Cultura

Lecturas

Algunas de las formas de ver todo como la primera vez

En su tercer libro de relatos, "En el borde", la narradora y poeta Marta Ortiz ofrece, con afán de orfebre, una serie de delicados y minuciosos cuentos, ricos en modulaciones e imágenes, en los que parece buscar una suerte de ensoñación que destella súbitamente en cada hecho o situación descriptos


Dos epígrafes bien señeros, uno de Joseph Brodsky y otro de Grace Paley, que refieren a experiencia, lenguaje, realidad e invención, y destino, y abren la lectura de En el borde (Alción editora, 2023), reciente libro de relatos de la narradora y poeta rosarina Marta Ortiz, condensan algo de la materia con que los textos fueron trabajados o, mejor, signando cuál fue la urdimbre sobre la que la autora tejió una serie de situaciones desviadas o extraviadas de la ordinaria normalidad para ir adentrándose hacia alguna verdad íntima, derivada de una mirada que parece volver a ver todo por primera vez. Como a veces se ve en un sueño.

No se trata de extravagancia, ni de tintes fantásticos, sino de relatos de experiencias espaciales o temporales entre lo rutinario y lo azaroso; donde van surgiendo analogías, a medida que se enfocan ciertas direcciones por donde “pasear” miradas y sentimientos, como si Ortiz, valiéndose de un lenguaje rico en modulaciones e imágenes, ilustrara sus pensamientos hasta encontrar una suerte de ensoñación, destellando súbitamente en cada hecho o situación descriptos.

Hay también en estos relatos pequeñas revelaciones que surgen del miedo, la soledad, la sorpresa, de todo lo que puede guardar el acontecer cotidiano, siempre frágil y misterioso según se lo mire; espacio por donde se deambula y donde luces y sombras van contextualizando los movimientos de la narradora o de los protagonistas mientras miran de frente eso extraño o terrible que acecha o se instala sin más. Hay un principio vital en este libro y es el de la multiplicidad temática; a cada relato, un mundo inesperado, raro y a la vez familiar, trágico como “Río lúgubre” o “El límite”; alegórico como “Soldaditos”, nostálgico como “Rondas al atardecer”, este último ubicado en una coda llamada “Borde vintage”; caudalosamente sociales como “Reina Clementina” y “Des-bordes”, con dimensiones épicas y brutales, como si cierto espanto fuera un resplandor por donde se hacen visible las injusticias.

Tiene hallazgos como el brevísimo “La tela que Hooper nunca pintó”, en el que de la mano de una aguda y contagiosa observación, Ortiz vuelve luminoso un paisaje quieto, definido, transmitiendo la emoción que podría despertar cualquiera de los cuadros del norteamericano, una emoción detallada en la reverberación de la quietud y soledad del entorno. O “El cuaderno rojo”, donde a través de un desplazamiento continuo, la autora explora las posibilidades del lenguaje en un juego entre realidad y espejismo –la extrema geografía ambiente lo permite– apelando al vértigo, a la confusión, al temor a perderse en barrocas encrucijadas.

Un atinado texto de contratapa de la también escritora y poeta Celia Fontán define muy bien algunas de las estrategias y los efectos de lectura que producirán los relatos de En el borde, que podrán estar, en todo caso, en el terreno de lo inexplicable, y que resultan fascinantes justamente por la gama de insinuaciones que conmoverán al lector, sobre todo en su habitual modo de entender la realidad.

Así, en este libro, Ortiz arroja un caleidoscopio de relatos (18 en total) construidos con delicadeza y minuciosidad buscando lo impreciso, lo fragmentario, lo qué hay detrás, para oír voces, inventar miradas, buscando siempre que lo “otro” pueda emerger.

Antes de estos relatos, Ortiz publicó los libros de cuentos El vuelo de la noche (Editorial de la Universidad de San Juan, 2006) y Colección de arena (Editorial Fundación Ross, 2013), y también los poemarios Diario de la plaza y otros desvíos (El mono armado, 2009); Casa de viento (Alción Editora, 2015) y Fuera de foco (Alción Editora, 2019).

Comentarios