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Agroecología: un espacio académico que busca desarrollar saberes por fuera del modelo agroindustrial

Las Universidades de todo el país forman profesionales orientados casi exclusivamente a sostener el sistema productivo convencional. En la Facultad de Ciencias Agrarias (UNR) en 2019 se creó la Cátedra Libre en Agroecología, un espacio que busca desarrollar otra visión para la producción agrícola


Las universidades forman profesionales que tomarán decisiones y generarán conocimientos en las distintas áreas del saber humano. La pregunta es hacia dónde se orientan esos saberes, a qué sistemas alimentan y con qué objetivos. En Argentina, las y los estudiantes que ingresan en las facultades de Agronomía, después de años de estudio y de incorporar conocimientos, obtendrán un título que será habilitante para la producción de alimentos. Hoy, los planes de estudio apuntan casi exclusivamente a reforzar el modelo dominante, el de la agronomía agroindustrial, que se basa en una producción con semillas transgénicas y el uso de biocidas, pero además engrosa un modelo económico que pone grandes extensiones de tierra en pocas manos, que utiliza la mayor parte de los recursos y que fija el precio de los alimentos en los mercados internacionales, desacoplándose de las necesidades internas del país. Desde 2019, en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario funciona la Cátedra Libre en Agroecología, un espacio docente que busca pensar desde la academia otras formas productivas posibles, prestando atención a lo integral del ecosistema incluyendo el componente social. Los cursos y seminarios que dictan no forman parte de la currícula obligatoria, pero apuntan a que así sea.

El término agroecología comenzó a gestarse en la década del ’70. Se trata de una disciplina científica basada en la aplicación de conceptos y principios de la ecología en el diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles. Apunta a la soberanía alimentaria, donde sean los productores y consumidores y no las corporaciones las que tengan el control de la cadena alimenticia y sus procesos; a una producción libre de agrotóxicos desarrollada por productores locales que tengan acceso a la tierra; a la conservación de la biodiversidad, de los suelos y de los ciclos de agua.

Su finalidad es obtener alimentos más saludables que los que produce la agricultura convencional, prestando atención a lo integral del ecosistema, incluyendo el componente social.

“Lo que vemos hoy es que la formación de lxs ingenierxs agrónomxs está básicamente orientada a la producción convencional, de los grandes cultivos extensivos dominantes en la región pampeana, principalmente la soja, el maíz, el trigo o el sorgo”, explicó a El Ciudadano Alan Blumenfeld, integrante del Grupo de Estudiantes Autoconvocadxs (Gea) y estudiante avanzado de la Licenciatura en Recursos Naturales que se dicta en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, que funciona en Zavalla.

“El énfasis está en la soja y en su paquete tecnológico, en el maíz y su paquete tecnológico. Pero todo lo que tiene que ver con una formación que otorgue herramientas a lxs profesionales para que puedan, por ejemplo, asesorar a actores de la agricultura familiar, de la agricultura campesina e indígena o de la agricultura organizada en forma cooperativa, es muy limitado”, detalló Blumenfeld. “Pareciera que la única realidad es la de la producción agroindustrial de las grandes semilleras, de las grandes empresas productoras y reproductoras de paquete tecnológico convencional de la soja”, consideró.

La realidad de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR y la de la mayoría de las universidades del país, es la misma: los planes de estudio de las carreras forman profesionales que estarán fuertemente preparados para dar continuidad al sistema productivo imperante en el país, que produce commodities, mercancías que se miden en mercados internacionales y que allí fijan sus precios; que llevan a una alta concentración de la tierra en pocas manos y que producen en forma desacoplada tanto de los procesos ecosistémicos (privilegia la mayor rentabilidad mediante monocultivos, mayores cosechas, más venta de insumos y más exportaciones) como de las necesidades de las personas.

De acuerdo con los datos arrojados por los Censos Nacionales Agropecuarios; en un lapso de 30 años, entre 1988 y 2018, desaparecieron el 41,5% de los establecimientos productivos del país y se acentuó la tendencia a concentrar mucha tierra en pocas manos. Según el Censo 2018, cuyos resultados fueron publicados en 2019, el 1% de las explotaciones productivas concentra el 36,4% de la tierra; mientras que el 55% de los pequeños productores (con menos de 100 hectáreas) cuentan con sólo el 2,2% de la tierra.

Cátedra libre

En la Facultad de Ciencias Agrarias de Zavalla funciona, desde el año 2019, la Cátedra Libre en Agroecología. Se trata de un espacio académico creado por iniciativa de estudiantes, docentes, graduados y graduadas, técnicas y técnicos, productoras y productores, con apoyo de la agrupación estudiantil Gea, la Red de Técnicos de Agroecología del Litoral y el grupo Activando, con el objetivo de abordar la agroecología desde la docencia, la investigación y la vinculación con el territorio.

El proyecto busca responder a la creciente demanda desde distintos sectores de la sociedad de encontrar alternativas tanto técnico-productivas como económico-políticas, que contribuyan a la consolidación de agroecosistemas sustentables y modos de producción alternativos a la agricultura agroindustrial.

“En Argentina las cátedras libres existen desde hace un montón de tiempo, pero nuestra facultad carecía de la reglamentación específica que diera un marco a la creación de una cátedra de este tipo. Entonces, el primer proceso fue crear esa reglamentación, que se aprobó y, en función de eso, se creó la Cátedra Libre de Agroecología, que fue aprobada por el Concejo Directivo”, explicó Blumenfeld, que forma parte de la Cátedra. “Es un espacio orientado a enraizar una producción científica, una producción docente que empiece a dar esas otras herramientas, con las  limitaciones que tiene ser un espacio que funciona de manera voluntaria”, consideró.

“Estamos transitando una crisis ecológica, que no es nueva, que es una crisis civilizatoria de las sociedades y de las formas en las que articulan sus relaciones y se relacionan a su vez con la naturaleza. Lo que proponemos con la creación de esta Cátedra Libre es que hay una alternativa posible a la agricultura agroindustrial extractivista, que es la Agroecología, que está siendo más que nada desarrollada por las organizaciones sociales y las universidades nos hemos quedado atrás”, consideró Blumenfeld. “Es mucho lo que puede aportar la academia en términos de sistematización de conocimiento, desde el conocimiento académico más tradicional. Y al mismo tiempo es necesario que la academia sea permeable, que se deje atravesar por lo que sucede en el territorio, que tiene que ver con las posibilidades de que las personas satisfagamos necesidades, con la profundidad de las desigualdades, con la concentración de la tierra y las formas de producción. Y el modelo agroindustrial no es el que va a dar respuesta y herramientas para poder hacerlo”, enfatizó.

La Cátedra funciona hoy como un espacio autogestivo y voluntario, es decir, no cuenta con presupuesto asignado para recursos ni humanos ni técnicos. Desde que comenzó a funcionar, dictaron distintos cursos y seminarios abiertos a la comunidad en general para brindar algunas herramientas técnicas hacia la agroecología. Además, desarrollaron un plan de estudios de 60 horas para dictar un curso de Introducción a la Agroecología que, esperan, pueda materializarse este 2021.

Este año, además, deben revisarse los planes de estudios de las dos carreras que la UNR dicta en Zavalla: Ingeniería Agronómica y Licenciatura en Recursos Naturales. La lucha será, entonces, que la agroecología tenga un lugar dentro de la currícula obligatoria.

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