País

Tres argentinos unieron La Quiaca y Ushuaia en kayak

La iniciativa con fin solidario los llevo a recorrer casi 7500 kilómetros a remo durante nueve meses. El viaje empezó el 19 de abril en La Quiaca y concluyó el viernes pasado en Ushuaia.

Cuando vieron aparecer Ushuaia en el horizonte, supieron que esos últimos golpes de pala en el canal Beagle daban por cumplido el sueño. Atrás quedaban 7500 km de ríos y mar argentinos, recorridos a golpe de pala, y nueve meses de aventuras que nunca olvidarán.
Se trata de Luis, de 28 años, y Agustín, de 31, García Albarido y Diego Lamas, de 29, que al emular el título de aquel disco de León Gieco, completaron la travesía de sus vidas: “De La Quiaca a Ushuaia”, pero en kayak.
El viaje monumental encarado por estos tres jóvenes bonaerenses que viven en el Tigre empezó el 19 de abril en La Quiaca y concluyó el viernes pasado en Ushuaia, Tierra del Fuego; unieron el país en una cruzada que, además de conocer gente y paisajes e impulsar la actividad del kayak, guardaba el fin solidario de colaborar con las escuelas rurales por medio de la Asociación de Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales.

“La parte más difícil del viaje fue, sin duda, atravesar el mar patagónico, por el tiempo adverso, la intensidad del viento. Acá sí que estás expuesto todo el tiempo de cara al viento, como llamamos a la expedición”, relató Luis García Albarido a LA NACION, poco después de arribar a la ciudad más austral del mundo. Allí, a bordo de un barco de la Prefectura Naval, que fue el único apoyo logístico con el que contaron durante todo el viaje, estaba parte de las familias y amigos que habían viajado desde Buenos Aires para esperarlos, incluido un sobrino que había nacido durante la ausencia, y la abuela, que había llegado desde otro país.

El sueño de vivir viajando y conociendo el país a bordo de un kayak llevó mas de dos años de preparación, con una búsqueda de sponsor que se tornó muy difícil, con lo cual se dedicaron con actividades diversas a ahorrar para poder hacer la travesía, que los dejaría fuera de su trabajo durante un año. Entre todos tienen una escuela de kayak en el Tigre: A Remar.

“Partimos desde La Quiaca en bicicletas, llevando carros con nuestros kayaks; hicimos un trayecto de 650 km hasta el nacimiento del río Bermejo. Allí dejamos las bicis y desde entonces sólo nos trasladamos a través de los kayaks”, relata Luis. De acuerdo con el diario de viaje que se puede leer en la página de la expedición www.decaralviento.com.ar, recorrieron los ríos Bermejo, Paraguay, Paraná, hasta desembocar en el Delta, para luego remar a lo largo de todo el mar continental argentino, hasta terminar en el extremo más austral.

Bien equipados
En los kayaks llevaban todo el equipo para acampar, agua y alimentos, hasta 100 kg por kayaks, además de un GPS y equipos fotográfico para ir registrando cada momento del viaje. El plan inicial era recorrer entre 30 y 40 km por día, pero siempre dependían de cómo amaneciera el mar ese día. Dormían en vivac en cada playa o bien eran recibidos en cada ciudad por otros kayakistas o la misma Prefectura de cada lugar.

“Es muy difícil explicar el encuentro con una ballena”, describe Agustín García Albarido en el blog del viaje, que fue relatando casi en vivo durante estos nueve meses. Chubut los enamoró, pero los desilusionó la basura que encontraron en las costas y los robos que sufrieron en Puerto Madryn; entre las pertenencias perdidas había un GPS con registro de buena parte de la navegación.
“En medio del mar y arriba de un kayak, estamos más seguros que en la ciudad”, cuentan en la bitácora.

El cuidado del medio ambiente estaba entre sus objetivos de viaje y de vida. “Navegamos con nuestros códigos éticos; sacamos únicamente fotos y levantamos nuestros campamentos sin dejar rastros”, relatan los aventureros.

“Somos personas conscientes de la problemática ambiental que atraviesa el mundo y, en especial, nuestro país”, afirman en el blog, que relata cada pulso del viaje. En cada una de las estaciones destacan el gran apoyo que recibieron en casi todos los lugares a los que llegaron. Por ejemplo, en Caleta Olivia los recibió hasta el intendente y en Puerto Deseado los despidió una escolta de jóvenes kayakistas de la Fundación Conociendo Nuestra Casa.

Pese a todos los peligros que enfrentaron entre las abundantes restingas y a la bravura del mar patagónico, la única lesión la sufrió Diego, jugando un “picadito” en la arena, que le dejó una lesión, y debió regresar a Buenos Aires. Sin embargo, pudo sumarse al equipo a tiempo para cumplir con el sueño de llegar a Ushuaia.

Uno de los momentos más difíciles fue cuando lograron atravesar a bordo de los kayaks en casi 8 horas el Estrecho de Magallanes, luego de esperar en Cabo Vírgenes, durante varios días, que el tempestuoso estrecho lo permitiera. Sobran las historias que recolectaron en estos nueve meses, lejos de todo y cerca de la naturaleza.
(Fuente: La Nación)

Proyecto Decaralviento:
http://www.argentinaenkayak.blogspot.com/

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