Ciudad

Más allá de las convenciones

Amor libre y poliamor: una explicación rosarina

Las nuevas formas de entender y establecer las relaciones se debaten hace tiempo en la ciudad. Amor Libre Rosario es una organización que invita a repensar los vínculos sexo-afectivos. Hacen eje en aquellos que se corren del mandato social cuyo modelo es la pareja heterosexual y monogámica

Arte El Ciudadano.

 

La polémica sobre la posibilidad del poliamor como modo de relacionarse afectivamente se metió en el debate. Fue de la mano de Florencia Peña luego de que circularan audios en los que se escuchaba una conversación entre una modelo y su pareja, Ramiro Ponce de León. “Tenemos una relación abierta, de poliamor”, dijo la actriz y desató la polémica.

Estas nuevas maneras de establecer las relaciones se debaten hace tiempo en la ciudad.  Es a través de Amor Libre Rosario, una organización que busca repensar los vínculos sexo-afectivos y visibilizar aquellos que se corren del mandato social según el cual hay una única forma de vincularse y de vivir las relaciones: la pareja heterosexual y monogámica.

Un taller de Amor Libre se dictó hace dos meses en Rosario. En un salón del centro 16 personas caminan sin rumbo. No se conocen. Hay una palabra distinta escrita en una cartulina en cada una de las cuatro paredes: “Siempre”, “Nunca”, “Casi siempre” o “Alguna vez”. Un hombre y una mujer que ejercen como coordinadores preguntan: “¿Soy una persona celosa?”. Según lo que piensen o sientan, los seis hombres y diez mujeres –en su mayoría jóvenes– se acercan a la pared que muestra la palabra con la que quieren responder. Siguen las interrogantes: “¿Siento celos de mi pareja?”, “¿Tengo miedo de que a mi pareja le guste otra persona?”. Los participantes miran de reojo antes de elegir. Algunas veces lo hacen más decididos y otras con pudor. “¿Se puede amar sin celos?”, consultan los coordinadores. Nadie va a la pared que dice “nunca”. “¿Es positivo resignar algo por amor?”, rematan los coordinadores. La respuesta es unánime. Todos se acercan a la pared del “nunca”. Así termina el primer ejercicio de un taller de celos organizado por Amor Libre, un grupo que ayuda a personas no conformes con la idea de que hay una sola forma de amar.

Bases

Amor Libre tiene cinco años en Argentina y tres en Rosario. Hacen paneles, jornadas de cine debate, reuniones y mantienen un espacio virtual con más de 700 miembros en Santa Fe. Entienden que hay más que la monogamia y que muchas veces las relaciones tradicionales pueden llevar a la violencia, donde la otra persona es una propiedad, y controlan desde sus horarios hasta sus deseos. Como alternativa, el grupo difunde otras formas de relacionarse. Una es el poliamor, donde una persona vive múltiples vínculos y a veces le da una jerarquía a cada uno. Incluso puede armar una red afectiva. Otra forma es la anarquía relacional, donde no hay una jerarquía y cada uno se maneja según su deseo. Las categorías sirven para los que se acercan al grupo puedan detectar con cual se pueden sentir mejor. “No son estáticas las categorías. Lo ideal es que las relaciones se adecúen a los deseos de la personas y no al revés”, explica Bárbara Mariscotti, psicóloga, sexóloga y fundadora del grupo en Rosario. La teoría es más fácil que la práctica. Por eso, Amor Libre arma actividades para quienes están interesados. El tema más trabajado son los celos, pero las discusiones también activan el feminismo, un movimiento con cada vez más alcance.

