Policiales

En las Cuatro Plazas

Apremios policiales en primera persona

La única mujer entre los siete jóvenes agredidos por uniformados relata el maltrato y los golpes a los que fueron sometidos cuando el grupo estaba reunido en la vía pública.


Siete amigos vivieron una pesadilla por parte de la Policía, que los detuvo sin causa en las Cuatro Plazas (Mendoza y Provincias Unidas, barrio Belgrano), donde estaban sentados después de comer un asado. Según la versión de Fiscalía, fueron detenidos por resistencia a la autoridad a las 4 de la madrugada del viernes y recién cinco horas después los uniformados se contactaron con el fiscal en turno. A continuación el relato de la joven que padeció los apremios junto con sus amigos, extraído de su perfil de Facebook:

“Esto me pasó a mí, no lo vi, ni me lo contó nadie”.

“Ayer, 23/03/2018, estábamos con mi novio y 5 amigos en las Cuatro Plazas, sentados en uno de los banquitos y tomando una gaseosa. Nos fuimos con mi novio hasta el quiosco en moto. Ahí nos empieza a seguir un móvil con las luces apagadas sin hacer ningún tipo de seña para que frenemos. Él intentó esquivarlos porque no tenía el carnet. Me deja a mí en la plaza donde se encontraban mis amigos y se va con la moto por miedo a que lo frenen. Automáticamente lo empiezan a seguir dos patrulleros y aparece otro que viene adonde estábamos nosotros. Se bajan una mujer y un hombre, los dos armados, ella con una escopeta, él con el arma reglamentaria, apuntándonos. La mujer me agarra de los pelos gritándome: «Hija de puta, metete al auto, ahora vas a ver», llevándome de los pelos al auto. Un amigo, el que pueden ver golpeado en la foto, quiso calmar las cosas y el policía lo apuntó con el arma, le dio un culatazo. Ahí mi amigo quiso defenderse diciéndole que se la banque sin un arma, y la mujer policía le tira en la pantorrilla un balazo de goma”.

“Automáticamente llegaron 15 patrulleros agrediendo a los demás chicos, tirándolos al suelo y pegándoles culatazos en la espalda, insultándolos. A mí me agredieron verbalmente desde adentro del patrullero. Uno de los chicos empieza a correr, queriéndose escapar y lo siguen más de 15 policías y algunos fueron con la chata policial. La policía rubia agarra el handy y dice que quiere que todos vayan a buscar al chico de rastas. Lo agarraron, y le empezaron a pegar en la cara, patadas, piñas, culatazos; lo esposaron, lo pusieron de espaldas en el piso, y con un cuchillo le cortaron las rastas que tenía, una larga que llegaba hasta la cadera. Lo metieron en la caja de la chata, inconsciente”.

“Me bajaron del móvil de los pelos para requisarme. Se acerca una policía morocha a hacerlo. Mientras la rubia me preguntaba: «Dónde tenés la mochila rosa, ahí tenés la droga, dónde carajo la descartaste», y yo les explicaba que no tenía ninguna mochila rosa, que tenía un bolso negro que les podía decir lo que tenía adentro. Me decían que era una prostituta barata del barrio, que ellos ya me conocían, mientras me pegaban cachetadas, que ahora entraba y no salía más, que sabían que vendía droga con mi novio, que éramos unas ratas, que si querían nos tiraban a todos a una zanja y no nos iba a reclamar nadie”.

“La mujer rubia, mientras me pegaba, me decía que no me cagaba a palos porque estaba de buen humor, pero que a ella le encantaba pegarles a las personas”.

“Nos metieron a todos en móviles diferentes; a mí me llevó a la comisaría el primer policía. Me decía que era una puta inmunda que le daba asco. Que me iban a violar ahí adentro, que le diga dónde dejé la droga”.

“Adentro de la comisaría 14 sufrimos agresiones físicas y verbales todos. A los seis chicos les pegaron patadas en las costillas, boca, cachetadas, piñas; a mí me decían un montón de cosas, me ajustaron más las esposas cuando le decía que me dolían, dejándome moretones en las muñecas”.

“Me agarraron de los pelos. Un policía se me acercó a decirme que qué hacía ahí con todos hombres, que seguro era una puta; otro me tocaba el pelo y me decía que era una sucia”.

“Nos detuvieron 14 horas. ¿Por qué? Por tomar una gaseosa en la plaza. Me dejaron esposada a una silla en un pasillo, donde podía escuchar todo lo que decían. No sabían qué poner en el acta. Declararon que el chico que cagaron a trompadas se había caído y se enganchó las rastas y ahí se cortaron. Que nosotros estábamos vendiendo droga en la plaza y por eso nos llevaron”.

“Después de dos horas ahí adentro se empezaron a asustar porque ninguno de los siete teníamos antecedentes, y recién ahí llevaron (al chico de las rastas) prácticamente inconsciente a un hospital”.

“Nos sacaron fotos a cada uno con sus celulares personales”.

“Lo único que quiero con esto es que se haga justicia. Que esto no quede así, no puede ser que haya tanto abuso del personal policial. Ni yo ni ellos (por sus amigos) merecíamos pasar por una situación así. Sinceramente tengo miedo porque tienen todos nuestros datos y fotos. Quiero que esto se haga público y todos conozcan a estos hijos de puta que «están a cargo de nuestra seguridad»”.