Ciudad

Ahora, transporte millonario

Entre el miércoles y ayer se vendieron 440 mil tarjetas de colectivos y la mitad fueron los “packs” para uso frecuente. Semejante fiebre deparó un inédito ingreso adelantado al sistema: más de $ 14.000.000.

Por: Guillermo Correa

La fiebre de las tarjetas. Según reveló ayer el titular del Ente de Transporte Rosario, Gustavo Leone, en los últimos dos días se vendió una cifra de tarjetas para el transporte urbano que por algunas decenas de miles no alcanzó al medio millón: unas 160 mil el miércoles y al menos 280 mil ayer. La inusual venta –se calcula que el sistema transporta unos 400 mil pasajeros al día, proporción de unos 12.000.000 al mes– se origina, en parte en la creación de la tarjeta “laboral” o de “uso frecuente”, que representó, según los números preliminares que tiene en carpeta el funcionario, la mitad de la demanda total, pese a que no se vende en comercios. Así las cosas, como el ansiado cartón que congeló el precio del boleto en 1,60 peso se vende además sólo en packs de 5 a un valor de 64 pesos, el resultado es que al sistema ingresaron en sólo dos días la friolera de 14 millones de pesos. Al menos, ya que los datos que manejaban los concejales en la sesión de ayer (ver aparte) era que de las 160 mil que se habían vendido el miércoles, las tres cuartas partes, 120 mil –según las cifras del socialista Miguel Sciutto– eran tarjetas para viajes frecuentes. Y con esa cuenta, el efectivo que entró de golpe asciende a 16.640.000 pesos. Es decir, más del doble de lo que recibe Rosario de la Secretaría de Transporte de la Nación por mes para subsidiar el sistema: unos 9.600 pesos por colectivo, para un parque de unos 800 ómnibus.

Aunque está claro que el dinero que se recaudó por venta de tarjetas es para afrontar gastos que fueron cuesta arriba a toda velocidad –según los números que tiene en carpeta la Municipalidad los costos por kilómetro del transporte subieron entre agosto de 2008 y este mes un 32 por ciento– y también que el sistema tiene un déficit operativo que en 2009 se calculó en 68 millones de pesos, lo cierto es que pocos se esperaban semejante demanda de tarjetas.

Y a ello se debe incorporar otra variable, de difícil cálculo anticipado: extravíos y destrucciones. El factor tiene un apartado a escala mundial y se da en todos los órdenes. El Banco Central, por caso, considera el “adicional” que representan los billetes y monedas deteriorados o perdidos sin posibilidad de recuperarse, como los que caen a una alcantarilla en un día de lluvia. El estimado cobra valores absolutos cuando hay un cambio que los exhibe: por ejemplo, la salida de circulación de los billetes de 1 peso que se practicó en 1994, cuando quedaron solamente monedas de ese valor.

Con la misma lógica puede considerarse que el sistema tendrá una utilidad extra por tarjetas con saldo a favor que los usuarios no fueron a cambiar por nuevas; tarjetas que se las llevó el viento o que quedaron en la camisa que fue al lavarropas. Aunque no hay un estimado de su incidencia, algunos concejales consideran que se multiplicará con los viajes que no serán utilizados a tiempo, habida cuenta de que cada tarjeta de uso frecuente “vence” a la cero hora del octavo día contado a partir del momento que se utilizó por primera vez.

¿Quién se va a quedar con esa plata? ¿El Banco Municipal o el transporte?, preguntó en la sesión de ayer Héctor Cavallero. El edil del Partido del Progreso Social, que intentó sin éxito extender a 60 días el período de vida de la tarjeta laboral, adelantó que la semana que viene volverá a la carga por lo mismo. Y a la par, los concejales peronistas Norma López y Fernando Rosúa presentaron un pedido de informes por la implementación del cartón, quejándose de que cada tarjeta del pack sirve sólo para ocho días.

No fue el único pedido de informes: el radical Jorge Boasso dirigió el suyo a la exigencia en los puntos de venta del boleto de uso frecuente, donde se pide a cada comprador nombre, número de DNI y teléfono.

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