Espectáculos

Baccelliere y Pampa Jazz, de lo autóctono a lo global

El viernes en la Sala Lavardén, se presenta Pampa Jazz, el grupo de la cantante y actriz Vanesa Baccelliere, con aportes audiovisuales y un repertorio de ritmos latinoamericanos y sonidos del mundo.

Por Daniela Barreiro

Foto: Marcelo Masuelli

En medio de una constante búsqueda sonora y estética la agrupación local Pampa Jazz, encabezada por la cantante, compositora y actriz Vanesa Baccelliere, presentará su repertorio y adelantará temas de su próximo disco esta noche, a partir de las 21.30, en la sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza). El show que contará con la combinación de propuestas audiovisuales, musicales y corporales mostrará el trabajo que la agrupación, que también componen Mariano Sayago, Sebastián Mamet y Mariano Braun, viene realizando hace varios años con el objetivo de amalgamar la música folclórica argentina con otras diversas y universales.

Además de ser la voz de Pampa Jazz, Baccelliere dio un giro a su carrera incursionando en la actuación en la exitosa puesta local Canillita, una obra de Florencio Sánchez que dirigieron Alicia Zanca y Hernán Peña.

“En este show vamos a adelantar cuatro canciones nuevas que van a formar parte del disco, dos temas míos y dos de Mariano Braun que es el tecladista y de Mariano Sayago que es el bajista o contrabajista dependiendo de la ocasión (risas)”, adelantó Baccelliere, en diálogo con El Ciudadano, al tiempo que profundizó: “También vamos a reinterpretar algunos temas que ya venimos haciendo porque, en esta oportunidad, vamos a contar con invitados y otros soportes. Va a participar de esto Juan Manuel Durán, que hizo algunas proyecciones que se salen bastante de lo convencional y va a haber algunas intervenciones de danza”.

Será de esta forma entonces que esta noche Pampa Jazz mostrará los temas que formarán parte de su disco debut, un material que estará a la venta a principios del año que viene.

—¿Cómo va a ser esa interacción de lenguajes en el show?

—Una de las canciones, por ejemplo, con las que me identifico mucho por cómo suena, es «Las golondrinas» de (Jaime) Dávalos y (Eduardo) Falú, que contará con una disciplina aérea que va a ser una de las sorpresas del show. La idea es poder interactuar con otros artistas, armar o diagramar un show que no sea convencional. Somos músicos, vamos a estar en el escenario tocando y haciendo música pero no quisimos trabajar sólo desde el sonido sino también desde lo visual, desde lo corporal y poder esforzarnos un poquito más en ofrecer un espectáculo integral. La palabra espectáculo o show está un poco bastardeada, suena a algo hipercomercial, con fuegos artificiales y no creo que sea así, es un show porque la idea es que tenga sorpresas y mucho trabajo detrás.

—¿Eso tiene que ver con la consolidación y profundización de una búsqueda sonora?

—Venimos dejando muchas cosas en el camino y encontrándonos con otras que tienen que ver justamente con el sonido, con los sonidos del mundo, porque la tecnología se origina en India o Estados Unidos, por ejemplo; y son cosas que nosotros incorporamos a los ritmos latinoamericanos que hacemos. Los ritmos son originarios pero los sonidos no. Es posible encontrar en nuestro repertorio algo tan puro como un contrabajo o la voz humana y al mismo tiempo encontrar que eso está sostenido desde un sintetizador con una válvula que descompone todo el sonido y lo hace parecer robótico. En lo personal admiro y disfruto plenamente un disco de Violeta Parra, ella con su guitarra consigue conmoverme de una manera increíble; o escuchar a una cantora del norte y sentir que es inmejorable; pero no es eso lo que hacemos. No trabajamos en pro de una oposición o una negación a eso, nosotros somos eso, sumado a sonidos que se escuchan en otras partes del mundo en este momento. Ahora estamos atreviéndonos a emparentarnos con nuevos ritmos: uno de los temas que vamos a presentar es una milonga compuesta por Ariel Ramírez (“Milonga pampeana”) que cruzamos con el saidi, que es un ritmo árabe. Eso tiene que ver con toda una investigación. Sayago es nuestro antropólogo musical y empezó a ver que esa canción hablaba de una mujer blanca raptada por los (indios) ranqueles y que, en su momento, cuando los blancos la van a buscar, ella no se quiere volver. Eso está en una milonga con letra de Félix Luna, música de Ariel Ramírez y en su momento fue cantada por Mercedes Sosa. La milonga se diferencia en un golpe con el ritmo Saidi que es un ritmo de Arabia Saudita y Sayago pensó, porque sabe mucho de historia también, que muchas veces pasa esto también con las mujeres árabes, a las que se quiere occidentalizar y ellas no quieren porque la cultura va mucho más allá de lo que uno cree que está bien o no. En base a todo eso hicimos la búsqueda de esta canción que tiene que ver con la investigación y la búsqueda que llevamos a cabo en general.

—¿Cuál es el objetivo de esa experimentación?

—Hay un objetivo concreto, ahora cambió un poco porque estamos haciendo temas nuestros y antes eran temas que seleccionábamos del repertorio latinoamericano; la idea es, a partir de nuestra música, de nuestro idioma, de nuestras formas, buscar un sonido que nos abra al mundo y entonces meter nuestro folclore en el mundo. Así como el tango lo consiguió con Bajo Fondo o con San Telmo Lounge nosotros queremos hacerlo desde el folclore.

—¿Por qué después de largos años de trabajo deciden grabar un disco?

—La idea con el disco es que la música se distribuya más. Que podamos ir teniendo un espacio más sólido, más fuerte en Rosario y desde acá tocar por todos lados, en el país y salir a diferentes lugares del mundo. Ese es nuestro deseo y estamos trabajando para eso, el disco es importante para que te conozcan; sigue siendo un fetiche necesario que no se ha podido cambiar por otras cosas, internet ha abierto muchas puertas pero no ha podido con el disco y nosotros no lo tenemos y lo sentimos como un freno.

—En los últimos años incursionaste con mucho éxito en la actuación; ¿cómo te modificó como intérprete?

—Cuando comencé a actuar me dijeron que el teatro abría a la tridimensionalidad. Y eso es verdad. En la música la emisión tiene una dirección, se trabaja mucho en un plano. El sonido sale de una manera y tiene un recorrido pero los seres somos tridimensionales y el escenario te ofrece ese espacio porque es un plano cuadrado, es un prisma, el teatro te abre a la interacción con la gente y te enseña que se puede llegar desde otro lado, que podés interactuar hasta poniéndote de espaldas. Entonces mi experiencia en el teatro sumada a un trabajo de integración del cuerpo con la voz y la voz a la tridimensión, me llevó a entender que no existe una sola dirección posible y a empezar a construir en distintas direcciones. Para mí el tema es no quedarse nunca quieto, creo que tal vez ése es uno de los roles del artista, nunca estar quieto, siempre estar en movimiento.

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