Espectáculos

Amigos que hicieron historia

Algunos miembros de la Trova Rosarina vuelven a compartir el escenario en un festival a beneficio de los hogares maternales de la ciudad. Sus protagonistas cuentan cómo viven este emotivo reencuentro

trova-slider

Daniela Barreiro

Mañana, a partir de las 20, en las escalinatas del Museo Histórico Julio Marc (Parque Independencia), Rosario será testigo del reencuentro de grandes trovadores locales, artistas que han sabido dejar su marca en la escena musical local. Ethel Koffman, Adrián Abonizio, Rubén Goldín, Pichi De Benedictis y Silvina Garré serán los encargados de llevar adelante el festival que, auspiciado por Bauen Pilay, tiene como objetivo recaudar fondos para los hogares maternales.

El miércoles por la tarde en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) se propició una especie de reunión de amigos. Con el sol a medio asomarse, los músicos que alguna vez formaron la Trova Rosarina, uno de los movimientos más emblemáticos de la ciudad, se reunieron para armar el itinerario con el que llevarán adelante el show que los reunirá nuevamente en un escenario y hablar con la prensa. Koffman, Abonizio, Goldin y De Benedictis, con la ausencia de Garré, demostraron nuevamente que la música que hacen está basada nada más ni nada menos que en “una profunda amistad”.

“Me resulta gratificante que me hayan convocado para este encuentro, porque hace mucho tiempo que no comparto el escenario con ellos y, de alguna manera, siempre tuvieron mucho que ver con lo que yo hago. Mi repertorio tiene mucho que ver con el hacer de cada uno de ellos, canto temas de Fandermole, Abonizio, Goldín y de Pichi. Como intérprete es muy importante estar compartiendo esa noche con ellos”, empezó contando, a El Ciudadano, Ethel Koffman.

La primera gran duda que surge a partir de esta presentación y dado que La Trova nunca fue una banda sino un movimiento de músicos, es cómo van a formarse en el escenario y qué van a interpretar. A este interrogante Abonizio, con mucha ironía, respondió: “Yo me voy a proyectar por la banda derecha, soy un ocho prometedor de cabeza levantada, buscando las diagonales que va a producir Rubén que va a jugar de tres, un tres adelantado. Pichi va de arquero, porque indudablemente es arquero (risas). En realidad recién ahora estamos viendo el orden, porque no tenemos jerarquías ni impartimos un orden de abecedario”.

“Es imposible que se arme una relación de jerarquías porque, más allá de que la gente nos ubique por la producción musical que tenemos, siempre fuimos un grupo de amigos. El público nunca tuvo acceso al contacto que tuvimos y que tenemos fuera del escenario. Somos tipos que se encontraban todas las noches, después de ensayar, en distintos lugares y compartimos una amistad. Desde hace muchos años salimos juntos y jugamos al fútbol. Nuestra relación va mucho más allá de la música y está basada en otras cuestiones que tienen más que ver con el afecto y a esta altura del partido también muy asociada al respeto. Eso también sirvió como trama para sostener nuestra relación”, aseguró De Benedictis.

El movimiento, que surgió en Rosario a fines de los 70, y explotó en 1982 con el estadio de Obras repleto de jóvenes, se conformó como un grupo de talentosos músicos que generaron un modo particular de concebir el rock nacional.  Juan Carlos Baglietto, Fito Páez, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y el recordado Lalo de los Santos supieron sintonizar el desencanto político de los jóvenes que habían crecido en la dictadura y lo tradujeron en historias que fueron barnizadas con aromas tangueros, folclóricos o latinos, según la ocasión.

“Hay que decir que esto no estaba previsto, no esperábamos ninguna repercusión. La gente se imagina cosas y arma su combo, eso está buenísimo, pero nada de lo que después pasó fue previsto o planeado por nosotros”, aclaró De Benedictis.

“A veces la gente pretende ver en nosotros un modelo que nos supera, un modelo de unión, de fidelidad, de intercambio y no es tan así. Lo nuestro surgió naturalmente, a lo mejor si nos hubiésemos propuesto hacer algo un poco más frío y cauteloso con esto tendríamos muchísimo más dinero. Pero nuestras juntadas fueron muy irregulares, nuestras carreras también y siempre nos comunicamos cuando pudimos y cuando quisimos”, recordó Abonizio al tiempo que Goldín acotaba: “La Trova no existe si lo pensás, porque somos todos completamente distintos y tenemos carreras totalmente distintas. Nunca dijimos: «Vamos a fundar La Trova Rosarina», eso no existe. Estaba el grupo Amader que fue una agrupación que nace en el año 73, ahí empezamos a juntarnos y tocar, después vino un grupo que se llamaba Éxtasis; y luego Pablo el Enterrador, una banda en la que muchos de nosotros debutamos. Ahí empezamos a juntarnos todos los músicos que conocíamos Rosario para ver qué se podía hacer y empezamos a tocar. Ése fue el primer movimiento que hubo de los músicos de Rosario. Después había que ponerle un nombre a todo eso y una compañía discográfica decidió llamarlo la Trova Rosarina, como un movimiento que tenía mucha similitud con la Trova Cubana”.

Cuando la charla había marcado un punto final, Abonizio decidió cerrar el encuentro: “Hay algunos que luchan 15 minutos y se cansan, otros luchan media hora, duermen una siesta y son recordados por lo que durmieron y otros que no luchan y está bien, la vida es así…”

Comentarios