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Alerta: empresarios enfermos del mañana

Por: Fernando Horigian

El desafío de las pymes es curarse de la enfermedad del mañana y asumir el hoy.
El desafío de las pymes es curarse de la enfermedad del mañana y asumir el hoy.

“Ya sé que estoy gordo, te juro que el lunes comienzo la dieta y me pongo en forma”. “Mañana a la mañana empezamos a trabajar en esto que está pendiente; hoy no puedo”. “El lunes que viene vamos a hacer el cambio que te dije, te lo prometo”. “Decile al proveedor que mañana lo arreglamos y lo llamo para ajustar cuentas”.

Estoy seguro de que a la mayoría que lea las frases mencionadas anteriormente le sonarán conocidas; alguna vez las habrá dicho o al menos pensado, cayendo en lo que llamamos la “enfermedad del mañana”.

Todo puede ser pasado para mañana en forma eterna para nunca enfrentar la realidad y los cambios que tanto el empresario como su empresa deben hacer.

Muchas veces esos cambios son inexorables y la mayoría por estar “enfermos del mañana” son realizados en forma tardía y cuando la situación de la empresa no tiene retorno.

Caer en esta enfermedad burguesa y banal sólo pone a las pymes en una situación de retroceso constante y en declinable estado de supervivencia. Pasar las cosas para mañana hace suponer que no hay fuerzas para enfrentar el hoy, que todo es posible mañana, pero hoy no se puede hacer nada al respecto, como si las cosas estuvieran echadas de raíz.

Si bien las empresas deben trabajar y enfocarse en el mañana planificando su estrategia y puliendo su modelo de negocios, es fundamental que todo el esfuerzo esté en el hoy y que tanto los empresarios como todos los que trabajan en la organización entiendan que el hoy es importante.

El hoy es donde se realizan los cambios, en donde se pueden promover acciones, donde la cultura se imparte, donde las acciones se generan, donde las fuerzas se contraen y expanden para alcanzar los objetivos.

Nada, pero absolutamente nada, se puede dejar para mañana; las cosas empiezan hoy y ahora, porque las empresas tienen un aquí y un presente, y si no hay aquí y ahora no hay mañana posible, no hay organización posible, no hay negocio posible.

Si las pymes pasan para mañana lo que pueden hacer hoy, queman los recursos de hoy en pos de una maniobra que en el futuro milagrosamente los puede salvar.

Las pymes por sus características de poca capacidad financiera y limitada estructura de gestión no pueden darse el lujo de vivir en el mañana, porque sólo esperan que un estado limitado en la verdad los libere de esta trampa enfermiza.

 Problemas

 Pasar a mañana los problemas de hoy es sólo dejar que los costos de hoy pasen para mañana como una bola de nieve que crece sin resolución. Los costos estructurales de una pyme sólo pueden ser defendidos si las cosas se resuelven hoy; no hay tiempo para la resolución del mañana, sino que mañana habrá que resolver los problemas que acogen al mañana para que no se acumulen con los de hoy.

Imaginemos que una empresa tiene que pasar todos sus productos por un tubo y una cinta posterior para que éstos salgan de planta y puedan ser entregados. Si los de hoy no se entregan, hay dos problemas; por un lado, mañana la empresa tiene que enfrentar los del día previo y los del día corriente, y por el otro, los costos fijos estructurales de la empresa del día anterior no se pueden recuperar.

 Resolución

 ¿Entonces cómo se pueden resolver los problemas no resueltos del ayer, si no puedo resolver los de hoy tampoco y los paso para mañana? ¿A quién le podemos pasar los costos de los problemas que voy a resolver mañana? ¿Cómo se puede vivir en una organización que sólo mañana resuelve los problemas?

Esto me hace recordar una frase que encontré una vez en un bar. “Mañana, cerveza gratis”, o sea nunca la cerveza será gratis, siempre los clientes estarán esperando que mañana alguien se la entregue gratis.

Esto mismo sucede con el empresario y la pyme; mañana empieza a resolverlo, sin saber que hoy ya es mañana, y que sin hoy no hay mañana, sólo una promesa de que algún día mágicamente el mañana lo resolverá solo.

Ahora si en vez de que el mañana lo resuelva por sí solo, hacemos que mañana sea hoy, y que todos los mañanas sean hoy, la empresa puede pensar en resolver hoy sin esperar a que mañana las cosas se resuelvan solas. Hacer las cosas hoy tiene la magia de la energía proactiva de empezar con las ganas y la fuerza para imponer el hoy en toda la organización y la vida de la empresa. Si se permanece en la enfermedad de que mañana será otro día y no actuamos hoy en función de ese mañana, sólo nos espera el abismo y el infortunio de resolver los problemas como salgan echando la culpa al pasado, por querer resolver un mañana que nunca sabremos si existirá.

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