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Bioetanol de buena leche

Prometedores resultados de un estudio realizado en Córdoba que logró obtener biocombustible a partir del suero que desecha la industria láctea. El hallazgo satisfaría más de la mitad de la demanda interna.

Los deshechos de la fabricación láctea que realizan los productores pueden ser utilizados para producir bioetanol con el desafío de lograr escala y rentabilidad. Los números difundidos son elocuentes, ya que por cada kilo de queso elaborado los fabricantes despiden nueve litros de suero lácteo, residuo que en gran parte se destina a alimentar cerdos o simplemente se desecha, lo que contamina las napas de agua.

Un equipo científico de Córdoba encabezado por el investigador Pablo Rodríguez sabía que donde hay azúcares se puede conseguir alcohol, y a mediados de 2009 lo logró: por cada 37 litros de residuos obtuvo un litro de alcohol etílico, también conocido como etanol y como agregado obtuvo un kilo de dióxido de carbono para gaseosas y 35 litros de agua limpia.

Así, esta industria tiene el potencial de convertirse en un importante proveedor de biocombustible, aunque aún existen opiniones encontradas sobre la viabilidad económica de llevar esto a cabo a gran escala.

“El logro de los investigadores cordobeses era música en los oídos de Tulio Del Bono, el ministro de Ciencia y Tecnología de la provincia argentina de Córdoba”, según publicó América Economía.

Inmediatamente sacó cuentas alentadoras. Si las queserías de la cuenca lechera argentina generaron 3.800 millones de litros de suero lácteo en 2008, potencialmente se podrían producir 102 millones de litros de etanol.

No es un volumen despreciable para el mercado argentino, que todavía no logra satisfacer la demanda por biocombustible que generó una nueva ley que exige que el 5 por ciento de la gasolina sea etanol.

“Podríamos atender más del 50 por ciento de la demanda interna de etanol, sin desmontar una hectárea de bosque nativo, de algún cultivo alimentario, ni aumentar un centavo el precio del azúcar”, concluía Del Bono lleno de entusiasmo a la hora de los anuncios.

Tomando los precios de etanol fijados por el gobierno argentino, la tecnología podría generar un negocio de 70 millones de dólares al año donde antes sólo había mal olor.

Con esas cuentas en mano el ministro tentó al gobierno federal para sumarse al desafío y acordaron una inversión conjunta de unos 215.000 dólares para una planta piloto que pruebe su factibilidad económica. Después se comenzará con el proceso de transferir este proceso productivo al sector privado.

Iniciativas como éstas se multiplican en Sudamérica. La Universidad del Norte de Paraná, en Londrina, Brasil, montó una destilería con los mismos fines y resultados.

Los brasileños están tan optimistas que el coordinador del proyecto, Hélio Suguimoto, cree que el procesamiento industrial de desechos lácteos podría ser más económico que el procesamiento de la caña de azúcar.

A su disposición están los 5.000 millones de litros de suero lácteo que produce anualmente el gigante sudamericano.

En Chile, la Universidad Tecnológica Metropolitana acaba de lanzar un proyecto de 270.000 dólares para hacer su propia planta piloto de conversión de desechos de leche.

Sin embargo, no todos son tan optimistas.

“Hasta ahora lo único competitivo es el etanol originado en caña de azúcar”, asegura Juan José González, que trabaja en la oficina argentina de la empresa belga De Smet Ballestra, un líder mundial en tecnologías para la industria oleaginosa y de biocombustibles.

Sin embargo, no son pocos los productores agrícolas latinoamericanos que buscan maneras de entrar a este campo y no se desalientan por opiniones como ésta.

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