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Asesinan a un hombre y lo ocultan en una pieza

Estaba envuelto en frazadas y cubierto de creolina y cal. Detuvieron al dueño de la casa donde lo hallaron.

Negui Delbianco.- “El abuso de alcohol deteriora la salud física y mental de las personas”. Esta máxima quedó comprobada anteanoche cuando los familiares de Ariel Roberto Sosa, de 32 años, conocido como Delfín, encontraron el cuerpo sin vida del muchacho debajo de dos planchas de chapadur, envuelto con frazadas y semitapado con cal en una habitación sin construir de la casa del Chiqui en Crespo al 3700. Delfín no había vuelto a su casa desde el sábado a la madrugada cuando un amigo –apodado Chino– lo pasó a buscar por donde vive con su tía en pasaje Hutchinson al 3700 para ir a tomar unos vinos a la vuelta, en Crespo 3719. La Policía investiga si el móvil del asesinato fue un viejo rencor entre la víctima y sus ocasionales compañeros de copas, el cual derivó en la tragedia que se sucedería más tarde. Una serie de insultos y golpes de puños que terminaron en las primeras horas del sábado pasado con dos puntazos, hechos con un hierro, en el tórax de Delfín. Porque no hay mente brillante que se mantenga alerta tras los efectos del alcohol, a las personas que intervinieron en la pelea y a su verdugo se les ocurrió esconder el cuerpo en un rincón de una habitación sin techo que había en la casa del anfitrión. Los investigadores descubrieron el cadáver anteanoche, detuvieron al dueño de casa, de 45 años y apodado Chiqui, y buscan a un vecino conocido en el barrio como Chino para determinar cómo se sucedieron los hechos, si intervinieron más personas y quien fue el que mató a Delfín.

“La última vez que lo vimos a Ariel –por Delfín– fue el viernes a la medianoche cuando el Chino lo vino a buscar a casa, ubicada en (pasaje) Hutchinson al 3700, para ir a tomar algo a la casa del Chiqui que queda a la vuelta. Los dos pasaron por lo de una vecina para pedirle hielo y se fueron. Como el sábado mi primo no aparecía, mi tía, que es la persona que lo crió y vivía con él, fue a la comisaría 18ª para hacer la denuncia. Los policías le recomendaron que pregunte en la morgue y en los hospitales”, relató en diálogo con El Ciudadano Alberto G., de 40 años, alias Negro, primo de la víctima fatal.

“El sábado fui a preguntar a la casa del Chiqui y salió el hijo de 18 años y me dijo que el padre no estaba. Para la tardecita de ese día ya habíamos averiguado que mi primo no estaba en ningún hospital como tampoco en la morgue, pero algo pasaba”, prosiguió diciendo un tanto resignado el hombre, mientras recorría con la mirada los escombros que rodeaban la casa donde encontraron a Delfín.

“Una persona se acercó a mi tía y le contó que el Chiqui compró ese mismo sábado tres litros de creolina. Ya sospechábamos algo raro porque cuando fuimos a buscarlo al Chino no estaba y puso un candado en la puerta. Había pica entre ellos pero nunca imaginamos esto. Algunos vecinos nos contaron que había cuatro personas reunidas, además de Delfín, el viernes pasado a la noche en lo del Chiqui.  En un momento, cerca de la una, vieron que mi primo salió a la vereda mientras unos tipos le pegaban y lo metieron adentro”, dijo Alberto, quien habita una casa ubicada delante de donde vivía la víctima fatal con su tía.

“Cuando esta persona contó lo de la creolina, pasé en bicicleta por el frente de Crespo al 3700 y vi la moto del Chino, pero todavía no sabía que había pasado todo esto –en referencia al homicidio–”, aseguró el Negro, como lo conocen en el barrio.

“A eso de las 20.30 de ayer (por el lunes), con los seis hermanos no aguantamos más y fuimos hasta la casa del Chiqui. Algunos lo querían linchar. Iban dispuestos a quemar todo. Cuando llegamos, encontramos al tipo sentado en el patio, donde se reunieron la misma noche del crimen, lo más tranquilo, con una cerveza abierta al lado mientras miraba el partido de Central contra San Martín de Tucumán”, recordó.

“Le dije que diga qué había pasado con mi primo porque lo iba a ahorcar pero decía que no sabía qué le pasó y que ahí no estaba. Incluso uno de mis amigos que va a una iglesia le dijo: «Chiqui, decí la verdad porque te hace libre». Estuvo tres días con un muerto al lado y ni se molestó”, reflexionó el familiar angustiado.

“El barrio sabía que algo pasaba porque mi familia estaba alterada por la impotencia y llamaron a la Policía. Vino un patrullero y el dueño de casa dejó pasar a los uniformados para que revisen. También entré con un hermano de Delfín. Había un olor a creolina bárbaro, estaba él solo porque la madre y el hijo no estaban más desde el domingo. Los policías alumbraron con una linterna y aseguraron que no había nada. En ese momento me acordé que detrás de las dos habitaciones había una que no tenía techo. Entonces le avisé a los del Comando que miren atrás. La puerta estaba tapada con tres armazones de mesas con tapas de madera obstruyendo la entrada. Cuando sacaron esas cosas el olor no se aguantaba, como ahora”, relató el hombre mientras recorría la habitación donde habían intentado esconder el cuerpo de su primo.

“Los policías vieron un bulto contra la pared que linda con la pieza del propietario de la vivienda y levantaron dos planchas de madera. Una tenía dos manchas grandes de sangre y el cuerpo de mi primo estaba envuelto con una frazada color mostaza y una cortina de gasa color naranja fuerte manchadas con sangre, que había tomado un color verduzco luego de tres días. Entre las mantas y el cuerpo le tiraron tres bolsas de cal. Uno de los hermanos lo vio y me contó que estaba desfigurado. Te tiran cal porque te come toda la carne. Nunca pensé que pasaría esto”, reflexionó Alberto.

“Mi primo estaba con la misma ropa que salió el viernes pasado: una bermuda blanca, una remera marrón, zapatillas y la gorra blanca que nunca abandonaba. Lo que hicieron parece que fue bronca pero no del momento, sino vieja. Siempre se peleaban porque además de tomar vino tinto tomaban otras porquerías pero no era para que termine así”, sostuvo el hombre.

“Le decíamos Delfín porque cuando éramos chiquitos fuimos todos a la pileta de un club y a él le encantó el agua. No lo podíamos sacar y uno de los parientes le dijo: «Dale salí, salí que parecés un delfín»“, rememoró con nostalgia Alberto, primo de Ariel Sosa.

El cuerpo de Sosa fue remitido al Instituto Médico Legal (IML) donde fue sometido a una necropsia cuyo resultado estará entre hoy y mañana.

Fuentes policiales agregaron que no podían asegurar que la persona que se encuentra prófuga haya sido la autora de los puntazos que terminaron con la vida de Sosa porque el propietario de la vivienda no aportó mayores datos en su declaración.

El caso es investigado por el Juzgado de Instrucción en turno junto con el personal de la sección Homicidios de la UR II y de la comisaría 18ª, por razones de jurisdicción.

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