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CANDIDATAS Y CANDIDATOS

Agapito Blanco: “Javkin ha perdido el mando, ha perdido el control”

El ex concejal acompaña como precandidato a senador por Rosario a la lista que propone a Maxi Pullaro como precandidato a gobernador y a Miguel Tessandori como precandidato a intendente. Argumenta que  "la política se esconde" y no disimula sus diferencias con el socialismo 

Fotos: Franco Trovato Fuoco

El ex concejal y ahora candidato a senador provicial Agapito Blanco conoció a Miguel Tessandori en 2021, cuando él terminaba su mandato como concejal del PRO y el ex periodista ingresaba al Palacio Vassallo. La relación se cristalizó por amigos en común y Blanco terminó siendo secretario de bloque. En este 2023 Tessandori y Blanco suscribieron al armado local del candidato a gobernador Maximiliano Pullaro. Sin embargo, el ex PDP se queja amargamente de que en 2010 tuvo que irse del Frente Progresista al PRO por las incompatibilidades con el socialismo y ahora, una década después, vuelve a encontrarse en otro frente con los del partido de la rosa. A diferencia de la mayoría, no oculta las diferencias: “¿Qué tengo que ver yo con Verónica Irizar? Nada que ver. Me peleé durante cuatro años. Y ahora tengo que competir con ella en una interna y después decir que vamos todos juntos, ¡porque juntos vamos a poder!”.

Hijo de un inmigrante español, Agapito Blanco se dedicó muchos años a la construcción, hasta que decidió dejar y meterse casi de lleno a la política, aunque todavía mantiene su otra actividad, la inmobiliaria. Se presentó como candidato a concejal en 2010 (por el PDP), en 2011 (con hombres del PDP pero por fuera del partido), y en 2017 (por el PRO), cuando logró ingresar al Concejo. En 2021 buscó ser reelegido (por el PRO), pero no lo logró. En 2015 (también por el PRO) fue candidato a senador por el departamento Rosario, candidatura que repite en este 2023, esta vez dentro del frente Unidos para Cambiar Santa Fe. “La política no quiere que la miren”, repite y propone trabajar, si resulta senador electo, en la autonomía municipal, la unicameralidad y la reforma constitucional, entre otros temas. También quiere salir a gritar que los senadores tienen un presupuesto mensual de 10 millones de pesos. Y advierte: “Es más cómodo que la gente no sepa eso”.

—¿Cómo se inició la relación con Tessandori?

—Cuando él ingresó al Concejo me ofreció ser su secretario de bloque y que le armara un poco el proyecto legislativo, donde yo tenía experiencia, y fue así cómo armamos un equipo de laburo. Y hoy te puedo decir que Tessandori es el concejal que más proyectos de ordenanza tiene. Y hago la salvedad de mencionar a las ordenanzas, porque en el Concejo pasa algo muy curioso, por no llamarlo perverso: un lomo de burro, un cartel de pare, un fitosanitario, una limpieza de zanja, un bacheo, son comunicados a comisión. Primero que todas esas cosas vos se las podés pedir al municipio por internet. Pero bueno, los concejales, muchos de ellos, quieren militar el pozo, quieren militar el cartel de pare, el fitosanitario, y algo que debería ser un comunicado de comisión, donde el presidente firma, lo manda a la Municipalidad y no genera un expediente, los convierten en decreto para que le sume como proyecto presentado. Por eso hay concejales que dicen que tienen 400 proyectos presentados y 390 son fitosanitarios. Una vergüenza. Alguna vez esto tiene que salir a la luz y tienen que ir a cagarlos a patadas en el culo. Porque es estafar a la gente.

—Nadie lleva esa estadística, ¿o sí?

—Yo sí tengo ese laburo hecho. Pero no le importa a nadie.

—A la gente sí le importa ver trabajar a los concejales, pero habría que ver cómo medir eso, ¿no?

—Fijate un detalle, el concejal que labura no se nota. Y el que no labura tampoco se nota. Entonces es una cuestión personal y de honestidad intelectual del concejal de turno, o del diputado o del senador.

—Con lo de ir a cagar a patadas en el culo me hiciste acordar al “basta de boludeces” de Lifschitz.

—Es que tiene razón.

—¿Ayudan este tipo de declaraciones en medio de una situación tensa donde crece la antipolítica?

