablar”, indicó emocionada y regresó entonces al interior de su casa acompañada por funcionarios de su partido, según un cable de Ansa.

Su liberación ocurrió en el día que vencía la extensión de 18 meses de su arresto domiciliario por haber dado hospitalidad, en mayo del 2009, a un intruso estadounidense.

Suu Kyi, de 65 años, hija del general Aung San, héroe de la independencia  Birmana, transcurrió 15 de los últimos 21 años en detención. La junta militar no hizo aun ningún comentario sobre su liberación.

Los gobiernos de Gran Bretaña y Francia manifestaron su satisfacción por la liberación de la dirigente birmana. El primer ministro británico, David Cameron, dijo que esta liberación “habría debido ocurrir hace ya tiempo”.

A su vez, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, advirtió a las autoridades birmanas contra “posibles obstáculos a la libertad de movimiento y de expresión” para Aung Sang Suu Kyi, lo que “constituiría una nueva e inaceptable negación de sus derechos”.

Mientras tanto, Amnistía Internacional, a través de su secretario general Salil Shetty, dijo que “la liberación de Aung San Suu Kyi es ciertamente una noticia positiva, aunque marca sólo el fin de una sentencia injusta y tomada ilegalmente”.

“Permanece el hecho de que ella y los demás prisioneros de conciencia no deberían nunca haber sido arrestados”, indicó. “Esta vez –añadió– las autoridades deben garantizar la seguridad de Aung San Suu Kyi” y “deben poner fin a la perenne injusticia de la encarcelación por motivos políticos”.

La entidad denunció que en el país asiático hay actualmente más de 2.200 presos políticos. La liberación de la premio Nobel de la Paz se produce después de las elecciones en el país asiático oficialmente denominado Myanmar, el domingo pasado, que fueron boicoteadas por el partido de Aung San Suu Kyi y en las que venció la agrupación política que respalda a la dictadura militar.

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