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"a mi hijo lo mató la droga", dijo madre de la víctima

Barrio Grandoli: condenaron a dúo por vendetta que terminó en homicidio

Tres años después, dos jóvenes de la zona fueron condenados por el homicidio, en un proceso criticado por la defensa de uno de los acusados, que prometió apelar.


Marcelo Basualdo, de 37 años, fue asesinado el 13 de diciembre de 2014 cerca de su casa de barrio Grandoli, en lo que se conoce como Fonavi del Parque del Mercado. El hombre venía de comprar unas cervezas y en el umbral de su casa, en Sánchez de Thompson al 51 bis, dos atacantes le cortaron el paso y le descerrajaron dos disparos y un par de puñaladas. Murió poco después en el Heca. En ese momento, los familiares dijeron: “No sabemos quién fue ni por qué”. Tres años después, dos jóvenes de la zona fueron condenados por el homicidio, en un proceso criticado por la defensa de uno de los acusados, que prometió apelar.

Este miércoles, el tribunal pluripersonal compuesto por el juez Juan Carlos Curto y las juezas Patricia Bilotta y Delia Paleari condenó a los jóvenes veinteañeros Facundo Ángel “Taca” Navarro y a Diego “Porra” Urquiza a 12 y 6 años de prisión, en carácter de autor y partícipe secundario, respectivamente.

Las marcas de la violencia

Basualdo tenía prontuario abierto, había pasado 12 años en la cárcel de Coronda y tenía problemas de drogas, confió una fuente. Durante el juicio, un familiar se sinceró: “A mi hijo lo mató la droga”. Ocurre que, según esta versión, Basualdo, sin llegar a ser un narcotraficante, incurría en el narcomenudeo para bancarse el consumo de cocaína. Es por eso que los detectives, como primera hipótesis, enmarcaron su muerte en una venganza, teniendo en cuenta el historial de la víctima.

Varias veces el joven fue atacado metros de su vivienda. En marzo de 2008, Basualdo recibió el roce de un plomo en la nuca durante un tiroteo entre grupos rivales en Grandoli y Sánchez de Thompson. La balacera fue en medio de la calle y dejó con un disparo en una pierna a una niña de diez años. Fue atendido en el Heca y se retiró sin esperar a recibir el alta médica. Y en mayo de 2012 también fue herido cerca de su casa. En esa cuadra, Basualdo recibió un par de tiros en el abdomen. Cuando lo entrevistaron, prefirió no dar detalles del ataque.

Ya en la morgue, la forense se sorprendió de las marcas de violencia que había soportado en vida el cuerpo ahora inerte, según deslizó una fuente.

Taca y porra

Cuando lo mataron, las investigaciones no consiguieron demasiada información. Pero a los pocos días, un dato llegó a los familiares y, a través de una pesquisa en Facebook, dieron con una foto de un tal Taca y se la entregaron a la Policía. La causa durmió, pero la insistencia de los familiares logró que, finalmente, Taca caiga en un allanamiento meses después.

Luego, en agosto de 2016, cayó Diego “Porra” Urquiza, a quien le atribuyeron la coautoría del homicidio, luego de dar una identidad falsa en el Heca tras ser internado por una herida de bala, según publicó entonces la prensa local.

El homicidio de Basualdo no fue la única acusación al dúo. El fiscal de Homicidios Florentino Malaponte, durante la imputativa, también les achacó amenazar con un arma de fuego a la hermana de Basualdo la mañana del 9 de enero de 2015, en el Fonavi del Parque del Mercado. Esta acusación fue finalmente desestimada por el fiscal en el día de la condena, ya que, según una fuente, “la amenazada no se acordaba de estas amenazas”.

A Porra se le atribuyó también portar un arma de fuego ilegal el 4 de septiembre de 2014 en Sánchez de Thompson e Hipócrates. En esa ocasión, lo detuvo Gendarmería mientras hacía un patrullaje de rutina, dijeron los voceros del caso.

Un proceso con mucha controversia

Para la abogada defensora de Taca, Susana Zulkarneinuff, las evidencias contra los condenados son endebles y los numerosos testimonios –“ninguno presencial”, detalló– que desfilaron durante las audiencias fueron contradictorios, según contó a El Ciudadano. La letrada expresó que esta situación de “controversia” se vio reflejada en el voto dividido del tribunal que presidió el caso, ya que el juez Curto aplicó el principio in dubio pro reo, a diferencias de las magistradas. Confió que el dato por el que cayó su cliente fue entregado por alguien “enemistado” con éste, y adelantó que apelará la decisión del tribunal en la cámara penal.