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Algo más sobre remedios y políticas adulterados

Por: Carlos Duclos

Tal ha sido siempre el grado de corrupción en el mundo, tal la inescrupulosidad del hombre ante la llama sagrada de la vida, que a poco del inicio mismo de su existencia, la historia bíblica narra, con alarma, que por razones de celos un hermano mató a otro en la misma presencia del creador. La historia de Caín y Abel, contada en el Génesis y ocurrida en el mismo albor de la humanidad, es paradigma de la naturaleza humana. Apenas obtenido el libre albedrío, el hombre saboreó el gusto amargo y fatal del homicidio. A partir de allí la cadena de crímenes, guerras, actos de violencia y matanza de inocentes no tendría fin.

En nuestros días, y en nuestro país por supuesto, la matanza sigue y de diversas formas. A veces es embozada e indirecta, a veces directa. En muchas ocasiones es perpetrada de manera activa por delincuentes y por momentos (casi todos los momentos) los gobernantes de todos los signos permanecen impertérritos, paralizados, ensimismados en otras realidades y asuntos ante la muerte del ser humano inocente e indefenso. Un ejemplo proverbial de este último caso, por ejemplo, es la ausencia de políticas para terminar con el delito, o con las muertes de miles de chicos que no reciben atención médica a tiempo y suficiente. De la muerte de los sueños y las oportunidades, ¡mejor ni hablar!

No es sólo, claro está, un problema de gobernantes, es de la dirigencia en general. Un paradigma del escándalo por la indiferencia ante la llama sagrada de la vida, lo constituye la fabricación y venta de medicamentos adulterados, inocuos, para el tratamiento del cáncer. No es posible imaginar un crimen más horroroso que aquél que determina la mofa, la burla, mientras se comete el asesinato en aras del enriquecimiento y en tanto el prójimo y todos sus seres queridos se asfixian en el dolor. Empresarios, dirigentes gremiales, funcionarios de obras sociales, funcionarios gubernamentales, han permitido, por acción u omisión, la venta de medicamentos oncológicos inútiles, falsos. Han permitido que la vida se consumiera en quién sabe cuántas personas, mientras ellos se beneficiaban con la renta o vagaban en la desidia o el incumplimiento de deberes.

Políticos, hombres y mujeres candidatos que hoy son gobierno, habrían solventado sus campañas con dinero proveniente de estos ilícitos ¡Qué barbaridad! Resulta decepcionante que luego de miles de años de evolución, la mezquindad, el egoísmo, la ruindad, determinen que el hombre mate al hombre por dinero. Es frustrante que el espíritu humano haya involucionado y que en los días de las maravillas tecnológicas las noticias digan que dirigentes y empresarios medraron con la vida humana en razón del dinero.

¿¡Pero por qué asombrarse!? ¿A quién le importó y le importa, de los gobernantes argentinos de todos los tiempos, los signos, las democracias y las dictaduras, el destino del ser humano? A muy pocos. “Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida”, dijo Juan Pablo Segundo. Es una verdad incontrastable y necesaria. Para algunos la vida del prójimo carece de valor y sólo es herramienta para su evolución material. Zanola fue preso, igual que Costa, el ex funcionario bonaerense que ayer se entregó. Habrá que ver por cuanto tiempo y si todos los responsables de este macabro negocio pagarán por el crimen.

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