Cultura

“Barullo” cumple dos años y sigue firme en batir el parche cultural de la ciudad

A contramano de los tiempos digitales, la aparición en papel de una publicación con salida sistemática y la ambición de dar cuenta de la realidad cultural en su sentido más amplio, dando prioridad al “barullo” artístico rosarino, continua una rica tradición y permite leer por fuera de la pantalla


Mucho algoritmo pasó y pasa bajo el puente de la cultura local; blogs, páginas Web, revistas digitales, periódicos que sucumbieron y abandonaron el papel para continuar de modo virtual. Por fuera de los diarios, apenas unas pocas revistas, algo discontinuas, hacen presencia desde el papel, intentan continuar una tradición que sufrió los embates de las nuevas tecnologías pero que no perdió seguidores, verdaderos enamorados de la letra impresa, del diseño gráfico palpable, del irresistible aroma a impresión cuando se las pesca recién llegadas al kiosco o donde fuera que se distribuyan.

Rosario supo ser constante en la edición de revistas que abarcaban un espectro cultural amplio: hubo de cine, de teatro, de danza, de historietas, de información y cultura y entre ellas varias de afinado gusto y precisa mirada sobre los fenómenos culturales.

Pero eso fue en el pasado; hacía rato que no surcaba los aires locales –si se descuentan algunas de aparición irregular como se dijo más arriba–  una revista en papel con salida sistemática y una ambición de dar cuenta de la realidad cultural en su sentido más amplio, dando prioridad  al “barullo” artístico rosarino que, se sabe, ofrece para todos los gustos y se esmera en expresiones diversas teniendo como objetivo las formas posibles de la calidad.

Esa revista se llama Barullo y en estos días cumplió dos años, lo que en estos tiempos que corren –pandemia incluida– es todo un acontecimiento.

Parte de la cultura de la ciudad respira en sus páginas

Barullo ya lleva doce números y ha tocado los parches sobre innumerables fenómenos locales; personas y personajes, cuestiones y situaciones de innegable bandera rosarina. Parte de la ciudad, motor en marcha, respira en sus páginas y sobre ello se cuenta en crónicas, reseñas, entrevistas, se narran las acciones y se describe el paisaje donde ocurren, se les toma el pulso.

La ciudad vista desde arriba de una bici y desde arriba de un trole, ahora mismo, en el tiempo real de la pandemia; el gran interrogante de si existe la literatura rosarina; el origen del gran pasillo del Pasaje Pan; el invencible secreto rosarino del sándwich Carlito; ensayos fotográficos de la ciudad sitiada por la pandemia; discos y canciones señeras de músicos y compositores locales; el testimonio de la muerte del Che; el camino de las editoriales independientes; entrevistas a Liliana Herrero, Luis Machín, Norberto Puzzolo, entre otros; la memoria del multitudinario concierto de Queen en el Gigante de Arroyito; la mítica charla de Raymond Carver en el Jockey Club son solo algunas de las notas que componen los números de Barullo.

Los que editan este bagaje periodístico cultural son el periodista y escritor Horacio Vargas, el periodista y poeta Sebastián Riestra y el editor y librero Perico Pérez. Acá abajo los tres cuentan algo de las intenciones y la cocina de este proyecto que mira la ciudad y su latir cultural y hace “barullo” con eso.

Acerca de si pensaron en el arranque que Barullo cumpliría dos años, Riestra responde: “No pensamos en nada! (risas). Nos tiramos a la pileta, de cabeza, con mucha confianza y alegría. Estamos felices por haber logrado esta hermosa continuidad, con pandemia incluida. Y trabajamos duro para sostenerla, sin perder jamás la esperanza ni el compañerismo. Ese es nuestro único secreto”.

Recuperación de una mística

No es de ahora, pero la imposición de medios digitales es casi una ofensiva.  ¿Cómo surgió entonces la idea de una revista en papel? ¿A qué apostaban sus artífices con esa idea?

“La idea fue toda de Horacio. El trasfondo es la recuperación de una mística, la de los años ochenta, cuando las revistas eran nuestro alimento cotidiano. En este momento el auge digital parece imparable y quizás lo sea, pero nosotros consideramos que no tiene por qué ser excluyente: que el papel es insustituible. Y Barullo, además, tiene presencia en la red. Aunque nuestro corazón es de papel, como dice el tango”, apunta Riestra.

Y Vargas acota: “Una de las cosas que celebran nuestros lectores es el reencuentro con una revista hecha en papel, bien cercana. «No tienen nada que envidiarle a una revista porteña», me han dicho varios periodistas de Buenos Aires”.

Parloteo, diálogo e intercambio constante

Una de las cuestiones más arduas pero a la vez más atrayentes y seductoras suele ser armar el sumario de una revista, porque allí está el despliegue y la concentración, la posibilidad de dar cabida pero también de precisar los temas.

En relación a cómo se arma el sumario de cada número, qué se privilegia y si se discute mucho, los editores señalan lo siguiente: “Nosotros hablamos poco y hacemos todo el tiempo. Hay peloteo, hay diálogo, hay intercambio constante, hay «tormenta de cerebros», (risas). Pero discusiones, sinceramente, no. Privilegiamos la calidad, con el eje puesto en Rosario: esa es nuestra identidad. Desde allí nos proyectamos hacia donde sea”, sostiene Riestra.

Por su parte, Vargas levanta la bandera de la experiencia: “Con Sebastián tenemos oficio de editor de diario, por eso todo es más expeditivo a la hora de pensar el número que viene. Nuestra consigna a los colaboradores es: «Contame una buena historia, bien escrita, sorprendenos»”.

Sumarse a una cadena llena de vida

Sobre cómo ven la tradición de las revistas culturales en Rosario y qué lugar creen los editores que ocupa o aspiran que ocupe su revista, Riestra señala: “Obviamente que Rosario tiene un pasado riquísimo en la materia, no solo en el campo estrictamente cultural sino humorístico o literario. Pensemos, por tirar solo tres nombres, en Boom, El lagrimal trifurca y Risario. Nosotros queremos sumarnos a esa cadena tan llena de vida. La ciudad merece ser contada, y ese es nuestro gran objetivo”.

Barullo rosarino en la cultura

Como suele ocurrir, cuando se emprende un proyecto con estas características, se aguardan las devoluciones de los lectores, esas caricias que animan  y permite seguir remando el proyecto. Barullo parece haber recibido varias, algunas las cuenta Pérez.

“Hemos recibido muchos mensajes de apoyo, y cada presentación reafirma la buena onda que tienen con nosotros los rosarinos (y no solo los rosarinos, lo cual nos sorprende). Por ejemplo, Ana María Ferrini, del Grupo Basta de Demoliciones, nos dijo esto: «Barullo  es el ruido, es el latido de Rosario, es cultura, es identidad, es un universo en el que cabemos todos y, por si fuera poco, es un regalo impreso en papel y tinta, acompañado por ritmos de jazz… ¿falta algo más?».

Y Fabián Bazán escribió: «Pertenezco a una generación que se crio hablando en voz baja o callando sus voces y sus ganas de hacer, con el eslogan «El silencio es salud» aturdiendo desde la tele. Por eso, siempre es bienvenido el barullo en la cultura y si es barullo rosarino, mucho mejor». Son solo dos casos elegidos al azar. Estamos realmente muy satisfechos de las devoluciones que tenemos”, concluye Pérez.

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