Gremiales

Rebelión de choferes

Arrecia un terremoto gremial con epicentro en la UTA

En medio de un paro de más de medio centenar de líneas de Capital Federal y el conurbano, la oposición en el gremio ocupó la sede sindical nacional. El enfrentamiento dejó un saldo de 8 heridos y grandes destrozos, y llegó la CGT: Daer y Acuña de un lado, Moyano del otro


Más de medio centenar de líneas de colectivos de Capital Federal y el conurbano bonaerense continuaban este martes, por segundo día consecutivo, de paro total, en el marco de la medida de fuerza que llevan adelante sus trabajadores por aumento de salarios y la reincorporación de un trabajador. La huelga, que no tuvo el aval del sindicato del sector, descerrajó los incidentes de la víspera en la sede central de la Unión Tranviarios Automotor entre el oficialismo y la oposición del gremio. Los enfrentamientos dejaron ocho heridos –al menos uno de ellos de bala– y el mobiliario destruido. En medio de la tensión, el titular de la UTA, Roberto Fernández, sostuvo que no renunciará y desafió a sus contrarios a presentarse a elecciones “en 2023”. Recibió el respaldo de los dos secretarios generales de la CGT, Héctor Daer y Carlos Acuña, y el ninguneo del camionero Hugo Moyano, aunque rechazó estar vinculado a la rebelión de choferes que exigió la renuncia de la cúpula del sindicato.

“Las peleas entre trabajadores y las divisiones en los sindicatos solo favorecen el poder de las empresas”, advirtieron los miembros de la cúpula cegetista, a la vez que expresaron su “solidaridad” con Fernández y repudiaron los “hechos violentos y vandálicos” en el edificio del barrio porteño de Once.

Por su parte, Moyano tomó distancia del conflicto, pero desde una visión diferente: “Si yo fuera él, ya habría renunciado”, dijo. “¿Cómo puede creer que tiene razón cuando miles de compañeros están protestando?”, completó.

El camionero integró así a la oposición al Gallego Fernández. Al sector lo lidera un ex miembro de la conducción de la UTA, Miguel Bustinduy, quien fue secretario de Organización del gremio y se postuló el año pasado como candidato a secretario General: le bajaron la lista con una traba formal, y no logró la intervención de la entonces Secretaría de Trabajo, ahora nuevamente restaurada a Ministerio. Para entonces, Bustinduy había recalado en el Frente Sindical para el Modelo Nacional, y de allí las acusaciones –en off– a Moyano por la interna.

El camionero había tejido una muy fuerte relación con el antecesor de Fernández, el fallecido Juan Manuel Palacios –precisamente el nombre de la lista opositora de Bustinduy– cuando ambos enfrentaron  las políticas del entonces presidente Carlos Menem en los 90 con el Movimiento de Trabajadores Argentinos, del que ambos eran las cabezas más visibles. Pero la relación nunca se trasladó a su sucesor, que está al frente del gremio desde 2006. El Gallego, en cambio, mantuvo buena llegada cuando y con los gobiernos con los que Moyano tomaba distancia: en 2012 la UTA formó parte de la CGT oficialista que conducía el metalúrgico Antono Caló –aunque después iría al paro por el impuesto a las Ganacias–, y en los años del macrismo la relación pendular le permitió, por caso, retomar el control del gremio del sute al tumbar judicialmente la personería gremial de los Metrodelegados –la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (AGTSyP)– en una batalla que todavía continúa.

Con ese telón de fondo, y con el deterioro salarial general de los trabajadores, estalló el conflicto en las líneas que pertenecen a la mayor firma de transporte urbano metropolitana: Dota, Doscientos Ocho Transporte Automotor.

La medida de fuerza mantenía paralizada buena parte de las líneas –unas 130 en Capital y más de 300 contando la región– y dejó visible la feroz interna que recorre a la UTA, que dejó a su titular refugiado por varias horas en una azotea de vecina a la de la sede de su gremio. Y que además, puede extenderse: sectores de la oposición también se manifestaron frente a la UTA de Mar del Plata, y según fuentes locales también hubo un intento de ocupación. En tanto, en la UTA de Córdoba, donde había ganado la oposición y el gremio nacional intervino la seccional, se instalaron vallas en todo el perímetro de la sede sindical.

Así las cosas, la UTA uno de los gremios estratégicos de la CGT –“La llave de los paros”, se suele decir– representa el primer gran choque interno sindical en el gobierno de Alberto Fernández, y uno de los más ásperos de los últimos años. Pero en realidad es un reflejo más feroz de la interna que envuelve a toda la central obrera.

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