Cultura

"Poliamor"

Algunas formas de nombrar el amor

Coordinado por el periodista y escritor Cristian Alarcón, el libro reúne relatos, poesía, ensayo, ilustraciones y cómic de autores argentinos y latinoamericanos que llenan de palabras e imágenes el descampado tan poderoso del amor y la pasión.


LITERATURA
Poliamor
Textos e ilustraciones: autores varios
Anfibia Papel
179 páginas

En Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes dice que el errabundeo amoroso tiene aspectos cómicos, que parece un ballet más o menos rápido según la velocidad del sujeto (infiel) pero que también es una gran ópera; que no se puede parar de errar (de amar) en virtud de un vicio que nos consagra y que lleva a decir “Te amo” hasta que otro recoja la palabra y la devuelva aunque nadie pueda asumir la respuesta imposible y el errabundeo continúe y que si bien todos los fracasos amorosos se parecen… son a la vez incomparables y es en su diferencia, siempre infinitamente renovada, de donde se extrae la energía para recomenzar.

Lo que late

Se trata en definitiva de ese algo distinto que zumba cada tanto en el ambiente, ese algo que moviliza las glándulas y las adrenalinas y sitúa una escena precisa: la de otro amor a quien se tiene la necesidad de ofrecerle siempre algo más que palabras para crear un mundo nuevo sin pensar siquiera un instante en que todo puede volver a repetirse. Aun siendo generoso cuando se persigue la alegría del amado/a y percibiendo que se fallará en ese intento, entre la nostalgia y la valentía, casi como un trabajo vital, se vuelve a insistir. ¿Es imposible el amor cuando sentirse amado sería reconocerse en el amor recibido? –y, claro, ya sabemos de lo imposible de tal promesa de felicidad–, ¿qué es lo que entonces late atónito entre el deseo, el cuerpo que a veces explota de soledad y la respiración agitada sino la perplejidad y el frágil equilibrio de aquello que se retoma sin pensar y sólo sintiendo?, ¿se llama amor?, ¿se llama ahora poliamor cuando se siente que puede amarse a dos personas al mismo tiempo?, –en realidad es nueva la denominación, no el sentimiento, que probablemente sea tan viejo como el mundo tal como surge de innumerables narrativas–, ¿tiene patrones, hay formas de descifrarlo?, ¿es un juego abierto y libre, alguien tiene la llave para no volverlo una cárcel?

