Newell’s y sus dos caras se quedaron con las ganas de cantar una victoria fundamental. Para la pelea por el título, y también para engrosar el promedio. Y fue su culpa, principalmente, porque no supo resolverlo. Un Quilmes modesto, pero inteligente, se defendió muy bien y martirizó a un atolondrado Newell’s, que después de siete fechas dejó la punta.
Si los mejores jugadores del equipo de Martino fueron Villalba y Víctor López, a partir de esa apreciación se podrá entender el resultado. O más claro, fracasaron Pérez, Muñoz y Rodríguez. Scocco quedó como única alternativa confiable en ataque. Y Bernardi recién se acomodó al viento en la segunda parte. Entonces si los que tienen por misión generar juego y definir no lo hacen, un rival austero como Quilmes termina complicándole la existencia. Y eso fue lo que pasó en el Coloso.
Está claro que por un par de remates lejanos, Scocco y Heinze en el primer tiempo. Y una tapada descomunal ante Pablo Pérez en el segundo, Trípodi fue la figura de la cancha. Cuestión que le acredita algún mérito a Newell’s, para la tabla virtual de los merecimientos.
Pero el balance no fue bueno. Podrá decirse que fue tan fiel como siempre para controlar el juego, pero también es verdad que fue inocente. Cuando tuvo un tiro libre frontal, Heinze le pegó por guapo, y Scocco (el indicado, por técnica) se quedó esperando por su oportunidad. Y esa nunca llegó, porque Quilmes no hizo faltas frontales.
Otro déficit que empieza a mostrar el equipo es la falta de soluciones que Martino encuentra entre los suplentes, de mitad de cancha hacia arriba. Ayer Urruti y Torres no ofrecieron nada, Figueroa en Mendoza tampoco. Dos empates seguidos lucen a poquito en la tabla por el título, pero el fútbol argentino está enfermo de mediocridad y todavía quedan cinco fechas. La ilusión sigue su camino, aunque está claro que el mismo será sinuoso.
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