—Es que alguna vez tenés que patear el tablero. La pregunta que hay que hacerse es ¿por qué la política habría de cambiar? ¿Por qué la política habría de cambiar la realidad de la gente si está cómoda en un lugar donde pasa desaparcibida? Digo más, cuando yo alguna vez consulté con algún politólogo, me dijo que advirtiera que los políticos a los que les va mal normalmente son los que laburan y aparecen. Él me explicaba así: “¿Cuál es la percepción que tiene la gente de la política? Que la política es una mierda. Que no resuelven nada, que todos los políticos son una porquería. Una sociedad que vive mal, que vive angustiada, identifica su desgracia en la política y la odia. Entonces cuando vos aparecés le estás poniendo rostro a ese odio”.

Y si alguna vez se hace un análisis de aquellos políticos que no pudieron renovar se va a identificar que son los que más laburaron. Los que más aparecieron y los que más pusieron la cara. Entonces, nueve de cada diez rosarinos no saben quién es el senador por el departamento Rosario. Y la gente dice: “Quiero un cambio”; pero cómo vas a cambiar lo que no conocés. Y hoy ese senador, que nadie conoce porque no se hizo ver, porque en esta lógica que estoy planteando es más fácil pasar desapercibido, porque aparecés como lo nuevo, hoy se está presentando como diputado provincial. Y va a entrar. Entonces digo: ¿la política está disociada de la gente? Sí. Pero la gente también está disociada de la política. Y entramos en la trampa de la política.

—¿Cuál es esa trampa?

—Que la política no quiere que la miren. No quieren que la observen, que la fiscalicen, que la auditen. No quiere eso. Porque, si no, no se explica que siempre sean los mismos. Y estamos en una sociedad un poquito esquizofrénica. Porque en un grupo de amigos por un lado dicen “son siempre los mismos”, en la misma reunión alguien dice “a ese no lo conoce nadie”, y en el mismo asado alguien dice “che, fui al cuarto oscuro y había 50 listas de concejales, qué vergüenza”. Bueno, escuchame, recién decías que son siempre los mismos, tenés 50 oportunidades y te quejás. Vamos a entender que entramos en la trampa de la política, que no quiere que la miremos. Los políticos no quieren que la gente los conozca.

—¿Qué tiene Tessandori para poder cambiar esa situación en Rosario?

—Tiene legitimidad. Vos imaginate que hoy Javkin aprieta un botón y no pasa nada. Nadie hace nada. No puede hacer un operativo de tránsito para tratar de resolver el quilombo que implica una calle por una obra. No te pone un inspector, no te pone cartelería, no te pone señalética, no te puede resolver eso. Lo que ocurre es que ha perdido el mando, ha perdido el control. Ahora yo no me lo imagino a un (Miguel) Lifschitz, a un (Hermes) Binner, a un (Horacio) Usandizaga, a un (Héctor) Cavallero, que dieran una orden y no pasara nada. Hoy paso eso. Y es porque no tiene legitimidad, porque su propia estructura administrativa no le responde.

Yo creo que Miguel Tessandori, junto con Flavia (Padin) y con Gustavo (Rezzoaglio), que son gente que está legitimada, va a tener un período de tiempo en el cual va a poder hacer uso de esa legitimidad. Que también tiene vencimiento. Si al cabo de dos años no pasó nada, bueno, serán todos buenos tipos pero no estarán resolviendo el asunto. De entrada, él va a poder solidificar el lugar donde va a pisar. Porque si vos entrás a una estructura administrativa que es una arena movediza es difícil, tenés que hacer pie. Yo creo que Miguel tiene esa legitimidad para hacer pie.

Después está en nosotros, en su equipo de trabajo, para ver cómo agudizamos el ingenio e intentamos resolver los problemas desde otro lugar, y no con las recetas de siempre, que no están funcionando. La Municipalidad hoy tiene que contratar personal adicional los fines de semana para atender la estructura de Cultura del municipio. Para el planetario, para el tríptico de la infancia, para los museos, los tipos no le quieren laburar los fines de semana. Eso era impensado con otro intendente.

—¿Cuáles son tus ideas principales si resultás elegido en el Senado?

—Mi primer año va a ser para que la gente se entere de que hay un senador, que dispone de recursos económicos muy grandes, de libre disponibilidad. Mirá si en un colegio que se le vuela el techo de chapa, se le rompe una cañería, se le rompen los baños porque le robaron todo, supieran que hay un senador que cuenta con recursos importantísimos a sola firma para resolver el problema…

—¿Cuántos recursos maneja un senador provincial?

