Sociedad

Dulce para amarga realidad

Arrufat : el chocolate de la solidaridad llegó para Pascua

La histórica firma fundada en 1931 subsiste como cooperativa en manos de trabajadores desde 2009, pero ahora quedó al borde del cierre por los tarifazos.


Una larga fila de personas aguardaba ayer, por tercer día consecutivo, para comprar huevos de pascua con un 30% de descuento en la fábrica de chocolates Arrufat, en el barrio porteño de Villa Crespo, en una muestra de solidaridad con los 17 trabajadores que, organizados en una cooperativa para recuperar la empresa tras el vaciamiento empresarial en 2009, lograron salir a flote y desde entonces se mantienen. Hasta ahora, cuando les llegaron boletas de gas y electricidad con aumentos que no pueden afrontar.

“Yo me enteré por Whatsapp y por la radio de esta gente que se iba a quedar sin trabajo y que no les alcanza la plata como a muchos de nosotros. Estamos acá para resistir a lo que está pasando”, dijo Leonor, de 72 años, de la localidad bonaerense de Lomas del Mirador, quien viajó más de una hora hasta el barrio del centro geográfico de la ciudad  de Buenos Aires para comprar.

Con menor distancia, Jimena, de 40 años, junto a su pareja y su hijo de dos años, se acercó desde el barrio porteño de Villa Urquiza para “darles una mano a los empleados para que sigan trabajando”, y consideró: “Era mejor venir acá que comprar los huevos a la vuelta de casa”.

“Si no hacemos una red solidaria entre nosotros, la fábrica va a cerrar, nos tenemos que ayudar entre todos”, apuntó por su parte Mónica, de 61 años, del barrio porteño de Caballito, que se enteró de la dificultad económica de Arrufat a través de posteos de la red social Facebook, con publicaciones de personas no famosas compartidos hasta 140 veces.

Con 600 retuits en ese medio y mensajes solidarios a través de Whatsapp, se viralizaron gestos solidarios que informaban sobre la dificultosa situación en la que funciona como cooperativa esta fábrica de chocolates que ahora, tras nueve años, no puede afrontar las tarifas.

Ayer hacía tres días que una fila de personas se agrupaba en cada jornada a lo largo de una cuadra para comprar huevos de pascua a un valor de 700 pesos el kilo, mientras el valor promedio en cualquier comercio es de 1.000.

“Hacemos estos descuentos porque nuestra situación es caótica. Este mes pagamos una factura de luz de 86 mil pesos y anteriormente fue de 76 mil. Se nos dificulta mucho juntar el efectivo y ya no cobramos nuestros sueldos”, resumió uno de los fundadores de la cooperativa, Adrián Serrano, quien trabajó durante 26 años para la empresa que entonces estaba a cargo de Fortunato Arrufat y que se había fundado en 1931.

Otro de los más añejos trabajadores, Agustín Caballero, de 55 años y con tres hijos, quien hace 32 años dedica su labor para la confección del chocolate y cubre tareas variadas, desde mecánico a operario, se desesperó: “Yo tengo amor por lo que hago, pero hay semanas que no cobramos nada para llegar a pagar la luz”.

Ana Cruz, de 57 años y esposa de Caballero, trabaja en el área de envoltorios junto a una de sus hijas y confesó: “Todos hacemos de todo para que siga Arrufat”.

“Estamos muy agradecidos por el compromiso y la solidaridad de los medios de comunicación y de la gente porque hasta que no salga la expropiación del inmueble se nos hace muy difícil afrontar los gastos”, detalló la trabajadora que a los 18 años ingresó a la fábrica de chocolates en la que trabaja desde entonces.

 

La segunda resurrección

“Este local es toda una tradición desde 1931, pero en 2009 los patrones amenazaron con cerrar, tras debernos nueve meses de salarios. Al poco tiempo cortaron la luz por falta de pago. Sólo contábamos con cinco kilos de dulce de leche y salimos a vender bombones en la puerta de los supermercados”, rememora uno de los miembros de la cooperativa Arrufat.

Así fueron los principios de la fábrica que lograron mantener hasta ahora sus propios trabajadores. “Pronto tuvimos que decidir si los pocos que éramos seguíamos manteniendo la empresa a pulmón y sin bajar la calidad de la materia prima, por lo que era famoso el lugar. Se nos ocurrió armar festivales en el barrio para recaudar dinero y comprar la materia prima, sacamos un pequeño préstamo en el banco. Nos fue bien, nos alcanzó para hacer 3.500 kilos de chocolate el primer año. Trabajábamos sin luz, en la casa de uno de los empleados, usando unos generadores que nos salían 1.200 pesos por día y un freezer prestado que habíamos instalado en el medio del living. Y desde ahí no paramos…”, prosigue con nostalgia.

Sin embargo la porfiada resistencia de una fracción de los trabajadores logró sacar a flote la planta, que en tiempos mejores habían llegado a tener 300 empleados. Cuando llegó el naufragio eran no más de 60: el entonces dueño de la empresa “ya no comandaba el barco” y sus hijas buscaron nuevos socios para “un negocio que no sabían hacer”, rememoran.

Ahora, la caída del consumo y la suba de tarifas ponen en riesgo una vez más las fuentes de trabajo. Por eso la cooperativa decidió una campaña especial de Pascuas y la cuadra de calle Tres Arroyos al 700 se colmó de personas que quisieron ayudar comprando más barato los huevos y liebres de calidad artesanal.