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Aprender un oficio legendario

En la zona norte hay un taller de carpintería que enseña a chicos entre 12 y 18 años a elaborar sus propias mesas y sillas. El objetivo es capacitarlos y ayudarlos a que se ganen la vida con esfuerzo.

Con martillos, clavos, madera y mucha energía, decenas de jóvenes asisten a las clases del taller de carpintería en la zona norte de la ciudad. Mariano Savoretti, coordinador y profesor de este arte de la madera, recibió a El Ciudadano para mostrar cómo se trabaja y los logros de los adolescentes del barrio en el taller de carpintería San José, de José Ingenieros 2361. Asimismo, esperan tener en breve la autorización para explotar el oficio como una carrera y seguir formando a estos pequeños “gepettos”.

El ruido que emanan los golpes de los martillos sobre la madera es casi ensordecedor, pero detrás de ello hay mucha curiosidad, ganas de aprender, sonrisas por el regalo recibido y otras por los pesos ganados con el propio esfuerzo. Todo eso hace que esos golpes en el galpón de zona norte tomen un significado mucho más esperanzador. En medio de una etapa donde la tecnología prima en la concepción laboral, estos jóvenes aprenden uno de los oficios más legendarios para generar ingresos y desempeñarse en el mundo globalizado que suele excluirlos desde pequeños.

En el taller de carpintería se enseña a trabajar con la madera a más de 60 chicos entre ambos turnos. “Los chicos vienen a contra turno de la escuela, tienen entre 12 y 18 años y aprenden las cuestiones básicas de la carpintería, como el uso de herramientas y el trabajo con la madera”, dijo Savoretti. En paralelo señaló que a la mañana asisten unos 16 chicos, mientras que el grupo de la tarde es mucho mayor: son 46 divididos en dos grupos. Según explicó, esta diferencia del turno vespertino se debe a que la mayoría de los pibes del barrio van a la escuela por la mañana, y no hace falta ser un entendido en trabajo social para saber que éste es el turno elegido dado que así pueden conseguir algunas changas durante la tarde.

“El objetivo de este emprendimiento que lleva 12 años en la práctica es contener a los chicos y que no desperdicien su tiempo libre en la calle, sino que sigan aprendiendo y qué mejor que algo que les puede ayudar el día de mañana como oficio, o bien hoy mismo, para vender su creación y poder llevar unos pesos a su casa”, manifestó Savoretti mientras un grupo de chicos acercaba un trozo de madera listo para ser lijado y para transformarse en un elemento de cocina para su madre. “Ellos deben aprender a valerse por sí mismos”, agregó el profesor de carpintería.

Sobre la necesidad e interés de cada uno de los alumnos, el profesor explicó a este diario que varía según la edad de cada adolescente: “Acá vienen chicos desde los 12 a los 18 años; los más chicos es común que se los vea entusiasmados por el simple hecho de ver que pueden hacer algo para su casa, que pueden aprender algo que no les enseñan en la escuela. Para ellos es todo un logro ver que pueden hacer una silla para su casa, o un portarrollo de cocina que su madre va a lucir en el hogar. En tanto –aclaró–, los más grandes vienen a buscar producir cosas que luego intentarán vender durante el fin de semana. Estos chicos ponen más empeño en cuanto a la finalización y terminación de cada trabajo, inclusive suelen venir con ideas más elaboradas, como un mueble o algo grande que no podemos realizar con las maderas que tenemos. Sin embargo buscamos la manera de poder concretarlo, o bien explicarle el método a utilizar y realizamos los dibujos y ellos consiguen la materia prima por otro lado”.

El taller nació hace 12 años con el empeño de Jorge Bignami, que “con un banco de carpintero y una bolsa de arpillera daba clases en un dispensario o centro cultural, donde le daban un lugarcito”. Hoy el taller tiene un lugar propio y cuenta con el apoyo de un grupo de empresarios que proveen al mismo de herramientas y algunos insumos propios de la carpintería. En tanto, las maderas recibidas pertenecen a las tarimas que forman las cajas que llegan a la aduana; incluso les han donado cajas enormes que resguardaban los aparatos de aire acondicionado instalados en las nuevas torres de la zona de Puerto Norte.

Este crecimiento hoy cuenta con aportes privados para el arreglo de las máquinas, y este año se planteó la idea de tener un título en el oficio. El proyecto se elevó al Ministerio de Educación y desde la parroquia San José se está esperando la aprobación al pedido. Luego de tres años, el alumno obtendrá la capacitación de operario de carpintería, pero se busca implementar un título medio oficial u oficial. “Han salido muchos chicos trabajando para otros lugares; eso significa que estamos haciendo bien nuestro trabajo en la capacitación no formal y los chicos ponen empeño en aprender, así que sería de gran ayuda oficializar este taller”, expresó Savoretti.

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