Ciudad

Una chica audaz

Angie cambió su sexo y dio otro paso crucial en su singular vida

La travesti, bombera, actriz, cambió su sexo y dio otro paso crucial en su singular vida. La de ella es la operación número 19 que se realiza en Rosario desde la primera cirugía en mayo del año pasado.


Angie Beatriz Álvarez nació el 3 de septiembre de 1971. Sus padres la llamaron Walter. Pero siempre se sintió una mujer. Y recién en 2012, con la ley de Identidad de Género, tuvo su DNI con su nombre femenino. Ahora cumplió otro de sus sueños: cambió su sexo. Es la operación número 19 que realizó el médico Aníbal Obaid desde mayo de 2015 en Rosario, donde todos los meses una o dos personas toman la misma decisión que Angie.

En una cama del Sanatorio de la Mujer Angie sonríe como si no estuviera pasando un posoperatorio, En una sala de operaciones, hace menos de una semana, dejó atrás su cuerpo XY.

Está acostada en una cama del segundo piso de la habitación 209: a cara lavada, la piel hidratada, las uñas largas, impecables y el pelo tirante hacia atrás con una trenza hacia el costado. A su alrededor hay ramos de flores que le regalaron desde su círculo más íntimo para celebrar su operación de reasignación de sexo.

“Siempre me di cuenta que quería ser mujer. Hace años venía pensando en cambiar de sexo pero la obra social, Iapos, no me la cubría. En un primer momento tenía dudas si después de la operación iba a tener sensibilidad. Hablé con el cirujano plástico Aníbal Obaid y me explicó todo acerca de la cirugía. Me quedé tranquila y hace poco más de dos meses me autorizaron la intervención”, cuenta Angie entusiasmada, mientras se acomoda las sondas del suero y los calmantes que la ayudaban a sobrellevar el dolor de un postoperatorio.

Angie es hija de Manuela y de Luis –ambos ya no están físicamente– y tiene dos hermanas: Susana, de 39 años que es la menor y la más compinche, y Lidia, de 51. El nombre que eligió no es casual. En 1996 empezó a hacer shows en los boliches bailables y justo allí trabajaba Angie, una cantante que imitaba a Gilda. En 1998 entró a la Policía como varón, y sus compañeros empezaron a llamarla Angie Dickinson, por la mujer policía.

“A los 16 años, mis padres se enteraron de mi condición sexual y a raíz de eso empecé a destaparme. Me hice la feminización del rostro, la hormonización y después los implantes mamarios. Me quedaba la operación de cambio de sexo para terminar la transformación”, describe Angie.

Está feliz por haber dado el último paso para sentirse una mujer completa,  La operación duró seis horas: entró a las seis de la mañana al quirófano y a las 14 ya estaba en la habitación del sanatorio.

“El primer día no se terminaba más. Estaba un poco dopada por el efecto de la anestesia y sólo tenía la cara un poco hinchada. El segundo día empecé a caminar. Pero afortunadamente no tuve dolor ni sufrí”, destaca Angie.

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Su hermana Susana fue la encargada de cuidarla todas las tardes en los días de su internación y mientras El Ciudadano charla con Angie, la menor de la familia la mira con un profundo amor. “Angie siempre fue transgresora en todo sentido. Nos acostumbró así a toda la familia. Es la mejor, estoy orgullosa. En mi infancia me hacía de todo, me tiraba agua fría, me escupía las galletitas en la cara. Pero de noche me agarraba la mano y no me la soltaba hasta que me dormía. Hasta el día de hoy es como mi segunda mamá. Siempre estuvo presente”, relató Susi, entre lágrimas.

Angie no recuerda su transformación como traumática, sino como normal, paulatina, un proceso que le llevó años. Su familia siempre la acompañó y la apoyó.

Y un día llegó el amor

Angie está en pareja con Luciano. El hombre, de 39 años, es de Villaguay, Entre Ríos. Se conocieron hace poco más de tres años a través de la red social Badoo, que permite contactar gente.

Al poco tiempo que se conocieron, concretaron la convivencia en una de las 400 casas que el gobierno provincial destinó al personal de Fuerzas de Seguridad en el Parque Habitacional Ibarlucea, en la zona norte, al límite con la comuna de esa localidad.

