Cuando no se puede ganar, no hay que perder. Así reza una de las tantas frases futboleras a la que Newell’s se aferró para mantener el 0-0 ante Vélez en Liniers. Es que la Lepra se vio superado por el local y por momentos la pasó decididamente mal. Si hasta necesitó que Oscar Ustari tapara un cabezazo en el final para salvar la ropa y mantener el invicto en el campeonato.
Gustavo Raggio tiene atenuantes y justificativos. Las lesiones no son excusa y Vélez es un equipo bravo en serio que en el primer tiempo lo sometió con la movilidad de Lucas Pratto, el trabajo por izquierdo de Emiliano Papa y Jorge Correa, la velocidad de Leonardo Rolón y el manejo claro de Ariel Cabral.
Newell’s fue una sombra de lo que puede ser: impreciso, indeciso, inconexo. No podía cortar el juego de Vélez y mucho menos generar algo propio. Salvo una jugada que encontró en el arranque a Lucas Bernardi y Francisco Fydrizsewski y una habilitación de Víctor Figueroa para el juvenil delantero que remató cruzado a los 34 minutos, después la Lepra corrió siempre la pelota desde atrás.
En el complemento mostró algo más de orden, la presión de Vélez no tuvo la misma intensidad y se equilibró un poco el trámite. En ese lapso, contó con un disparo de Eugenio Isnaldo que tapó Sebastián Sosa y con un cabezazo de Martín Tonso con el arco desguarnecido que pasó cerca.
Y después a aguantar de vuelta porque Vélez apretó el acelerador. Si la Lepra pudo rescatar un punto en Liniers fue porque Yamil Asad erró una chance muy clara y porque Ustari se quedó con un cabezazo de Milton Caraglio en la última jugada.
Por el rival, que seguramente será protagonista del torneo, y sobre todo por el rendimiento, llevarse un empate ante Vélez en Liniers no es algo que Newell’s deba despreciar.
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