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Los turistas "huyeron"

Arrastrado por la crisis institucional, Perú enfrenta grandes pérdidas económicas

Tras casi dos meses de protestas en reclamo de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, el país está sumergido en una crisis económica. El sector de la minería y el turismo están prácticamente paralizados


La violenta represión a las protestas sociales que sacuden Perú desde diciembre y ahuyentó a los turistas y dejó descolocadas a las comunidades que dependen del turismo.

La crisis política e institucional en Perú, tras casi dos meses de protestas en reclamo de la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y el adelantamiento de las elecciones, provoca al país pérdidas de 6,5 millones de dólares diarios sólo en el sector productivo.

Además, Perú registra pérdidas similares en turismo, por el virtual cierre de Machu Pichu, que recibía 4.000 visitantes diarios.

En lo que va del año, el país andino perdió además, más de 160 millones de dólares en producción minera, sobre todo cobre, y se desalentó la proyección de inversión anual de 2.000 millones de dólares, según cálculos de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (Snmpe), informó el medio local La República.

Especialistas del sector advirtieron que al recorte de producción en las regiones de Las Bambas, Antapaccay y Constancia, que concentran más del 20 % de la oferta nacional de cobre, se suma hoy no solo el temor sobre otras operaciones como Falchani (litio) o San Rafael (estaño), sino un mal manejo de la conflictividad.

Hace una semana, el titular del Ministerio de Energía y Minas (Minem), Oscar Vera, había dicho que redoblaría esfuerzos para retomar el diálogo, pero los muertos en las protestas crecieron desde entonces y la cifra ya trepó hasta los 48.

En tanto, en la región de Cusco, se calcula que se verá comprometido el 20% de presupuesto que recibe de canon minero, gasífero y regalías, si la situación se alarga, informó le diario local La República.

Además de la minería, Perú basa buen aporte de su economía en el turismo, importante fuente de empleo que atraía a unos 4,5 millones de visitantes sobre todo a Cusco y el Machu Picchu.

En cuestión de semanas la situación se modificó en el yacimiento arqueológico de Ollantaytambo, a unos 60 km de Cusco, capital inca y turística del país, donde unos 4.000 visitantes llegaban diariamente durante la temporada alta para conocer Machu Picchu.

“Mira, no hay nada, está vacío”, recalcó Juan Pablo Huanacchini Mamani, de 48 años, quien trabaja con turistas, informó la agencia de noticias AFP.

Y es que desde el 7 de diciembre, el país se vio sacudido por una profunda crisis institucional.

La violenta represión a las protestas sociales que sacuden Perú desde diciembre y ahuyentó a los turistas y dejó descolocadas a las comunidades que dependen del turismo.

Frente al yacimiento arqueológico de Ollantaytambo, Mamani lamenta ver vacía la puerta de entrada a Machu Picchu.

Ahora apenas unas 100 personas acuden los fines de semana a esos destinos turísticos, los dos únicos días permitidos por los manifestantes, una concesión para que los habitantes puedan sobrevivir.

“Vivimos del turismo (…) Ahora estamos en una escasez de gente. Cuando hay turismo todo nuestro pueblo trabaja mediante los hoteles, mediante los restaurantes, la agricultura se mueve”, relató Mamani quien agregó que están e una “crisis tremenda”.

Según cifras del Ministerio de Turismo, el sector registra una caída del 83% en la ocupación hotelera y se están perdiendo unos unos 6,5 millones de dólares diarios.

Abel Alberto Matto Leiva, director regional de turismo, explica que en Cusco “75% de la población trabaja directa o indirectamente con el turismo, 900 guías de turismo, 5.000 porteadores” durante el Camino Inca a Machu Picchu.

Es “una cadena”, subraya, que comprende “2.500 agencias de viajes”, comida, alojamiento, transporte.

Hasta el momento, la situación ha dejado unos 20.000 desempleados “y se siguen sumando”, con proyecciones de unos 120.000 para marzo, agrega.

Hoteles, restaurantes, tiendas… el panorama en la capital inca es casi desierto, pues muchos optaron por no abrir para recortar gastos.

“Tenemos alrededor de 250 personas en Cusco, cuando en buena temporada podemos tener 10.000”, explicó Henry Yabar, vicepresidente de la cámara hotelera de Cusco.

Para Yabar, la crisis política asestó un golpe “fatal”: “Estamos hablando de 95% de cancelaciones” y de los 12.000 hoteles y hospedajes en Cusco “entre 25 y 30% (los más pequeños) ya han quebrado”.

Espera que el Estado lance un “salvavidas”, un plan de emergencia, una suspensión del pago de los préstamos contraídos durante la pandemia y aplazamientos fiscales. “Estamos esperanzados de una mejoría en julio” para “los que sobrevivan”.

En los mercados de artesanía, cerca de la Plaza de Armas de Cusco, la mayoría de los puestos están igualmente cerrados.

Unos 14.000 artesanos locales deberían ver drásticamente reducidas sus oportunidades, según las autoridades, que además dan cuenta de miles de comerciantes con pocos o ningún ingreso.

Los manifestantes piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, quien asumió el poder tras la destitución y detención del maestro rural, Pedro Castillo, ese 7 de diciembre por haber intentado disolver el Parlamento y gobernar por decreto en un Estado de emergencia.

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