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Arquitectura y cultura

Bar Central y El Palomar, nombres de espacios que alojaron a importantes personalidades de Rosario

Ubicado en la esquina de Rioja y Corrientes donde en la actualidad funciona una galería comercial. Se vendían los famosos “pajaritos” tostados, era espacio de artistas y hasta se enseñaba el uso del bastón como elemento de defensa


En la esquina de Rioja y Corrientes en 1926 abrió el Bar Central, en un edificio que fue demolido años después. Un bar lleno de curiosidades e historias, un edificio en que en la planta alta estaba el famoso “Palomar”. Era una edificación imponente, tenía departamentos en la parte superior y en la planta baja funcionaba el bar.

El historiador Eduardo Guida Bria contó a El Ciudadano que el bar era sitio de reunión de artistas, periodistas, escritores que se congregaban a conversar y a tomar el vermut con ingredientes, entre los que se destacaban los “pajaritos” tostados que se servían como acompañamiento del aperitivo.

Fb Rosario en el Recuerdo

 

“En la pared vecina a la puerta de ingreso había colocada una pizarra escrita con tiza que anunciaba  ‘Hoy pajaritos, rápido porque se terminan’. Algunos días no había “pajaritos”, entonces el cartel se retiraba para información de los parroquianos. Esta rara especialidad era casi única en la ciudad y los inocentes bichitos se compraban en grandes bolsas ya listos para cocinar. Luego se freían en aceite o en la grasa del jamón”, relató Guida Bria.

En aquella época el bar era un espacio ocupado por hombres, había muy escasa presencia femenina salvo cuando ingresaba alguna mujer a buscar a su pareja, explica el historiador. “Los Gesualdo fueron los primeros dueños del “Bar Confitería Central”, como también en algún momento se lo conoció. El Bar Central tenía una categoría superior y se cruzaban los licores con el té o el chocolate con masitas”, indicó.

Al Bar Central iban artistas y personalidades importantes de la época como Juan Carlos Castagnino, Spillimbergo, Berni, entre otros. En el edificio funcionaban  conservatorios, academias de bellas artes y el Círculo Artístico de Rosario, fundado en 1919 y que agrupaba a pintores y escultores como el retratista Pedro Blanqué, el pintor César Caggiano, el escultor Domingo Fontana, el autor de las estatuas del Club Español Diego Masana, el medallista Olinto Gallo, el pintor, ceramista y vitralista Eugenio Fornells  o Eduardo Barnes, creador de tantas esculturas en la ciudad.  Incluso Luis Cándido Carballo, quien fue intendente en tres periodos entre 1958 y 1962, asistía a tomar su diario café con leche, al igual que Mikielievich.

En ese mismo edificio de “El Palomar”, tenía su estudio el artista francés Fernando Gaspary (1877-1954), uno de los pioneros de la enseñanza de la pintura en las escuelas de la ciudad. Es por ello, que también se lo conoció como “Palacio Gaspary” y en algunas imágenes de la época se puede un cartel inserto en el primer piso del edificio. La academia abrió sus puertas en 1908.

El palacio fue había sido inaugurado en 1893 y es demolido en la década de 1950, siendo una pérdida irreparable para Rosario. Tras su  demolición, fue baldío y luego, se instaló una feria de frutas, verduras y comestibles, denominada “Feria Modelo Municipal” (1960-1961). Luego fue playa de estacionamiento y años después, se levantó  un centro comercial.

Ramón Gutiérrez  “Catálogo de Patrimonio perdido” en 1977 escribió:  “Pocas ciudades de Argentina han sufrido la devastación patrimonial que ha padeció Rosario por la acción de la especulación” y ese fue el destino de aquel emblemático edificio que albergó al Bar Central y al Palomar.

Bastón para defenderse

Como dato anecdótico, cuenta Guida Bria, en la época que funcionaba el Bar Central, había una persona sentada en un banco de madera próximo al mostrador, que inscribía para el “uso del bastón”, el cual, más que como adorno o comodidad, era llevado como instrumento de defensa por cualquier inconveniente que tuviese la persona en las calles de Rosario.

En 1861, el profesor turinés Francisco de Bernard, había abierto un local en la calle Córdoba entre Corrientes y Paraguay, una escuela para la enseñanza del manejo del bastón como elemento de defensa personal.

Otros bares que ya no están

En los inicios del siglo XX era muy común la apertura de bares y cafés en distintos lugares del centro de Rosario. A partir de 1920 se incrementaría este tipo de comercio que abrían desde la mañana temprano, tipo 6 horas y permanecían atendiendo hasta la medianoche.

Las mesas y sillas de madera se esparcían en los locales y el humo de los cigarrillos y el murmullo de la gente agolpada en las puertas de ingreso, realmente llamaban mucho la atención.

El ingreso a los bares y cafés eran una especie de “vestíbulo” donde se reunían conocidos, amigos y otros que llegaban para pasar un rato fuera del trabajo y antes de llegar a sus casas. En las mesas brillaban los pocillos de café, los vasos de vino tinto, de ginebra o de caña. Algunos chicos espiaban y se “apuraban” a crecer para ingresar a ese mundo.

Algunos nombres que fueron famosos en su época y recordado por muchos durante años son  el “Pampa”, “El Indio”, “El Cacique”, el “Saigo”, el “Madrid”, “El Tropezón”, “Los Colonos”, “El Molino”, el “Tolosa”, el “Colón”, el “Sibarita”, “El Telégrafo”, el “Ibérico”, el “Nipón”, entre tantos otros.

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