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Al bife y al asado no hay con qué darles

La vacuna sigue al tope de los consumos de carnes en la Argentina.

El jefe del Departamento de Promoción Interna del Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina (IPCVA), Adrián Bifaretti, aseguró que el consumo de productos cárnicos en el país presenta una clara orientación a la carne vacuna.

Esta carne tiene una elevada participación en la mesa de los argentinos, independientemente del nivel socioeconómico o segmento de mercado que se analice.

La “transversalidad” de la carne vacuna en los diferentes estratos sociales se manifiesta con un consumo similar en la cantidad de kilos consumidos.

La carne bovina (ternera, vaquillona, novillo, y otras) tiene una participación del 77 por ciento del total de actos de compra de carnes que se consumen dentro del hogar y las carnes sustitutas suman el 23 por ciento restante.

Dentro de estas últimas, el pollo ocupa un 17 por ciento, el pescado un 3 por ciento, el cerdo un 2 y otras carnes alternativas el uno por ciento.

“Así lo demuestra un panel de consumo que viene realizando el IPCVA con la empresa CCR desde el año 2007 y que se basa en un relevamiento semanal de 600 muestras de hogares en Capital y el Gran Buenos Aires.

Otras 600 muestras de hogares son en el interior del país, Salta, Resistencia, Tucumán, Mendoza, Córdoba, Mar del Plata y Bahía Blanca.

Un estudio de mercado que llevó adelante el Instituto con la empresa TNS-Gallup indagó sobre las tendencias y expectativas de estos aspectos estructurales.

Así el “Mapa de consumo de carne vacuna, pollo, cerdo y otras carnes sustitutas” demostró que –al menos desde la percepción del consumidor– no hubo cambios sustanciales en la conformación de la demanda y no los habrá tampoco en el futuro.

Ello a pesar  de la fuerte disminución del stock ganadero, que el dirigente santafesino de Coninagro Rubén Karlen ejemplificó con un porcentaje de pariciones “inferior al 50 por ciento” y fundamentó en “una pésima política y un desmedido enfrentamiento (del gobierno nacional) con el sector productivo, una intensa sequía que en su momento obligó al productor a malvender sus vacas para evitar una mayor mortandad y las inundaciones de los últimos años en las islas y bajos de toda la cuenca del Paraná, que ante la falta de campos disponibles obligó a los productores a colocar la haciendo en los feed lots, de donde salen a faena y no vuelven al campo para cumplir con el ciclo reproductivo y la reposición de existencias.

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