Luego de una grave imputación fiscal, la jueza Roxana Bernardelli resolvió dictar durante una audiencia desarrollada ayer la prisión preventiva para un joven de 22 años detenido un día antes por el crimen de Luís Ángel Bassi. El homicidio tuvo lugar el 22 de octubre en Villa Gobernador Gálvez y dos semanas después la Policía de Investigaciones allanó cinco viviendas en barrio Las Flores. La medida terminó con la detención de un joven que no opuso resistencia. Según se conoció en la audiencia, la familia de la víctima aportó algunos apodos que llegaron a sus oídos por terceros, dato que coincidió con un informe policial que sindicó a los presuntos autores por sus alias. Ello derivó en una serie de medidas como intervenciones telefónicas y allanamientos donde se secuestró material tecnológico que aún no fue peritado. Por su parte el defensor del joven cuestionó la acusación y sostuvo que se trata de una parodia policial para calmar el clamor social. Una prueba importante será el reconocimiento en rueda de personas que, según fuentes consultadas, se realizará en forma urgente.
Durante una audiencia oral que se realizó ayer la Fiscalía a cargo de Florentino Malaponte imputó a Pablo Ariel A. de efectuar los disparos que terminaron con la vida de Bassi padre el pasado 22 de octubre, cuando el hombre se encontraba en la puerta de su remisería junto con otra persona tomando mates. El funcionario sostuvo que el acusado comenzó sorpresivamente a disparar contra la víctima incluso cuando ya se encontraba en el piso y huyó efectuando tiros para cubrir su huida. El fiscal refirió que no sólo baleó a Bassi, quien recibió entre 10 y 12 disparos según la autopsia, sino que además hirió a quien lo acompañaba en el codo izquierdo.
Hubo tres testigos presenciales del hecho que describieron al agresor y están en condiciones de realizar un reconocimiento en rueda de personas, según refirió el fiscal. A su vez, uno de ellos aportó la patente del auto en el que huyó el agresor, presuntamente con otros dos hombres, según la acusación. Este dato coincidió con la patente de un Chevrolet Agile que fue hallado incinerado por Gendarmería pocas horas después del homicidio en un camino de la vecina localidad, cuyo revenido arrojó que sus guarismos no se corresponden con ningún vehículo en regla, se oyó en la audiencia.
Según el informe policial, en el lugar del hecho fueron halladas 15 vainas servidas y 7 ojivas, 5 de ellas deformadas, a lo que se sumó un balazo en un vehículo que se encontraba en el lugar. De la pericial balística surgió que todos los disparos fueron efectuados con la misma arma. Malaponte refirió que dos de los tres testigos oculares confirmaron sus dichos durante una entrevista fiscal, versión que se vio reforzada por el hallazgo del automóvil. A lo que agregó que la familia Bassi, a 48 horas del hecho, sostuvo que allegados les habían informado que los autores del crimen eran un tal Diablito o Satanás y otro apodado Javito.
El fiscal argumentó que, además, se realizó un informe de inteligencia de la Policía, que no contaba con el dato aportado por los Bassi. El documento sostuvo como probables autores del crimen a Diablito o Satanás y a Javito. Por lo que ordenó la intervención de líneas telefónicas y el jueves, con orden judicial, se realizaron 5 allanamientos en el que se logró la detención de Pablo Ariel A., a quien el informe le atribuye ser Diablito o Satanás, y le endilga dos antecedentes penales por resistencia agravada y encubrimiento. Por su parte, el joven que llegó a la sala fuertemente custodiado –con chaleco antibalas y esposado– se despegó del hecho: dijo que el día 20 se levantó cerca de la una de la tarde, porque trabaja en una panadería familiar ubicada en su vivienda y se enteró del crimen por televisión. A ello agregó que lo sorprendió durmiendo el allanamiento en su domicilio y cuando se despabiló estaba en una celda en Piñero: “Fue algo que nunca viví; me cambiaron la vida totalmente”.
“Pescado podrido”
A su turno el defensor, Marcos Cella, arremetió contra la investigación: sostuvo que se encuentra frente a una “parodia policial” y tildó el informe de inteligencia como ridículo. Sostuvo que el documento es ambiguo, porque habla de Diablito o Satanás y a su cliente le dicen Mono. Argumentó que dos de los testimonios se contradicen en la descripción del agresor. En relación con un testigo, dijo: “Dice que el sicario es blanquito y mi cliente es bastante oscuro”, y continuó en relación con otro testimonio: “Dice que es morrudo y morrudo no es”, a la vez que hizo poner de pie a su cliente.
Cella denunció que durante el allanamiento sacaron fotos a fotos de su cliente, circunstancia que no está asentada en el acta; detalló su temor a una rueda de reconocimiento positiva si por descuido esas fotos se filtran y pidió la nulidad del acta, aunque ello fue desechado por la magistrada, quien le indicó que existen otros canales legales para denunciar este tipo de cuestiones. Argumentó que su pupilo está detenido por un informe policial. “Creo que la Fiscalía compró pescado podrido policial”, afirmó y detalló que en su carrera defendió a media docena de personas con el apodo de Diablito. Cella concluyó que su cliente fue denostado públicamente, expuesto como un monstruo, un sicario con ocho causas. “Tiene un encubrimiento, las otras causas están archivadas”, refirió. Y concluyó: “Yo no soy el abogado del diablo, él (por su cliente) no es Satanás. Están trabajando en pos de parar el clamor social y los medios de Buenos Aires”.
La jueza Roxana Bernardelli resolvió dictar la prisión preventiva de Pablo A. por 52 días, en base a los elementos que acercó la Fiscalía, a lo que sumó que la pena en expectativa hace presumir un peligro de fuga o un entorpecimiento de la investigación.
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