El Hincha

Relato de padre

“Ahora que somos felices”, un libro del Racing campeón

“El desafío fue largarse a escribir con poco tiempo para revisar y borrar”. Periodista e hincha, el escritor Alejandro Wall contó cómo vivió la campaña de la Academia junto a sus hijos


Los rituales a la hora de ver los partidos, las formas en las que los socios habitan un club y las tradiciones que el fútbol hilvana entre padres e hijos componen el itinerario de las crónicas de “Ahora que somos felices”, el libro de Alejandro Wall que recorre su relación con Racing desde la alegría, la celebración y una nueva mirada sobre cómo permanecer en la felicidad.

Wall, tiene 40 años, nació en Buenos Aires y  es periodista deportivo desde hace 20 años y el único gol de Racing que recuerda haber gritado en el palco de prensa fue el que la Academia le hizo a Belgrano en 2008 y que les permitió salvarse del descenso cuando jugó la Promoción ante el Pirata.

Este nuevo libro editado por Planeta no es el primero que escribe sobre su equipo, ya que antes estuvieron “Academia carajo” y “Corbatta, el wing”.

La propuesta para escribir “Ahora que somos felices. Una historia íntima del Racing campeón” le llegó después del partido que el entonces equipo de Eduardo Coudet disputó contra Independiente y si bien no dudó en aceptar, no quiso hacer un libro sobre el campeonato del club, repasando los partidos fecha a fecha.

“Si había algo que contar, era una época. Yo ya había escrito otro libro y había reconstruido otro tiempo, el haber sido campeones en medio de 2001. Entonces este lo empecé a escribir con un registro más personal”, dice Wall, en diálogo con Télam.

—Télam: En el libro logra romper con dos mandatos: que el periodista deportivo no tiene que manifestar de qué club es y que es más fácil escribir sobre la tristeza que sobre la felicidad.

—Alejandro Wall: Quería contar la felicidad sin caer en un clima bobo y lo pensé como una forma de contar mi nueva vida, porque después de mi separación, a mis hijos y a mí Racing nos sirvió para ordenarnos. Juan José Becerra decía que escribir era como ponerse un escudo, que era un proceso hacia la nada, donde no hay un otro, y en este trabajo me encontré hablando de mi vida personal: Racing siempre fue un motivo de fatalidad y de pronto se había convertido en motivo de mis alegrías. Creo que hay una nueva forma de narrar el fútbol, Andrés Burgo también escribió sobre River desde su lugar de hincha, aunque los periodistas de Racing estamos más blanqueados, si en su momento decíamos de qué cuadro éramos no caíamos mal porque estábamos entre los que perdían, éramos los simpáticos del fútbol. Pedro Saborido lo explica así: ‘si tenías que hacer a un tío simpático, lo hacías de Racing, de Huracán y de izquierda’.

—T: ¿Cómo definirías esa nueva subjetividad de los hinchas a la que te referís acá?

—A.W.: En los años 80 y 90 no ganábamos, entonces teníamos otros capitales simbólicos: Racing era el cuadro de Gardel y había sido primer campeón del mundo. Ahora tenemos que deconstruirnos porque trasladamos a nuestros hijos muchas cosas que no tienen que ver con cómo ellos se autoperciben con respecto al club: yo voy a la popular, no al palco de prensa, soy socio, me como los operativos policiales, mis hijos viven el fútbol de una manera mucho más sana, mucho menos dramática. En principio me puede parecer que no tienen pasión pero tengo que aprender que ser hincha también es vivir la relación con el club de manera más relajada y que la pasión está sobrevalorada. Aunque no creo que haya un particular hincha de Racing, en general somos todos parecidos, con nuestros pequeños sentidos de pertenencia a los clubes, y los de la nueva generación tienen una mirada más despojada de un montón de cosas.

—T: ¿A qué responde el título “Ahora que somos felices”?

—A.W.: El título remite a “Esperando a Godot”, de Samuel Beckett, cuando uno de los personajes plantea ‘ahora que somos felices, ¿qué?’. Cuando fuimos campeones en 2001 había euforia y estábamos en pleno gobierno de Rodríguez Saa, era el 17 de diciembre de 2001, solo los hinchas de Racing sabíamos que éramos campeones. Ahora es otra la sensación: deja de ser una felicidad excepcional para ser un estado más cotidiano.

—T: Esta crónica va tomando distintas formas, de un registro personal a otro más informativo y hasta una parte dirigida a River.

—A.W.: El desafío de este libro fue largarse a escribir con poco tiempo para revisar y borrar y lo disfruté mucho, fue un recorrido muy plácido porque seguí con mis trabajos, con mis hijos, iba a la cancha y Racing todavía no había salido campeón. Sabía que si Racing no salía campeón no había libro. Iba haciendo pequeñas cosas, escribí un viaje a Santa Fe, probaba con los textos sobre River, hablaba mucho con Saborido acerca de lo que es este club y eso me ordenaba bastante. Iba construyendo el concepto, viendo hacia dónde ir.

—T: ¿Hubo alguna lectura que haya sido clave mientras escribías?

—A.W.: “Fiebre en las gradas”, de Nick Hornby, un libro central sobre deporte, sobre un hincha y su vínculo, en este caso, con el Arsenal de Londres. Hornby cuenta que sus padres se separaron cuando era muy chico y que el padre no sabía cómo hacer para acercarse a él hasta que un día consiguió dos entradas para ver al Arsenal y entonces, escribe Hornby, “ese estadio se convirtió en nuestro jardín”.

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