Los referentes de Amor Libre en Rosario son ocho. Organizan actividades y se dividen las tareas. Administran consultas y anuncios de reuniones desde las redes sociales. Atraen a jóvenes de entre 20 y 35 años. Muchos pertenecen a la comunidad LGBTIQ, a movimientos feministas o son personas que están en pareja y quieren abrir su relación, o que ya lo practican y quieren saber cómo abordar el tema cuando sus familiares les preguntan. Una de las críticas más habituales al Amor Libre es el compromiso. Mariscotti revolea los ojos cuando le dicen que no está en una relación comprometida. Hace cinco años que mantiene un vínculo que, según ella, mutó. Entiende que los proyectos pueden cambiar y que la exclusividad sexual no quita que pueda haber compromiso afectivo. En Amor Libre pudo romper con estereotipos y normas que le hacían más difícil la vida. “Nunca tuve que sacrificar nada en pos de mis relaciones. Esa es la ventaja. Son vínculos que manejos con comunicación, honestidad, consenso y consentimiento”, cuenta.

Fantasmas

El segundo ejercicio del taller de celos es sobre los reproches. Los 16 se dividen en dos grupos. Unos cierran los ojos y otros caminan alrededor y le susurran: “Seguro que con tu ex hacías de todo”, “¿Quién te escribe a esta hora?”, “Sí, justo, tu amigo. Claro”. Después cambian de roles. Al final, una de las participantes confiesa: “Yo dije estas cosas. Fue feo ser consciente de que lo que decís genera malestar”.

“Me gustaría ser un bichito que pueda ver todo lo que hace”, “¿Por qué dejé todo lo que dejé?”, “No me importa si está con otra, mientras yo sea su prioridad”, “Fui muy celado en mi última relación y vengo a ver si entiendo un poco más y porque creo que las relaciones se construyen de a dos”. El taller sigue y cada vez se escuchan relatos más íntimos. Desde Amor Libre entienden que los celos existen y no está mal tenerlos por alguien o sufrirlos. “Intentamos ayudar a gestionarlos”, explica a Mariscotti. Según la psicóloga, los celos pueden manifestarse como tristeza, enojo o miedo, y también pueden esconder formas violentas.

Construcción

El enemigo de Amor Libre es el amor romántico, creado por escritores y pensadores entre el siglo XVIII y XIX, donde establecen que la persona viene incompleta al mundo. La “media naranja” que la completa le garantiza que su vida sea perfecta. El remate es que hay una sola para cada persona. El amor romántico también define roles para hombres y mujeres. Ellas esperan y ellos, los guerreros y conquistadores, avanzan. Estas ideas están adentro de los cuentos, las películas y las telenovelas. Basta con pensar en “la Bella Durmiente”, donde una mujer inconsciente es besada por un hombre con el pretexto de “salvarla”. “No hay nada de consentimiento ni romance”, opinó Mariscotti. Para Amor Libre detrás del romanticismo hay violencia y estereotipos. Uno peligroso es la idea de que “el amor todo lo puede”, argumento que sostiene parejas violentas, donde una persona espera que la otra va a cambiar. O, peor, que es parte de lo que hay que soportar porque es “la media naranja”.

Desde los 60

En Argentina hubo experiencias de Amor Libre de forma aislada durante las décadas del sesenta y setenta, pero los contextos político-sociales de entonces dificultaban aún más la idea de tener estas experiencias. El movimiento de hippies y la revolución sexual sentaron un precedente. También el movimiento de mujeres anarquistas de fines del siglo XIX que puso en cuestión al amor en una relación íntima con los reclamos por los derechos de las mujeres. El casamiento era visto como una cárcel por eso proclamaban “ni dios, ni patrón, ni marido”.

Amor Libre es una hendidura más de los debates actuales. Comparte el espíritu de revisar y luchar del movimiento de mujeres y del colectivo LGTBIQ, espacios donde desde hace mucho tiempo se pone en jaque el concepto dominante del amor. Bárbara cuenta entre los debates internos del grupo está si se puede practicar el Amor Libre sin ser feminista. También discuten sobre la promiscuidad y el deseo sexual en las mujeres y los hombres, o cómo es salir del clóset para cada uno. “No es lo mismo que una mujer tenga múltiples vínculos sexo-afectivos que lo haga un varón”, señala Mariscotti.

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