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Balacera en el sur

Bedouret: “Prefiero sentir miedo y no vergüenza”

El abogado que el ataque haya sido perpetrado por alguno de sus clientes y reconstruyó la trama que comenzó a tejerse el jueves para terminar casi en tragedia 48 horas después.


Jorge Bedouret, reconocido abogado penalista de 65 años, se recupera de los siete disparos que recibió el sábado pasado cuando fue emboscado por dos desconocidos que lo citaron al mediodía haciéndose pasar por clientes en Ovidio Lagos (ruta 18) y la vía del ferrocarril.

El abogado dialogó con El Ciudadano y negó que el ataque haya sido perpetrado por alguno de sus clientes, como por ejemplo la banda de los Monos, y reconstruyó la trama que comenzó a tejerse el jueves para terminar casi en tragedia 48 horas después.  Ese día, una familia se comunicó al estudio de Bedouret y le contó que un hijo de unos 19 años tenía pedido de captura y se quería entregar. Sin embargo, los padres le advirtieron que el joven no se animaba a salir del barrio, que queda pasando Puente Gallegos a la altura de Ovidio Lagos cuando se transforma en la ruta provincial 18. Continuaron las llamadas hasta que, el viernes, un familiar directo se presentó en el estudio. Allí, acordaron que se encontrarían al día siguiente en el barrio, explicó el letrado.

El sábado al mediodía, Bedouret se subió a su camioneta Ford Ranger, cargó combustible en la estación de servicio de Lagos y avenida Circunvalación para luego continuar hasta la zona pautada. A cinco minutos de llegar al lugar, el abogado cambió dos o tres veces de dirección.  “Se acostumbra a darles otra ubicación porque si son truchos se aburren y dejan de molestar”, describió, y agregó que el lugar que quedó fue en un camino a unos kilómetros de la estación de servicio. Los falsos clientes lo esperaban en la calle paralela a un motel, 20 metros hacia adentro. Un muchacho, con campera y la capucha puesta, estaba al lado de un Ford Fiesta. “Había otro tipo en el asiento del conductor. Que haya tenido la capucha no me llamó la atención porque llovía”, recordó la víctima y contó que bajó de la ruta, y estacionó sin que nada le advirtiera que estaba en peligro. “Me acerqué muy suelto para saludarlo y sacó un arma. «Dame el celular» y disparó. El tiro me dio en la pierna izquierda que me hizo dar unos pasos para atrás. Esas fueron las únicas palabras que me dijo”.

La víctima contó que a pesar del asombro le gritó varias veces: “¡Pará de tirar!”. El letrado abrió la puerta de su 4 X 4, sacó el celular y se lo entregó. El atacante se acercó a la ventanilla del conductor del Fiesta y le mostró el teléfono. La dupla le devolvió la mirada y el de capucha abrió fuego en tres oportunidades. Los tiros le pegaron nuevamente en la pierna y le volaron la última falange del dedo meñique. Bedouret había aprovechado para subirse a la Ranger y cerrar la puerta. “Estaba nervioso. No podía sacar el parking (de la caja de cambio automática, que inmoviliza el vehículo). No podía pisar el freno porque la pierna izquierda la tenía destrozada, lo apreté con la derecha y arranqué. Ahí me tiraron cuatro veces más. Son los tiros que quedaron en la puerta, uno de esos entró por la cadera y otro en el codo. En total la camioneta tiene nueve impactos. Disparaba con una pistola 9 milímetros pero me pareció que estaba modificada”, aclaró.

El abogado se sorprendió porque no lo siguieron y a medida que dejaba atrás el camino del motel comenzó a revisarse para constatar que no tuviera otros impactos y empezó reírse, a llorar, a recordar a su familia y a agradecer que estuviera vivo. “Uno se pone místico en estos casos. Llegué a la estación de servicio, donde había cargado nafta antes y me metí entre los surtidores. Me bajé, conté lo que me pasó y ahí me llevó la ambulancia hasta el Heca”.

Su hipótesis

“Una de las cosas por las que se pueden haber enojado es porque entregué el celular de menor valor, el que no tiene WhatsApp. Cuando se lo mostró al otro, habrán pensado que los quise cagar. Sin embargo, no me deja de sorprender tanto despliegue por eso”, agregó el letrado.

Bedouret quiso agradecer la atención que recibió en el Hospital de Emergencias y también a los médicos del Sanatorio Mapaci, donde terminó la recuperación.

“Prefiero sentir miedo y no vergüenza por no poder cumplir con mi profesión. El día que tenga que decir que no puedo reunirme cuando me llame un cliente dejo el derecho penal”, remató el letrado, para terminar por recordar a todos los colegas penalistas, a los representantes del Colegio de Abogados, los jueces, amigos y familiares que lo fueron a saludar y se preocuparon por su salud.

El caso quedó a cargo de la Fiscalía de Homicidios, con la colaboración de la PDI anunciaron que como primera hipótesis investigan un robo.

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