—Hoy un senador maneja más de 10 millones de pesos por mes. Vos imaginate que muchas urgencias las puede resolver un senador. Ahora, es más cómodo que la gente no sepa eso. Y tampoco lo sabía cuando era Lifschitz el senador por el departamento. A sabiendas, quienes han ocupado la senaduría por el departamento no han hecho nada para que la gente se entere. Yo creo que lo primero que hay que hacer es eso, que la gente se entere que hay una senador, para qué sirve un senador y cuál es su función.

A mí también me gustaría trabajar en la autonomía de los municipios. Hay un proyecto de Lisandro de la Torre que va a cumplir 120 años. En 120 años no pudimos resolver eso, que está consagrado en la reforma constitucional del 94. Hay elementos de sobra para justificar una autonomía municipal, que deberá ir de la mano con una reforma de la Constitución de la provincia, que a su vez deberá incluir la posibilidad de que el gobernador pueda ser reelecto por un período, porque la realidad es que cuando asume el gobernador, el primer día, ya tiene fecha de vencimiento. Y esa pérdida de poder le impide en algunos casos llevar adelante un programa de gobierno.

—¿La autonomía saldría por reforma en tu caso?, porque hay algunos que sostienen que puede salir por ley.

—Claro que puede salir por ley. Si alguien dice no sale por reforma pero sí por ley, bueno, vamos con la ley. Es necesario dar otra discusión. Santa Fe, junto a otras dos provincias, son las únicas que mantiene el sistema bicameral. Tal vez, hace 150 años atrás era necesario una estructura política de ese tipo, hoy me parece absolutamente inútil que existan dos cámaras. Otra reforma que quisiera llevar adelante es la del actual sistema electoral. La boleta única tiene muchos beneficios pero también tiene algunos problemas. En las últimas tres elecciones la Cámara de Diputados fue adversa al gobernador de turno, cuando en teoría el sistema original estaba pensando para que el gobernador contara con su mayoría en Diputados para tener gobernabilidad.

—Creo que en eso hay bastante consenso.

—Esta reforma de la ley electoral terminó atomizando tanto a las estructuras políticas, que antes vos negociabas con el bloque que representaba a 10, 12, 20 legisladores, y ahora tenés que negociar uno por uno. Me parece que todos estos años de boleta única nos permitirían una reforma que tome lo bueno de la boleta única y corrija lo malo. Es decir, yo no comparto lo de las internas abiertas. Comparto la obligatoriedad de la interna dentro de las estructuras políticas, y que sean los vencedores de esas internas los que decidan las alianzas. Porque ¿qué hago yo en una interna contra Clara García en su momento, o ahora contra Verónica Irizar o (Miguel) Cappiello, que son socialistas, y con los cuales no tengo nada que ver? Internas obligatorias sí, para obligar a las estructuras enquistadas. Se discutirá si pueden ir a votar personas no afiliadas, siempre que después no voten en otra interna. Para que haya más amplitud. Pero que los ganadores de esas internas decidan las alianzas. Porque si no vos encontrás que el presidente del partido de turno termina haciendo una alianza con otros partidos que los afiliados tal vez no quieren.

—Si hubieras sido autoridad partidaria no hubieras hecho una alianza con el socialismo.

—No, desde ya que no. Pero el socialismo fue el gran empleador del resto de los partidos políticos. La discusión era por cargos. El radicalismo tenía un precio, el PDP tenía otro precio, la Coalición Cívica tenía otro precio, y arreglaban cargos. Ahí no había composición ideológica en el programa de gobierno. Los socialistas han hecho lo que han querido. Y no creo que esté mal. Pero yo no tengo por qué estar obligadamente en esa estructura. Por eso yo renuncié al partido y me fui. Pero hoy me encuentro con que hoy el PRO me está obligando a tener una interna con aquellos que hace diez años me obligaban a tener una interna con el socialismo. Una locura. Juntos por el Cargo, es verdad eso. Son armados electorales. No son armados ideológicos. ¿Qué tengo que ver yo con Verónica Irizar? Nada que ver. Me peleé durante cuatro años. Y ahora tengo que competir con ella en una interna y después decir que vamos todos juntos, ¡porque juntos vamos a poder!

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