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Panorama Político

Balotaje a la santafesina

El balotaje pone en manos de 8 millones de argentinos la posibilidad de inclinar la balanza para un lado o el otro.

El balotaje pone en manos de 8 millones de argentinos la posibilidad de inclinar la balanza para un lado o el otro.

Mauricio Macri alcanzó un doble objetivo al pasar a segunda vuelta y, al mismo tiempo y contra todos los pronósticos, empardar a Scioli. Ahora debería estudiar las lecciones que el PRO recibió en Santa Fe y Rosario, donde Ana Laura Martínez ya se había calzado el traje de intendenta y Miguel del Sel el de gobernador, para evitar la embriaguez de triunfalismo.

Scioli quedó parado en un escenario complicado: en menos de un mes tiene que perforar el techo de votos que le impidió ganar en primera vuelta.

Tiene que cambiar sí o sí, no tiene opción. Hay señales claras de hartazgo para con las formas del kirchnerismo. Un hartazgo que excede el sector social al que el gobierno lo creía circunscripto. Las derrotas en Santa Fe, Mendoza, Buenos Aires y el desesperado y masivo voto en contra de los cordobeses tienen que ver con años de castigo, maltrato y extorsión institucional a gobiernos locales de otro signo político.

Hay un segundo mensaje de las urnas Algo así como “lo logrado, logrado está”, ahora hay que vivir mejor, o al menos intentarlo. Los candidatos opositores que más votos cosecharon encarnaron esta idea. Ahí hay un entuerto al que Scioli tiene que encontrarle salida.

El acto poselectoral de Cristina, con las agrupaciones K desbordando la Casa Rosada, puede parecer contraproducente, pero pedirle que cambie en los últimos 45 días lo que en 8 años fue su marca de identidad es ingenuo e injusto.

¿Por qué habría de hacerlo? En definitiva, el 10 de diciembre ella cierra el ciclo kirchnerista y entrega un país sin crisis y con un piso de logros que todos los candidatos reivindicaron en la campaña. No es poco para la agitada la historia Argentina.

Cabe decir que tampoco el sciolismo estuvo afinado al relanzar la campaña presidencial justo desde Tucumán, para colmo regalándole a Clarín la postal de “los aviones de los gobernadores peronistas”, como si Macri viajara en auto o estuviera dispuesto a informar cómo y quién proveyó y financió los aviones que lo llevaron a todo el país de campaña.

El balotaje es un juego de táctica y estrategia. Scioli dio un paso al aceptar el 82% móvil para los jubilados y convalidar bajas en retenciones, dos medidas que más vale ni calcular los miles de millones que comprometen. Está jugado: hace lo que tiene que hacer o la ola amarilla se lo lleva puesto.

Unas de esas cuestiones es contender discursivamente con su adversario, cosa que en la campaña evitó en la creencia que ya había ganado.

Macri y el PRO tienen fortalezas pero también enormes debilidades. Cabe recordar que Miguel del Sel y Ana Laura Martínez, tras inmejorables elecciones primarias, dejaron de crecer cuando el Frente Progresista consiguió correrlos del eslogan, la sonrisa perfecta y la propuesta superficial. Ya se conoce el resultado.

Santa Fe y el balotaje

El balotaje mete ruido en Santa Fe. Obliga a definiciones que no estaban previstas, son incómodas y, desde la derecha a la izquierda, generan fricción.

El peronismo está perplejo: perdió el control de la Asamblea Legislativa provincial por primera vez desde 2007, no ganó la Casa Gris y podría quedarse sin el paraguas del gobierno nacional.

En el oficialismo los desafíos no son menores. Por primera vez tendrá control de la Asamblea Legislativa, pero el próximo gobernador asume con escaso crédito para equivocaciones.

Lifschitz y Daniel Scioli son hijos de una circunstancia similar: representan la continuidad, pero los dos saben que el voto popular los conminó a hacer cambios sí o sí.

Esta semana se conocerá el gabinete de Lifschitz. Los nombres no radicales ya se avizoran. Pablo Farías será ministro de Gobierno, Maximiliano Pullaro de Seguridad, José Garibay de Infraestructura y Vivienda, un colaborador de Ángel Sciara lo sucederá en el Ministerio de Economía, Producción se la reserva Lifschitz para alguien propio vinculado a sectores empresarios y Horacio Ríos ocupará la Secretaría de Comunicación Social.

Salud será para un socialista y María de los Ángeles González está libre para ser considerada como continuidad en Cultura.

El resto de los puestos están sujetos a la discusión con los tres sectores internos del radicalismo. Inicialmente Lifschitz puso a los negociadores socialistas a hablar con cada uno de los grupos, pero ocurrió algo esperable: unos y otros pretendían las mismas áreas. La UCR intentará zanjar esa diferencia este lunes cuando los referentes del MAR, Grupo Escarapela y NEO coordinen pretensiones de unos y otros y cierren una propuesta para llevarle al gobernador electo.

Seguridad

Las demoras en cerrar un esquema definitivo con la UCR postergaron la presentación en sociedad de Pullaro, prevista para la reunión con la Mesa Sindical de Rosario. Lifschitz sólo se presentó con Farías.

En ese encuentro el mandatario electo mostró sus primeras cartas. Hay otras aún bajo debate en el oficialismo, como el siempre polémico intento de restringir la excarcelación de detenidos, ya sea por posesión de armas o reincidencia, y hacer los ajustes definitivos, tras dos años de vigencia, del Código Procesal Penal. Además, está en carpeta profundizar en el área de inteligencia criminal y con el Plan Abre, la pata social que diseñó la actual gestión.

Culebrón político

Si el balatoje consagrara a Mauricio Macri presidente, Lifschitz tendrá como principal socio en el gobierno al aliado de su adversario.

Suena a enredo de familia, pero no lo es: la UCR quiere que coexistan sus alianzas a nivel nacional con el PRO y a nivel provincial con el socialismo. En algún momento habrá cortocircuitos. Más si se tiene en cuenta que dentro del oficialismo ya hay dos que esperan su turno para 2019: Antonio Bonfatti, a partir del 11 de diciembre presidente de la Cámara de Diputados, y el intendente de Santa Fe José Corral, nueva carta electoral de la UCR.

En el caso de Corral, es imposible pronosticar si buscará la Gobernación con el Frente Progresista o en alianza con el PRO (tras los dos intentos fallidos de Miguel del Sel necesita renovarse) si es que ésta trascendiera en el tiempo.

Infinidad de variables definirán el futuro, pero Corral no tiene apuro. Qué mejor para un político que disponer de más de una opción, por más que una y otra signifiquen caminos antagónicos.

Un dirigente radical resumió así el plan A: “Si Macri es presidente, primero le vamos a exigir que cumpla todo lo que nos prometió en vivienda, obras, Gendarmería y una relación institucional estable. Además los dirigentes santafesinos del PRO deberán entender que tienen que aportar a la gobernabilidad. Y de los socialistas esperamos que bajen el tono en contra del PRO. Los radicales queremos ser articuladores entre el gobierno nacional y el de Santa Fe”.

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