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Argentina sufre del corazón

Uno de cada tres decesos que ocurren en el país es de origen cardiovascular. Hay entre tres y cuatro infartos por hora y los hombres superan a la mujeres en la proporción de 3 a 1 en esta causa de muerte.

Una de cada tres muertes en la Argentina es de origen cardiovascular y el infarto agudo de miocardio es una de sus presentaciones más agresivas y frecuentes, según lo afirmó un estudio publicado recientemente. “Si bien los datos epidemiológicos con que contamos son escasos, estimaciones recientes informan que en nuestro país ocurren aproximadamente 30 mil infartos por año, aproximadamente entre unos 3 y 4 infartos por hora”, explicó Jorge Allín, uno de los autores del trabajo, que fue difundido en una revista científica.

La edad media a la que se presenta es de 60 años y predomina el sexo masculino en relación de 3,5 a 1 con respecto a la mujer.

Más de los dos tercios de los pacientes que sufren estos episodios tienen hipertensión arterial, y la mitad de ellos tienen colesterol elevado y el hábito de fumar.

La tercera parte de los pacientes que ingresan a un centro de salud con un infarto lo hace después de las seis horas de iniciado el dolor; de esta forma se pierde el mayor beneficio aportado por los tratamientos para reabrir la arteria obstruida que es el hecho de hacerlo dentro del período inicial de tiempo en el cual se puede salvar gran parte del músculo cardíaco que, de otra forma, termina transformándose en una cicatriz de tejido muerto.

En la Argentina, en diferentes encuestas de la Sociedad Argentina de Cardiología, la mortalidad de los pacientes que logran ser internados oscila entre el 9,9 por ciento y el 12,6 por ciento, cifra similar a la de Gran Bretaña.

“En la Argentina las redes de asistencia primaria al infarto deberían mejorarse para que disminuya la demora, tal como sucede en algunos países de Europa del Este”, explicó Oscar Mendiz, presidente de Solaci–Caci 2010, el congreso de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista a realizarse del 11 al 13 de agosto en la ciudad de Buenos Aires.

En ese sentido, Mendiz destacó que “los hospitales son conscientes que deberían trabajar en el mecanismo de transferencia”.

“Además sería muy ventajoso que existiera un diagnóstico prehospitalario que permitiera que el médico esté llegando casi junto con el paciente al hospital para ser transferido directo a la sala de cateterismo, ahorrando tiempo, lo que representa una cuota importante para salvar mayor cantidad de músculo cardíaco y por consecuencia, vidas”, remarcó.

El infarto de miocardio sucede cuando una de las arterias coronarias –que son las que alimentan al músculo cardíaco para que éste pueda bombear sangre a todo el organismo– se ocluye por un coágulo formado sobre una placa de ateroma y se interrumpe así la irrigación de una parte del corazón.

En el caso de que la arteria ocluida sea pequeña, el infarto será chico y si la arteria es grande, el infarto será mayor.

De cualquier modo, “aún en vasos pequeños, los infartos son siempre una enfermedad grave, entre otras cosas, por la posibilidad de que en las primeras horas se produzcan arritmias fatales”, comentó José Álvarez, miembro del comité organizador de Solaci 2010.

Cuando el paciente ingresa precozmente a un centro asistencial, uno de los pilares del tratamiento, además de controlar la aparición de estas arritmias, es intentar reabrir la arteria ocluida, ya sea mediante un tipo de droga llamada fibrinolítico, que en un porcentaje variable de casos logra disolver el coágulo, o mediante la utilización de catéteres y stents en un procedimiento de angioplastia.

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