Estremecimiento sagrado

Todo esto pone en consideración, entre dudas y aserciones, llenando de palabras el descampado de eso tan poderoso que nos atonta y nos pierde al mismo tiempo que nos hace los más privilegiados, Poliamor, el nuevo artefacto narrativo de la revista digital Anfibia que coordinó el periodista, escritor y agitador cultural Cristian Alarcón –a la vez director de Anfibia– que tiene formato físico, un bello objeto libro-revista “amorosamente” impreso también –con cuadernillos cosidos y una festiva paleta de colores– y guarda relatos, poesía, textos entre la crónica y el ensayo, cómic e ilustraciones entre sus páginas. Con idea y obsesión del propio Alarcón, según figura en página de staff, los textos pertenecen a un conjunto de autores argentinos y latinoamericanos –de Perú, Chile, México y Colombia– y surgen disparados a partir de ejes del tipo “Final”, “Crisis”, “Máscaras”, “Diferencia” “Exs”, “Piel”, “Fusión”, “Miedo”, “Sexo”, entre otros, como un modo de nombrar lo intrínseco y a la vez heterogéneo del amor, un tour por la gravedad, los excesos, la reverencia, la rareza y la locura, la prepotencia y la gloria y su comprobable roce con la muerte en forma de pérdida; un intento de palpar sus fronteras, un itinerario de situaciones –entre dos o más–, un mapa de regiones corporales, una exploración del tiempo del amor que, se sabe, es el tiempo de la vida misma. Y sobre todo –y aquí un hallazgo que surge de su lectura–, algo subyace en buena parte de estos textos que hablan del amor y se recuestan en su indescifrable naturaleza: algo que sin exagerar arrasa con el peligroso vínculo de la dependencia porque el contenido del amor nunca puede pensarse sin su forma y la forma que adquiere –adecuada o no, no importa– suele ser la de la pasión, el motor que sacrifica el entendimiento y que puede llevarlo al éxtasis o a la ruina pero que produce un estremecimiento que nadie dudaría en llamar sagrado. La pasión como un estado en que no se es uno mismo porque las cosas se ven distintas, y en la lectura de varios de estos textos surge la presunción de que “Me apasiono, luego soy”, teniendo en cuenta que se puede sentir pasión sin que el otro/a la sienta, porque la pasión conlleva la cualidad de placer-sufrimiento y allí todo puede ocurrir, aun el amor. Los autores se esfuerzan en sus piezas para mirar de cerca el fenómeno y (se) preguntan –en la ficción, en el ensayo, a través de la memoria o el recuerdo– si el amor tiene siempre un titular, a diferencia de la pasión, que sólo parece tener partenaires. Ahí están los fantasmas que responden a una mujer que los amó en el texto de Álvaro Bisama; el frío y torturante recuerdo de una pasión de reviente que llega sin piedad en la figura de ese flaquito manchado y lúcido del intenso relato de Mariana Enríquez; el amor como pasión que abisma hasta la náusea en el guión de Erika Halvorsen; el salvavidas de la distancia arrojado por María Sonia Cristoff como “resistencia a las políticas de rentabilidad y productividad” que acechan en la relación amorosa –el celo y la posesión para sostener el mandato social, por caso– y en otras áreas pero sobre todo “…en el terreno del amor, una de nuestras últimas trincheras”; la pasión latente de tener dos amantes consentidos y dispuestos en una misma cama compaginando “esas dos dimensiones del amor” como cuenta Gabriela Wiener; el poliamor de todos los amados pasados y presentes con los que “volvería a estar” porque “es la fe en el amor la que mueve los mares, la que me permite atravesar las montañas”, como escribe Alarcón, e incluso cuidar todo según indicó delicadamente un/a amante según surge de las viñetas de Nacha Vollenweider porque hay pasión en estar ahí donde estuvo el amadx.

Objeto ideal

Cuando le preguntaron a Alarcón por qué el tema central del libro era el amor, respondió incluyendo en una misma idea el soporte libro como nueva acción de Anfibia –corriéndose de lo digital– y lo abarcativo del tema: “Anfibia papel y el tema universal del amor quizás sean la mejor manera de terminar de materializarnos en este querer ser no solamente digital. En un 80 por ciento las visitas que tenemos por mes son del objeto celular pero desde donde hay algo que no termina de ocurrir que tiene que ver con el orden de la intimidad hacia esta habitabilidad de un objeto que se puede llevar a la cama, a la pileta o la playa. Es en esos ambientes donde establecemos una relación única con el objeto libro”.  Y en Poliamor no faltan poetizados, politizados, con o sin pudor, crueles o desvaídos cada uno de los dones que trae la erótica implícita en el amor, así se trate de las líneas que se dibujan en una espalda desnuda que calienta y apasiona como de una boca abierta o los derroteros subterráneos iniciados después de una promesa, tal como se afincan en el poema de la rosarina Gabby De Cicco. Intimidades todas sostenidas por ilustraciones o fotos, deliciosos complementos necesarios para que surja el puente que ilumine un pasaje, una idea, una reflexión, una belleza fugaz para agregar mirada a la lectura. Ana Cayuela, Christian Montenegro, Ignacio de Lucca, Zé Otavio, Alejandro Pasquale, entre otros, descuellan con sus matices y colores en el goce de la línea o con la técnica de la intervención conformando una relación voluptuosa con esos errabundeos textuales por el amor, o la pasión, con que se armó Poliamor.

Como dice Alarcón, un objeto ideal para establecer una relación única en la cama, la pileta o la playa.

Presentación en Rosario

Alarcón presentará Poliamor en Rosario el próximo 6 de febrero. La cita será a las a las 19.30 en Casa Brava (Richieri 120). Acompañarán al autor las periodistas y escritoras Beatriz Vignoli, Lucía Rodríguez y Gabby de Cicco.

Flyer de la presenación de Poliamor en Rosario.

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