En sus ratos de ocio, con su pareja, salen a pescar y recorren lugares como Colón, Entre Ríos; San Nicolás, Buenos Aires, y Villa Constitución en Santa Fe. También comparten cursos de Defensa Extrema Urbana, Buzo Táctico y Tiro Táctico con Pistola.

Angie sigue trabajando en Bomberos como “encargada de compañía”. Luciano trabaja como personal de seguridad en una empresa privada.

Tal vez el año próximo cumplan otro de sus sueños: casarse y realizar una fiesta inolvidable. Angie asegura que familiares y amigos presionan para que concreten la ceremonia.

Aires de estrella

“Canela solo vive dos veces”  es el nombre de la película en la que participa Angie, junto a Ajax Hugo Grandi, un reconocido arquitecto rosarino, docente, padre de tres hijos y esposo abnegado que a los 48 años, y después de 27 años de matrimonio, se dio cuenta de que se sentía y quería ser llamado Canela Grandi.

La película fue ganadora del subsidio del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisulaes (INCAA) de largometrajes documentales digitales y también recibió el premio estímulo de Espacio Santafesino como unitario documental para televisión. La trama de la misma, es acompañar a la protagonista –Canela– mientras se pregunta si quiere realizarse o no la operación de reasignación de sexo a su edad: si necesita esa intervención quirúrgica para sentirse plena. Sus hijos, el contexto académico, profesionales y algunas amigas transexuales la ayudan a tomar una decisión que generará reencuentros y conflictos inesperados. La directora de la película es Cecilia del Valle.

Hay cerca de 20 personas en lista de espera

Aníbal Obaid es cirujano y trabaja en cirugía plástica estética y de reparación, y también cirugías trans y genitoplastias. Es, hasta ahora, el único médico especializado que las realiza en Rosario y la región. Desde mayo del año pasado, Obaid realiza este tipo de cirugías en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria y en el Sanatorio de la Mujer, en Rosario.

Obaid asegura que este tipo de intervenciones quirúrgicas va en aumento: hasta ahora realizó 19 operaciones de reasignación de sexo –se concretan de una a dos por mes– y marca que hay aproximadamente 20 en lista de espera.

El profesional se formó con el reconocido médico Guillermo Mc Millan, de Valparaíso, Chile, referente y maestro de todos los que realizan este tipo de operaciones, que son complejas por las funciones que se deben readaptar.

Recién en mayo de 2015, hace poco más de un año y medio, se hizo la primera cirugía de reasignación de sexo en Rosario. La operación se llevó a cabo con éxito en el hospital Eva Perón y favoreció a una persona que nació varón y que optó por ser mujer.

“No hay estadística exacta de este tipo de intervenciones quirúrgicas. No en todas se quieren operar los genitales. Pero la diferencia es notoria, de cada cinco cirugías feminizantes, se hace una masculinizante”, explicó el médico que operó a Angie.

Obaid se capacitará el año próximo en este tipo de intervenciones pero en la técnica inversa: cambiar de sexo de mujer a hombre.

“Tengo buenos porcentajes de éxito de conformidad de los pacientes, de la función de estímulo y sensación sexual. Se sienten realizadas y contentas con el cambio”, concluyó el cirujano plástico.

¿Cómo se realiza la operación?

La genitoplastía feminizante es el procedimiento quirúrgico por el cual se le da aspecto femenino a los genitales masculinos realizando penectomía parcial (extirpación del pene), orquiectomía (extirpación de testículos) y se construye el clítoris con una parte del glande y la vagina con la piel del pene y escroto.

La uretra se corta de una determinada forma para que el paciente pueda orinar sentada. El hecho de conservar parte del glande con su inervación y la próstata intacta es lo que asegura el estímulo sexual posterior a la cirugía.

La anestesia que se le realiza al paciente es general. La internación es de cuatro a seis días, tiene que llevar una sonda vesical durante ocho días y tapones vaginales: el primero se le retira a los ocho días junto con la sonda y el segundo a los 14 días. El postoperatorio es de 15 a 21 días, y requiere dilataciones vaginales a partir de las dos semanas hasta que se cumplan los dos meses, aumentando el diámetro del dilatador cada semana. El reposo sexual es por 60 días.

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