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Baldosa por la Memoria: homenajean a militantes desaparecidos

Este domingo a las 11 en pasaje Sarandí 3080 se conmemora la vida de Víctor y Palmiro Labrador y a Edith Graciela Koatz, asesinados por la patota de Feced el 10 de noviembre de 1976. Habrá música en vivo, lectura de poesía y palabras de familiares y amigos de los militantes

Foto: archivo Juan José García
Manuela Labrador, sobreviviente del terrorismo de Estado

La noche del 10 de noviembre de 1976, la patota de Feced allanó tres casas de una misma familia en Rosario. Los Labrador vinieron de España y llevaban más de 25 años viviendo en la ciudad cuando la última dictadura cívico militar se cobró parte de sus vidas. Esa madrugada mataron a Víctor y Palmiro Labrador y a Graciela Edith Koatz. Dos meses antes, en septiembre, se habían llevado a Miguel Ángel Labrador, de 25 años, que sigue desaparecido.

Este domingo, a 43 años de los hechos, sus familiares organizaron una actividad bajo el nombre “Baldosa por la Memoria”. Se trata de un homenaje frente a la última casa donde vivieron antes de la masacre. Será a las 11 en pasaje Sarandí 3080 (paralelo a Corrientes, entre Gaboto y Amenabar). Habrá música en vivo, lectura de poesía y palabras de familiares y amigos de los militantes.

El caso de la familia Labrador fue la primera denuncia contra los represores argentinos ante el juez Baltasar Garzón en España. Formó parte de la estrategia de justicia universal. Entre 1996 y 1997 se iniciaron juicios por los asesinatos y desapariciones de 297 españoles durante la dictadura argentina.

Esperanza y Víctor Labrador tuvieron cuatro hijos: Manuela, Palmiro, Tomás y Miguel Ángel. Vinieron a Rosario en 1950, vivieron en barrio Refinería y trabajaron en Arroyito. Todos eran hinchas de Central. Se trataba de inmigrantes españoles que probaron suerte en Argentina huyendo de la miseria provocada por la guerra.

Tuvieron su propia fábrica de calzados y les fue bien, toda la familia trabajó ahí. Palmiro también estudió, se recibió de químico auxiliar. Unos años antes de la dictadura, Tomás falleció electrocutado en la fábrica. Tanto Palmiro como Miguel Ángel militaron en la Juventud Peronista. El 10 de noviembre de 1976 un grupo encabezado por José Rubén “Ciego” Lo Fiego –ex policía del Servicio de Informaciones– allanó tres casas: la de Víctor y Esperanza, la de Palmiro y Graciela  Edith Koatz  (que era estudiante de Letras y militante peronista)y la de Manuela “Manoli” y su marido Oscar Rivero, “Cacho”.

La patota pateó puertas, rompió objetos, desconectó teléfonos y amedrentó a todos los integrantes de la familia. Esa noche se cobró tres vidas y obligó a que el resto tuviera que buscar ayuda al consulado español para poder comenzar su exilio. El 16 de noviembre, Manoli y Esperanza se tomaron un avión y el resto de la familia se fue en barco. Nuevamente, tuvieron que reorganizar sus vidas.

Pasaron menos de tres meses y Esperanza decidió volver a Rosario a buscar a su hijo Miguel Ángel que estaba desaparecido. No la pudieron convencer de los peligros. Se quedó en su casa de siempre, que estaba desarmada y sin su familia. La fábrica fue saqueada. Es conocido un encuentro que logró Esperanza con el general Leopoldo Galtieri, en el que le dijo que la muerte de su marido había sido “un error” pero que sus hijos eran montoneros. Esperanza lo agarró de su uniforme y le gritó “asesino, criminal”.

A principios de 1977 le llegó una invitación para reunirse con otras madres desaparecidos en Buenos Aires. Desde entonces nunca se alejó de la lucha continua, con cita todos los jueves. Recibió amenazas y tuvo que volver a España en 1978. Le duró poco. Quiso volver para la visita del rey a Argentina. Prometieron recibirla pero no pasó. Recién a mediados de los 90, Esperanza se mudó definitivamente a España. Entonces estaban en plena vigencia las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Sin embargo, viajaron todos los 24 de marzo. Marcharon, escracharon, exigieron justicia, festejaron condenas, hicieron las rondas.

En 1996 el juez español Baltasar Garzón tomó las denuncias de familiares de españoles asesinados y desaparecidos por la dictadura argentina. La primera denuncia que tomó fue la de la familia Labrador. Ahí Manoli hizo sus primeras declaraciones.

 

Feced III

Los crímenes cometidos contra la familia Labrador se enmarcan en la megacausa Feced, la más grande en relación con centros clandestinos en Santa Fe. Es el juicio contra parte de la patota que operó en el ex Servicio de Informaciones -SI- de la Policía de Rosario durante la última dictadura. Su tercera elevación se inició el 5 de abril de 2018 –antes fue suspendido tres veces– y este año se reinició el 6 de febrero. La causa lleva el nombre de Agustín Feced, ex comandante de Gendarmería que asumió el control de la policía local en aquella época. La etapa de alegatos finalizó el miércoles pasado. Se espera una condena a principios de 2020. La Justicia imputó a Eduardo Ugour, Julio Fermoselle, Héctor Gianola, Ramón Ibarra, José Rubén Lo Fiego, Mario Alfredo Marcote, Lucio César Nast, Ovidio Marcelo Olazagoitía, José Carlos Scortechini, Ernesto Vallejo y Ramón Vergara. También a Daniel González, Carlos Ulpiano Altamirano y el sacerdote Eugenio Zitelli, que ya fallecieron. Los delitos incluyen privación ilegítima de la libertad, amenazas, asociación ilícita, tormentos, abuso sexual y homicidios, todos en la categoría de delitos de lesa humanidad. No prescriben. La megacausa incluye 155 violaciones a los Derechos Humanos.

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