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REPROBADA

Aprendizaje escolar, un problema estructural

En una evaluación de aprendizajes escolares hecha antes de la pandemia, la Argentina obtuvo resultados más bajos que el promedio de la región en casi todas sus evaluaciones y tuvo un marcado retroceso en su desempeño respecto de 2013. Los especialistas coinciden en cuál es la matriz de ese deterioro


En una evaluación de aprendizajes escolares hecha antes de la pandemia, la Argentina obtuvo resultados más bajos que el promedio de la región –los países del orbe latinoamericano y el Caribe– en casi todas sus evaluaciones y tuvo un marcado retroceso en su desempeño respecto de 2013. Cuando gobernó Cambiemos, el financiamiento educativo sufrió una reducción significativa, pasó de 6,1%, que tenía en 2015, a 4,8% del PBI, en 2019.

Al mismo tiempo algunos especialistas destacan que el deterioro de la educación en el país obedece a un problema estructural y que deberían pensarse reformas sistémicas a largo plazo en pos de una mejora educativa. Los datos mencionados forman parte del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de la Unesco, una evaluación de los logros de aprendizaje de estudiantes de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe.

Las pruebas ERCE 2019

El estudio analizó el desempeño de 160 mil estudiantes de tercer y sexto grado de primaria en 16 países de la región, entre los que se encuentra  Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. En el territorio nacional las pruebas de aprendizaje, que se hicieron antes de la pandemia, involucraron a 10 mil niños y midieron a los estudiantes en las áreas curriculares de Lectura, Escritura y Matemática, al tiempo que también se evaluó Ciencias en sexto grado.

En las áreas elegidas, Argentina tuvo una performance peor que el promedio de los países de la región, con excepción de Lectura y Escritura, donde hubo resultados similares, y en casi todas las categorías el desempeño fue peor que en las evaluaciones de 2013. Los resultados fueron difundidos por el Gobierno nacional donde se manifestó cierta preocupación por revertir la situación.

Financiamiento educativo y otros indicadores

Agustín Claus, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), armó un hilo de Twitter en el que comparó la evolución de diversos indicadores a lo largo de los últimos años, y, si bien precisó que “correlación no implica causalidad”, en muchos casos se vio un deterioro en los últimos años. Sobre la infraestructura educativa, Claus señaló que la política de inversión en construcción, mantenimiento, refacciones y mejoras edilicias entre 2006 y 2013 se incrementó 31% en términos reales, mientras que entre 2013 y 2019 la inversión se redujo en un 47%.

Otro de los indicadores analizados por el experto, el salario docente, señala que el cargo testigo docente entre 2006 y 2013 se incrementó en 13,5% en términos reales, mientras que entre los años 2013 y 2019 el poder adquisitivo se redujo en 15,2%. El financiamiento es otro de los temas puestos en el foco de la discusión. “En las pruebas de desempeño educativo ERCE 2019, la Argentina obtuvo menor puntaje que el promedio regional y que el obtenido por el país en 2006 y 2013. Una razón fundamental, aunque no la única, es la profunda desinversión educativa del periodo 2016-2019”, señaló el ministro de Educación nacional, Jaime Perczyk, a través de su cuenta de Twitter. Durante el macrismo, el financiamiento educativo se redujo: pasó de 6,1% en 2015, a inicios del gobierno de Mauricio Macri, a 4,8% del PBI en 2019, último año de su mandato.

La Ley de Financiamiento Educativo, sancionada en 2005, estableció la meta de destinar en 2010 el 6% del PBI para invertir en Educación, Ciencia y Tecnología. Luego de alcanzada esta meta, la Ley de Educación Nacional, aprobada un año después, estableció que “el presupuesto consolidado del Estado nacional, las provincias y la CABA, destinado exclusivamente a Educación, no será inferior al 6% del PBI”.

Sin propuesta ni interés pedagógico

De todos modos, los especialistas coinciden en que la inversión no es el único indicador a mirar y que se trata de un problema estructural. Guillermina Tiramonti, investigadora de Flacso y ex coordinadora del Consejo de Formación Continua de la provincia de Buenos Aires, coincidió en que los resultados de las pruebas ERCE 2019 son el reflejo de un proceso largo de la educación argentina. “Los problemas de inversión no generan un impacto inmediato en los resultados educativos. Esto resulta de una política que ha llevado la Argentina en los últimos veinte años, en los cuales hemos planteado la necesidad de incluir a los chicos en la escuela, y que lo hemos hecho, pero sin una propuesta pedagógica y tampoco un interés pedagógico, para que todos estos chicos aprendan”, señaló la especialista.

“Si estamos incluyendo chicos que requieren metodologías diferenciales para aprender, la obligación de los funcionarios es desarrollar estas metodologías, cosa que no hemos hecho. Los resultados resultan de muchos años en los que la educación no ha estado preocupada por qué aprenden los chicos, sino más bien preocupados por la inclusión de los chicos”, concluyó Tiramonti.

Ivana Zacarías, doctora en Educación por la Universidad de Barcelona y magíster en Educación de la Universidad de Harvard, dijo que el nivel socioeconómico sigue siendo la variable más importante para explicar resultados en la Argentina y en el resto de los países, aunque también tienen relevancia otros factores “como la influencia que tienen las expectativas de los padres, la repitencia (alta influencia negativa) y algunas prácticas docentes. Más allá de que  menor inversión y más pobreza nunca pueden asociarse a resultados positivos, en la Argentina creo que juega otro fenómeno y es que a nadie le importan de verdad estas pruebas. Mientras que hay países en la región que se pusieron objetivos concretos en relación a ERCE, en Argentina la sociedad no se entera el día en que se aplican. Es muy difícil sostener el interés de los estudiantes e invitarlos a dar lo mejor de sí en un examen que no tiene consecuencias para ellos, cuando al resto de la sociedad no le importa. Y, más ampliamente, también sabemos que la educación en general no es prioridad. ¿Por qué van a esforzarse los chicos?”, concluyó la investigadora.

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