El Hincha

Futbolero y supersticioso

Alberto, el cabulero que reconoce que no va a ver a su equipo para no mufarlo

"En casa lo mismo con la misma locura, pero no voy a la cancha por miedo a que se corte la racha", admitió el presidente electo, fanático de Argentinos Juniors


Las cábalas en el fútbol son sagradas. En un deporte donde las creencias religiosas, la mística, el esoterismo y las supersticiones son tan importantes como lo táctico y la jerarquía de un equipo, aferrarse a una cábala no es motivo de burla, por el contrario, es casi una obligación para cualquiera que se precie de ser buen hincha. El rigor científico no importa, respetar los rituales sí.

Utilizar una camiseta porque se usó en un clásico ganado o en un partido clave; persignarse antes de salir al campo de juego; pisar con el pie derecho al salir del túnel; no utilizar números negativos como el 13 o el 17; tirar ruda o agua bendita detrás de un arco; todo sirve para ganar, al menos eso piensan muchos técnicos y jugadores. ¿O acaso es lógico que un entrenador utilice una bufanda en pleno verano, un camperón con 37 grados, o salga en remerita con temperatura bajo cero? Ni hablar de Carlos Bilardo, que entre miles de rituales, obligaba a Ricardo Giusti a dejar un caramelo en el centro de la cancha antes de empezar cada partido de México 86, como si tener a Maradona en su esplendor no alcanzara.

Y ni hablar de los hinchas, que repiten indumentaria, incluso ropa interior, en pos de una victoria. Hacer cuernitos, no mirar cuando se patea un penal, o decir “caricocho” como influjo positivo sin siquiera saber de qué se trata, también vale. Y desconfían cuando en la platea de al lado aparece un desconocido que no estuvo en otras victorias. ¿O no es habitual que sufran cuando llega un partido importante donde imaginan que irán a la cancha aquellos que no lo hicieron durante el resto del torneo? Los famosos “mufas” o “piedras”, que son fáciles de detectar, y que a veces sirven como excusa cuando el equipo pierde por desaciertos propios.

Nadie está exento de las cábalas. Ni siquiera el presidente electo Alberto Fernández, fanático de Argentinos Juniors, quien confesó no ir a la cancha del Bicho para no cambiar el buen presente que tiene al equipo dirigido por Davove como líder impensado del torneo junto a Boca.

Alberto Fernández confesó que no va a ver a Argentinos Juniors por cábala, para mantener la buena racha. “¿Querés que te cuente una cosa? Te voy a ser sincero. Me invitaron al partido contra Newell’s (victoria del Bicho 1-0) y al partido contra Boca (empate 1-1), pero, ¿querés saber por qué no estoy yendo? Por cábala, porque en todo el campeonato no fui nunca”, reveló el presidente electo en una nota con radio Metro.

Fernández sufre por Argentinos, y seguramente se ilusiona con pelearle el título al Boca de Angelici, pero no quiere ser uno de esos tildados “mufas”, como ya sucedió con otros presidentes argentinos. “En casa lo miro con la misma locura que lo vivo en la cancha. No es que no miro los partidos, sólo no voy a la cancha porque no sea cosa que voy y se termina la racha”, reconoció Fernández.

No hay caso. Las cábalas no distinguen rangos ni jerarquías. Ni el presidente se salva de estas creencias futboleras. A cruzar los dedos.

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