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Universidad Nacional de Rosario

Aprender a sanar al trote y mejorar la calidad de vida

La Universidad Nacional de Rosario cuenta con una cátedra para formar profesionales en Terapias y Actividades Asistidas con Animales (Taaca). Buscan valorizar la tarea de los veterinarios y técnicos en equinos en la tarea


Por Victoria Arrabal – Universidad Nacional de Rosario

Desde hace siete años, la UNR cuenta con un espacio académico dedicado a la formación de profesionales en Terapias y Actividades Asistidas con Animales (Taaca), constituyéndose junto a las Facultades de Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en las únicas instituciones de educación superior públicas del país que brindan este conocimiento. Se trata de un abordaje interdisciplinario de profesionales de la salud utilizando el vínculo humano-animal para el desarrollo biopsicosocial de poblaciones vulnerables o en riesgo social, teniendo en cuenta el bienestar y comportamiento animal. Como engloba tanto la modalidad terapéutica como la alternativa educacional, deportiva o sociorecreativa, no utilizan el término “equinoterapia”. La terapia asistida con animales consiste en la participación de animales en intervenciones terapéuticas, con el fin de promover la salud, la educación y el bienestar de las personas. El objetivo es la utilización de ese vínculo como parte integral de un proceso de tratamiento para facilitarlo y complementarlo.

Las actividades asistidas con animales están dirigidas a la mejora de la calidad de vida y tienen objetivos motivacionales o recreacionales, pero no se requiere que sean dirigidas por un profesional tratante, ni el registro y la evaluación de su desarrollo.

El espacio curricular está sustentado en la transversalidad. Invitan a profesionales de la salud –kinesiólogos, psicólogos, médicos– y de la educación –licenciados en educación, profesores de educación física—. “Hay evidencia científica de los beneficios que aporta el contacto con el animal”, afirma el titular de la cátedra, Juan Antonio Zapata y explica que los pacientes que acceden a esta experiencia son derivados por un profesional. En general, por alguna discapacidad psíquica o motora.

Formas

El caballo tiene un movimiento tridimensional rítmico que se asemeja a la marcha humana y esto repercute en el cinturón pelviano y en las piernas. Sumado a la temperatura normal del animal —un grado más que la humana— produce una estimulación adecuada a personas con dificultades para caminar o que sufren parálisis. Sin embargo, no siempre la actividad se desarrolla arriba del caballo. Hay pacientes a los que no les interesa. En estos casos, los psicólogos o kinesiólogos pueden planificar ejercicios con una colchoneta en el piso cerca del animal e incluso algún recorrido llevándolo desde una silla de ruedas. “Lo esencial es el vínculo”, destaca Zapata. El veterinario explica que la gran mayoría de los discapacitados asisten durante la semana a varios consultorios para diversos tratamientos. “Estar al aire libre con un animal de por sí estimula”, agrega y cuenta el caso de una niña de la ciudad de Casilda que ya no tenía ganas de concurrir al consultorio del kinesiólogo, pero empezó a realizar los mismos ejercicios con el caballo. Al interpretarlos como un juego pudo continuar la rutina del tratamiento.

“Estas terapias no pasan porque los hijos se rían. Si bien es bueno verlos contentos luego de mucho tiempo sin este tipo de manifestación. Tiene que haber un seguimiento de la actividad y evaluar los resultados”, explica Zapata. De acuerdo al profesor, también hay pacientes derivados por algún problema de comportamiento. En estos casos, luego de subirse al caballo, tienen que hacer un determinado circuito con figuras geométricas, colores, sílabas o palabras. Es indispensable la concentración.

Comportamiento animal

Los caballos pasan por un período de selección. No sólo deben ser mansos sino también acostumbrarse a ser montados desde la parte trasera o el lado derecho, así como aceptar que se paren o acuesten sobre él. Si transcurre un determinado tiempo y el animal continúa inquieto, se lo separa para este tipo de actividad. “No se maltrata al animal desde ningún punto de vista porque es un ser vivo que siente”, aclara Zapata. Los veterinarios, conocedores del comportamiento equino, consideran prioritario este aspecto y si evalúan que por determinada circunstancia el caballo está inquieto, suspenden la terapia. Para Zapata el animal sea no es un co-terapeuta, sino un vehículo para realizar una actividad puntual.

Juntos

Los veterinarios son parte del equipo de salud desde el principio del tratamiento y no solo como asistencia al animal, como ocurre en España. En ese país ninguna universidad tiene una cátedra como la de UNR. Solo existe en facultades privadas. Zapata participó de actividades académicas en España en 2017 y planteó elaborar proyectos comunes con las experiencias santafesinas. En la actualidad, no existe en el país una ley nacional que regularice, promueva y fiscalice lo concerniente a las terapias con animales. No existen censos que muestren datos respecto a cantidad y calidad de profesionales, voluntarios idóneos o animales que participen de las Taaca. Desde la Facultad de Ciencias Veterinarias elaboraron un proyecto que fue aprobado por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, pero luego se excedieron los plazos legislativos y no prosperó. “Tener una ley radica en que posiciona la actividad, la regula y enmarca una forma de trabajo”, aclara el docente.

La cátedra de la UNR está conformada por el Zapata (diplomado en Gestión Política de la Discapacidad); Jésica Raimonda (master en Etología Clínica y médica veterinaria); Adriana Fernández (licenciada en Kinesiología y especialista en Estimulación Temprana); Ana Paula Latino (médica veterinaria), Elianne Martinich (estudiante); y Maximiliano Martinich (técnico en manejo equino).

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