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Menos ingresos y más trabajo

Alquileres en cuarentena: dos de cada tres madres solteras no pudieron pagar por la crisis

El dato surge de la Encuesta Nacional de Alquileres del mes de mayo. Las mujeres están a cargo de casi el 90% de los hogares monoparentales y el 79% de ellas tuvo menos ingresos o quedó con ninguno desde que empezó la cuarentena


Foto de Franco Trovato Fuoco

A Soledad el sueldo le alcanza para pagar el alquiler, el monotributo, la obra social y los impuestos de la casa en la que vive con Lucía, su hija de 5 años. El resto de los gastos como comida y transporte los cubre con trabajos freelance. Durante la cuarentena, esos ingresos extra desaparecieron e hicieron que se atrasara un mes en el pago del alquiler. Al mismo tiempo, le aumentaron los gastos porque con Lucía en casa ya no puede llevarla a lo de los abuelos y tiene que cubrir todas las comidas, materiales escolares y de entretenimiento. Para ella es un privilegio alquilar por dueño. Dice que tiene la suerte de que la banca en las demoras cuando es necesario. Como Soledad, el 66% de las madres solteras del país no llegó a pagar el alquiler en el último mes y el 79% tuvo una caída en el ingreso mensual, según los datos que surgen de la última Encuesta Nacional de Alquileres, elaborada por la Federación Nacional de Inquilinos. El estudio reveló la situación crítica de quienes están a cargo de los hogares monoparenteales o monomarentales, que en un 90 por ciento tienen a una mujer al frente.

Ser madre soltera en tiempos de pandemia no es fácil. Las tareas de cuidado habituales se multiplican y ocupan las 24 horas. También aumentan los gastos. Soledad tiene 31 años y en su caso los ingresos cayeron. No sólo perdió los trabajos freelance. Ella forma parte de una cooperativa y la situación de estas organizaciones ya era grave antes de la pandemia de coronavirus y ahora empeoró. Además, el papá de su hija dejó de pasarle la mensualidad porque se quedó sin trabajo.

En la vida cotidiana sin cuarentena la ayuda de su mamá y su papá es fundamental en la crianza de Lucía. Pero el aislamiento puso esa organización de los cuidados en crisis. Si antes su hija iba 3 o 4 veces por semana a la casa de los abuelos en Pérez, hoy logra llevarla una vez con suerte.

“Los gastos aumentaron mucho. Por la recomendación de no tomar transporte me tengo que tomar un remís o un taxi para ir a lo de los abuelos. Es el triple que lo que gastaba en transporte público. Y también están todos los otros gastos. Tener todo el día a tu hija en casa hace que tenga que invertir más en juguetes y libros porque hay que mantener la salud mental de las dos también. También come mucho más en casa porque no va a lo del padre, lo de los abuelos, ni toma la leche en la escuela. Y al estar encerrados los hijos se ponen más demandantes, no son 4 comidas sino 25”, cuenta en diálogo con El Ciudadano.

Para Soledad lo más difícil de la cuarentena con una hija a cargo es estar las 24 horas para todo: “En encierro se potencia las necesidades de los chicos, quieren más atención. Esperan todo el tiempo una interacción que es agobiante. Pasé de que mi mama la vea 3 o 4 veces por semana a cero. Si encima se suma la plata la situación es más desesperante. El ingreso que tengo por mes es de 30 mil pesos y me alcanza para el alquiler, los impuestos, la obra social, el monotributo y listo. Después para comer y gastos de transporte lo pago con laburos extra que no tengo ahora”.

Pagar el alquiler

Para Soledad es una suerte tener un contrato de alquiler por dueño. Si fuese con inmobiliaria cree que estaría en una situación peor. “Tengo el privilegio de que me banca y se lo pago cuando puedo. Ahora estoy con un mes de atraso. Por suerte pude cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia y con lo que voy juntando le voy pagando”, contó.

En la Argentina se calcula que hay 9 millones de personas que alquilan. Apenas empezaron las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, el gobierno nacional publicó el decreto 320, que determinó el congelamiento de los valores de los alquileres hasta el 30 de septiembre, la suspensión de los desalojos, la prórroga de los contratos, el pago a través de medios electrónicos, entre otras medidas.

La Encuesta Nacional de Alquileres de mayo relevó la situación de 4 mil inquilinas e inquilinos en todo el país para ver cómo afecta la pandemia de coronavirus a sus ingresos, el pago de alquileres y si se cumple el decreto. Según sus resultados, el 59% por ciento no pudo pagar el total del alquiler a principios de mayo. Casi la mitad, en 46,6% percibe menos ingresos desde que arrancó la cuarentena y un 27,9% dejó de tenerlos. Más de la mitad de las familias, el 51%, perdió un puesto de trabajo. Para el 40,8% la estrategia para afrontar la crisis y pagar el alquiler es endeudarse.

En el caso de las familias monoparantales y monomarentales las dificultades son mayores. El 87,5% tiene a mujeres a cargo. El 80,3% tuvo menores ingresos, o bien, los dejaron de percibir. Esto representa no sólo la imposibilidad del pago del alquiler, también, en miles de casos, es falta de alimentación y de recursos básicos para la vida de hijas e hijos. El 67% tuvo problemas para pagar el alquiler y el 31,8% sufrió amenazas o maltratos por parte de inmobiliarias o dueños.

Al analizar la situación de las madres solteras, la encuesta dice: “Cuando hacemos un análisis pormenorizado de aquellas madres que crían solas son muchos los casos donde manifiestan que los progenitores de sus hijos/as no realizan los aportes para su crianza”. El 79% de ellas vieron rebajados (49%) o cortados sus ingresos (30%), por lo que deben recurrir a sus redes de cuidados para poder sobrevivir. Sólo el 20% no sufrió modificaciones en el dinero con el que cuentan para vivir.

Además, dentro de los casos que sufren maltratos por parte de las inmobiliarias o los propietarios, nuevamente, se encuentra al hostigamiento y las amenazas de desalojo como los mayores problemas, que padecieron un 51,2% de las madres solteras.

La encuesta diferenció entre mujeres, varones y disidencias sexuales. Muestra que las mujeres están en situación más precaria a la hora de alquilar. El 45% de ellas vive en barrios populares. “Debemos tener en cuenta que en la mayoría de estos casos no existe un acceso a servicios básicos mínimos, o incluso, de algún grado de urbanización”, dice el estudio y agrega que aquellas que viven en pensiones, habitaciones u hoteles representan el 30,6% y están más expuestas a los abusos de poder, el hostigamiento y amenazas de desalojo de los propietarios.

El relevamiento mostró una vez más la situación de emergencia del colectivo travesti y trans. El 57% se quedó sin ningún ingreso económico y el 85% no pudo o tuvo problemas para pagar el alquiler. A eso que se suma que la mitad vive en condiciones precarias o de contrato irregular, lo que hace que sean más vulnerables a maltratos y amenazas.

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