La presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) Rosario, Norma Ríos, denunció ayer el estado de deterioro en que los concesionarios del bar Rock & Feller’s dejaron el edificio donde funcionó durante la última dictadura cívico-militar la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército, y que albergará el futuro Museo de la Memoria de Rosario. “Cuando entramos la gente se agarraba la cabeza”, graficó la militante de la APDH, mientras que el titular del Museo, Rubén Chababo, dio cuenta del mal estado del inmueble aunque le bajó el perfil al tema.
Luego de varias idas y vueltas, el próximo martes el municipio recibirá las llaves de la casona ubicada en Córdoba y Moreno. Así se darán los últimos pasos para la nueva sede y de ahí en más sólo habrá que poner manos a la obra y comenzar a reacondicionar el inmueble.
Por lo que pudieron observar ayer en la primera recorrida que hicieron por el lugar los integrantes de la comisión directiva y el personal, habrá que trabajar y mucho ya que el interior del inmueble se encuentra sumamente deteriorado. “La gente se agarraba la cabeza. Sabíamos que existía la posibilidad de que fueran a dañar todo, ya que se negaron sistemáticamente a entregarlo. Y la verdad es que se cumplió lo que pensábamos”, sostuvo en diálogo con este diario Norma Ríos, una de las integrantes de la comisión directiva del Museo.
Además de la histórica militante, que hace algunos días recibió una distinción en el Concejo Municipal, también formó parte de la recorrida el resto de la delegación que tendrá a su cargo gestionar los destinos del proyecto; Susana Llera, Ema Lucero, Marta Díaz, Norma Ríos, el obispo metodista Federico Pagura e Iván Hernández Larguía. También transitó la casona de Córdoba y Moreno el personal que se desempeñará en el lugar. Según Rubén Chababo, director del Museo, la idea de la recorrida, que se llevó a cabo ayer, fue que los empleados vieran su futuro espacio de trabajo. “La idea fue hacer una reunión técnica”, graficó el funcionario.
Lo cierto es una vez en el lugar abundaron las sorpresas. O no, según como se mire la cuestión. Ríos describió que cuando ingresaron a la casona muchos de los presentes se “agarraban la cabeza”. “Sabíamos que existía la posibilidad de que fueran a dañar todo, ya que se negaron sistemáticamente a entregarlo. Y la verdad es que se cumplió lo que pensábamos”, explicó la titular de la APDH, para luego describir que en los lugares donde antes “estaban las pantallas televisivas ahora está todo roto”.
“En el primer piso las puertas están arrancadas y otras directamente se encuentran destrozadas. Ni hablar de la suciedad que hay en toda la casa”, ahondó Ríos, quien también hizo referencia a que el concesionario se llevó del edificio los ascensores y las instalaciones sanitarias, algo que de acuerdo a lo convenido no debía suceder.
Posteriormente la referente social retrató que hay un sector donde “rompieron el parquet y pusieron baldosas viejas”. “Por todos lados hay caños que asoman desde el piso, pedazos de mampostería tirados”, profundizó luego Ríos, para finalmente describir que “en la zona central, la parte más alta, el techo quedó con un gran hueco, lleno de roturas, y hay un cable que cuelga hasta dos metros del piso con una sola lamparita”.
“Cuando se alquila una casa se supone que tienen que entregarla arreglada. Eso hace la buena gente. Ésta en la buena voluntad del tipo. Uno se da cuenta de que hay cosas que no costaba nada ordenarlas”, razonó casi a modo de conclusión la máxima responsable de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Por su parte, Chababo prefirió bajarle el perfil a sus declaraciones en torno a lo que pudo observar ayer por la mañana. “El estado del inmueble va a requerir un esfuerzo importante de reacondicionamiento”, sostuvo el director del Museo con un lenguaje más diplomático, aunque con un tono que dejaba entrever cierto descontento con la situación. “Vamos a necesitar llevar a cabo una restauración importante en los sanitarios y los pisos, y también habrá que trabajar mucho en las paredes. Hay sectores que están bastante deteriorados. Levantaron materiales y eso provocó daños”, agregó luego, sin querer profundizar demasiado.
Chababo consideró por último, y coincidiendo con Ríos, que varios sectores “podrían haber quedado en mejores condiciones. Un inquilino debe dejar en mejor estado su casa”.
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