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Leyendas rosarinas

Baglietto y La Trova: “Uno se reconcilia con su pasado y se reconoce”

En el aparente final del recorrido de la reunión de artistas, habrá tres funciones en el Teatro El Círculo (6, 7 y 8 de diciembre) de Rosario y una última velada en el Teatro Gran Rex (el 14)


Juan Carlos Baglietto, el gran impulsor de la reunión de La Trova Rosarina que con tres shows en Rosario y uno en Buenos Aires cerrará su puesta en valor, advierte que “así como festejamos lo que somos, está bueno dejar antes de que destiña”.

“Nos hemos preservado de esta juntada durante 35 años y no la vamos a arruinar ahora para ir al Festival del Chancho con Pelo”, consigna Baglietto, no sin ironía, durante una entrevista para adelantar el broche del encuentro que recreó aquella irrupción de los tempranos 80 en la música argentina.

Es que aunque La Trova Rosarina no existió como grupo, la denominación surgida al calor del auge de la Nueva Trova Cubana, le puso nombre a las canciones novedosas e inspiradoras firmadas por Adrián Abonizio, Jorge Fandermole, Fito Páez y Rubén Goldín, entre otros, que llegaron a la escena nacional en la voz de Baglietto.

“A partir del paso del tiempo finalmente nos decidimos a fundar La Trova Rosarina porque la verdad es que sí existió y sí existe y fue una bisagra en la vida de todos los que estuvimos cerca”, subraya el vocalista.

Y en busca de las razones que propiciaron esta concreción tras varios intentos parciales o truncos, apunta que “un día te juntás después de todos esos años y descubrís que está bueno. Los hechos eran tan potentes que no nos permitieron tener un recuerdo deslucido y uno se reconcilia con su pasado y se reconoce”.

Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Fabián Gallardo conformaron el sexteto principal de una propuesta que musicalmente pusieron a sonar Claudio Cardone en teclados, Leonardo Introini en contrabajo, Julián Baglietto en batería, Adrián Charras en teclados y acordeón y Juancho Perone en percusión.

Con esa formación, La Trova se reunió inicialmente para dos recitales solidarios (por el Hospital Centenario y por la organización no gubernamental La Higuera, en agosto y septiembre del año pasado, respectivamente).

Ya con el apoyo del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe tocó en la noche inaugural del 59no. Festival Nacional de Folclore de Cosquín y tomó parte en el Festival Únicos en el Teatro Colón para luego ofrecer shows en las ciudades de Mendoza, Córdoba y San Juan.

Ahora y en el aparente final del recorrido, habrá tres funciones en el Teatro El Círculo (6, 7 y 8 de diciembre en la sala sita en Laprida 1223, Rosario) y una última velada en el Teatro Gran Rex (el 14 en el recinto porteño ubicado en Av. Corrientes 857).

“Estamos laburando para que estos conciertos sucedan con felicidad y estén a la altura de las expectativas y de unas canciones que han resistido el paso del tiempo y de otras que se sumaron a través del recorrido”, evalúa el intérprete y empresario.

El mentor de álbumes en solitario como “Tiempos difíciles” y “Actuar para vivir” (ambos de 1982), “Modelo para armar” (1985), “Mami” (1988), “Ayúdame a mirar” (1990), “Corazón de barco” (1993) y “No olvides” (2000), entre más, añade que la reunión “se dio por haber ido evolucionando, seguir siguiendo y encontrarnos en un lugar de más entendimiento y generosidad”.

Y en esa cuerda abunda que “está buenísimo no juntarse a repetir sino a recrear y aunque estamos más viejos y más mañeros y eso también juega, nos olvidamos de competir y nos mostramos como somos y como hemos sido siempre porque la vida ha sido buena con nosotros”.

Consultado acerca de la ausencia de Fito Páez en este elenco, Baglietto apunta que “cada uno sabe lo que puede y lo que quiere. Estuvo presente la posibilidad de sumar a Fito pero él está en una etapa de su carrera internacional que le demanda mucho tiempo”.

Por último y en relación a si la llegada al Gran Rex servirá para paliar el concierto en el Colón de febrero último donde el sonido les jugó una mala pasada, el artista consigna que “el Colón es espectacular pero tiene tantos corset, parámetros y limitaciones que termina conspirando contra lo que uno es”.

“Por ahí el error está en sobrevalorar el hecho de estar allí, que es un lugar increíble a nivel mundial, pero que para algunas cosas te juega en contra”, evalúa.

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